sábado, 15 de septiembre de 2001

Ricardo Horvath: "Soy un hombre de izquierda que no se identifica con ningún partido"

De lunes a viernes, de 13 a 15 por FM de la Ciudad, Ricardo Horvath lleva adelante "Café, Bar, Billares", un espacio dedicado a charlar sobre el tango, la ciudad y la vida. "Es simplemente un programa de radio con tangos -define- y me copio de los que saben, como "Quique" Pesoa o el "Negro" Dolina. Trato de provocar la imaginación de los oyentes y darles información y temas de discusión (se leen todos los mensajes). Juego con ellos pero no hago sorteos: no me gustan. Además incorporé la lectura de poesía. Vienen los autores a recitar y esto tiene un gran impacto en la audiencia. Buscamos la participación masiva del oyente y se leen todos los mensajes. Queremos el disenso, no que solamente pidan temas musicales". .
-Blackie fue muy impotante en su carrera, hasta escribió un libro...
-Empecé de casualidad con ella. Me acababan de echar de una editorial y fui a trabajar al noticiero de Canal 9. Estaba desconforme con lo que estában haciendo y Julio Pico, que era el gerente artístico, me comentó que Blackie volvía a la televisión después de su enfermedad. Iba a hacer "Derecho a Réplica" y me sumé a la producción. Cuando murió, sentí la necesidad de escribir un libro sobre ella. Dio la casualidad de que estaba escribiendo para la revista "Todo es Historia" y me lo editaron. Los libros me apasionan pero no dan para vivir.
-¿Cómo era ella?
-Irreemplazable. Hoy en día no hay ningún productor de radio o televisión de su nivel. Conducía varios programas de T.V. y radio a la vez y los producía. Más tarde empecé a hacer radio con ella.
-¿Qué fue lo que más lo marcó?
-Su profesionalismo. Me "cagaba a pedos" todo el tiempo. Era una madre y como tal, era "jodida". Nos hacía estar atentos hasta los fines de semana. Aprendí mucho a pesar de que ya tenía mi escuela. Trabajé con Juan Gelman, Enzo Ardigó, Jorge Cané y tantos otros. Ellos me enseñaron a abrir las puertas. También aprendí que uno en los medios dura poco. Pero eso es una ventaja, porque no te burocratizás. Pasás de comer con el mejor vino a cenar un sandwichito con un vaso de agua.
-¿Para durar en un medio sin transar hay que generar dinero?
-Si lo encarás por ese lado siempre perdés. Porque pasás a depender del anunciante, el partido político o el gobierno que te respalda. Hablar de periodismo independiente no tiene mucho sentido. Siempre tenés arriba un jefe, jefecito o jefazo. Dependés más del respeto que te ganaste, aunque también se puede volver en tu contra. O podés convertirte en un empresario de tu persona. Es el caso de Neustadt, Hadad o Varela. Ellos son empresarios que venden su nombre como una marca y hay empresas que los apoyan. Pero no son periodistas.
-¿Terminan como voceros de esas empresas?
-Sí. A Neustadt le pasó. Se tiró contra Sevel y Macri le retiró la publicidad. Y nadie protestó ni habló de censura.
-Usted trabaja en una radio que depende de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Tiene libertad para criticar?
-Sí, eso es algo que le agradezco a Rubén Machado, el director. El planteo fue ese desde el principio. Digo siempre lo que pienso. Hago política, pero no política partidaria, que me tiene decepcionado y me parece que a la sociedad también. En mi programa aparecen personajes del ámbito social pero nunca políticos. Se habla de tango y de lo que ocurre en la sociedad. Pero no reniego de la política. El otro día un oyente me dijo: "el hombre es un animal político. Si se le saca la política es un animal". Yo opino y me quejo. Hasta planteo cuestiones internas de la radio públicamente y nadie me dice nada.
-¿Le gusta la gestión de la Secretaría de Cultura de la Ciudad?
-Me parece que apunta demasiado a lo "mega". Si bien los talleres en los barrios se están recuperando, todavía es escaso. La gente que está contratada para estos talleres reciben salarios magros o tarde. No me gustan esos megafestivales que apuntan nada más que al voto y a satisfacer la necesidad de la gente en ver en qué se gasta. Soy partidario de la descentralización y de llevar la cultura a los barrios porque la gente no tiene plata para viajar. Además están los riesgos de las grandes multitudes: desbordes, violencia, robos... Y otra más: se apunta a los consagrados, que ya tienen trabajo.
-¿Qué se puede hacer?
-A los artistas no tan conocidos no hay donde verlos o sale caro, como en el caso del tango. Hay que recuperar el barrio, su memoria, sus exposiciones y sus centros culturales. Subterráneamente hay un movimiento espectacular. Se da con el tango que no tiene una gran presencia en los medios. Los bailes están siempre llenos. Hay cantores populares de primera. Los responsables de cultura deberían rescatarlos y apoyarlos. Hasta grabarles discos, que después se pueden vender o sirven como regalos para las personalidades que llegan o como presentes cuando viajan los funcionarios al exterior.
-¿Cómo es hoy el público de tangos?
-:Estoy notando que hay mucha juventud en los músicos, pero el público tiene canas. De 40 para arriba y hasta los 70. Cada vez hay más jóvenes tocando y bailando tango con alta calidad, pero pocos presenciándolo. Me llama la atención pero no tengo una teoría al respecto. La desgracia del tango es que los artistas deben esperar. El gran Goyeneche fue el de los ´50 y tuvo suceso en su ocaso. Es un tema complejo y tiene que ver con el espíritu del porteño.
-¿Usted tiene una postura política?
-Soy un hombre de izquierda que no se identifica con ningún partido. Me parece que se pelean por pequeñeces. Soy apartidario. Ni apolítico ni independiente. Sueño con la utopia de Jesús: que todos sean iguales y tengan los mismos derechos a la salud, educación y trabajo. Es difícil.
-¿Cómo vota?
-Pocas veces voté en blanco y nunca lo hice en chiste. Por lo general voto en contra. Aunque en la próxima pienso seguir el consejo de un cura villero y poner en la urna una estampita de San Cayetano. Sería un voto pidiendo trabajo. Estoy casi decidido porque me pareció una brillante idea.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
2001