lunes, 18 de diciembre de 2000
Chiche Gelblung: "Bonasso trabajó conmigo, aunque lo niegue"
"Tiene las características de un programa de autor. Pese a que respeta ciertas normas convencionales, es difícil que yo haga algo clásico. Más allá del rigor periodístico (que lo tiene), está marcado por mi estado de ánimo y es artesanal". Así define su creador, Samuel Gelblung a "Edición Chiche", el envío que conduce de lunes a viernes de 18,00 a 21,00 por Radio 10. Su cara se hizo conocida por "Memoria", uno de los programas con más rating de Azul y en la radio lidera la audiencia y es de los más escuchados de la "10".
-Ese horario estaba dominado por los programas deportivos. ¿Les jugó a favor?
-Fue de alto riesgo. Creo que a la luz de los resultados, nos jugó a favor. Estaba convencido de que la gente escuchaba eso porque no había otra cosa. La única opción era Pepe Eliaschev, que le sigue yendo bien dentro de sus niveles de medición. Había que dar otra alternativa. Seguimos compitiendo contra cinco programas deportivos. Pero sumamos la audiencia de todos ellos. Quiere decir que los oyentes estaban esperando otra cosa.
-Hace un par de semanas usted comentó al aire: "... si se pone de un lado la realidad del país y del otro un culo, la gente mira el culo"...
-Estoy convencido de que es así. Por eso en la TV trato de poner un poco de todo.
-¿Cómo se "muestra un culo" por radio?
-El programa se divide en dos. Durante la primera hora y media se da lo que llamamos "hard news" y hablamos de política, actualidad, inseguridad y todo eso. A partir de las siete y media empezamos a "mostrar culos". Nos metemos en temas que pueden ser de igual trascendencia pero apuntando a otro lado. Nos volvemos más femeninos. Creo que el tipo que vuelve a su casa a esa hora está muy "hinchado" por la sobreexposición a las noticias o está agotado. Entones matizamos con temas como el de la mina que le dieron el divorcio porque el tipo era sucio. Yo me pongo del lado de él porque tiene dereho a no bañarse y discutimos. Adoptamos posiciones provocativas.
-Le cambio de tema. ¿Cómo imagina la relación del nuevo gobierno con la prensa?
-Hasta ahora trabajamos con absoluta libertad y el afianzamiento del sistema democrático va generando una independencia absoluta de los medios. No estoy preocupado. Lo que me ocupa es cómo reflejar la transición. Sí advierto mucha "alcahuetería" por parte de los periodistas. Hay un reacomodamiento que me da un poquito de asco. Hay periodistas que no saben cómo "lavar" su menemismo y ya comentan que habrá un gabinete de lujo, que De la Rua es maravilloso y así. Eso me da miedo y vergüenza. Porque los periodistas ya se hicieron "Delarruístas". Antes eran "Chupamenem" y ahora son "Chupadelarrúa". Esto se nota mucho en la radio y un poco menos en gráfica y TV.
-Ariel Delgado puso en duda eso de que "con Menem se tuvo la mayor libertad de prensa". ¿Cuál es su postura?
-Eso depende de cada periodista. Jamás estuve en un medio donde alguien me dijo qué y cómo tenía que hacer mi trabajo. Lógicamente, hay una cuestión de ubicación. Nadie se va a hacer el "loquito" en una empresa. Si el diario es pro-capitalista no voy a salir a pedir una revolución marxista-leninista. Sería ridículo. En ese marco, siempre tuve libertad.
-¿Aún durante la dictadura (fue director de "Gente" hasta el '81 y luego de "La Semana"?
-También. Con los miedos y los límites: me tuve que ir del país, volver, me pusieron bombas, tenía que andar con custodia y me clausuraron. Pero fui coherente. Tampoco tuve problemas con Alfonsín ni en las empresas. Trabajé con Romay, Vigil, Fonteveccia...
-¿No recibía presiones durante el proceso? Usted dirigía la revista más vendida de aquella época...
-¡Cómo no! Tengo muchas agarradas porque defiendo esa época de "Gente". Teníamos tantos problemas con los "milicos" como con los montoneros. Los militares decían que especulábamos con la guerrilla para vender. No respetábamos ninguna de las indicaciones sobre que no se podía mencionar ni a los montoneros ni al ERP. Había que decir "la banda de delincuentes subversivos declarada ilegal" y no lo hacíamos. Eso te valía que todas las semanas te llamaba el "milico" de turno de la secretaría de prensa para "apretarte". Si aparecían muertos de un lado y del otro, lo publicábamos. Por eso invito a mis colegas críticos a comparar lo que mostraba "Gente" y los otros. Vamos al arhivo y veamos "Gente" y "Clarín" y veamos quién reveló el pacto Massera-Montoneros o denució los asesinatos de Holmberg o Dupont. Poníamos el terror de un lado y del otro.
-¿Esa no es la teoría de "los dos demonios"?
-Puede ser. Yo creo en esa teoría. Obviamente que el Estado tenía otros métodos para reprimir el horror. De eso podemos discutir horas. Pero esa era la realidad y nosotros la reflejábamos. Con absoluta libertad. Nunca"cajoneé" nada ni le negué trabajo a nadie. Hasta Miguel Bonasso, que hoy lo desmiente, trabajó conmigo.
-¿Y durante la guerra de Malvinas?
-Yo dirigía "La Semana". Unos meses antes publiqué una nota de Jack Anderson donde nos decía que iba a llegar la flota, iba a haber guerra y la perderíamos. El almirante Anaya me mandó a buscar a mi casa a las 5,00 de la mañana (con mi mujer embarazada de 8 meses). Con miedo a desaparecer, fui. Me atendió a las 14,00, y me dijo: "usted se ganó la primera medalla de la guerra. Porque acabamos de imponer la censura de prensa. Mientras mis soldados se pelan el culo en las islas usted piensa en vender ejemplares". Le contesté: "también son mis soldados y estoy convenido de lo que publiqué".
-¿El apellido no le puso trabas?
-A ver... (piensa un buen rato). El problema sería el nombre (sonríe). No. Era más difícil, pero mi condición de judío nunca me afectó. En Atlántida generaba chistes internos porque la editorial tenía fama de que un judío no podía hacer carrera. Y en un momento los tres directores principales éramos judíos.
-Lo pregunto porque mucha gente se cambiaba el apellido.
-A mí nunca se cruzó por la mente. A pesar de que muchos que me critican lo hicieron. Como Leuco o Mauro Viale. Aníbal Vigil me cargaba: "si le sobra algún apellido cristiano póngalo en el staff". Todo lo contrario a lo que se puede pensar. Eso se hace por prejuicio, miedo o vergüenza. No es mi caso.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Diciembre de 2000
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