En la casa de Carlos Alberto Muñoz (48) se respira un bello clima hogareño. Sus gatos, que tienen nombres de delanteros de Chacarita, se pasean pidiendo mimos. De las paredes cuelgan imágenes suyas con el Papa, Juan Manuel Fangio, Roberto De Vicenzo, Diego Maradona, Carlos Menem, Raúl Alfonsín y decenas de deportistas y políticos más. Sin embargo, las fotos que domiman el hall de entrada son las de su padre: nada menos que José María Muñoz.
“Tengo mil defectos pero estoy orgulloso de mi hogar mi familia –revela emocionado-. Adoro a mi mujer, con quien llevo 23 años de casado, y a mis hijos. Y me queda el gran recuerdos de mis padres, que me educaron muy bien. En esto me siento un ganador. Después de la muerte de mi padre aprendí a valorar las amistades, porque muchos se borraron”.
-¿Se supera la pérdida de un padre?
-Es muy difícil. Para colmo el mío era muy especial. Más allá del periodista o del relator había un hombre de hogar.
-Y elegiste seguir sus pasos. Todo debe darte recuerdos.
-Todo, pero eso me lo mantiene vivo. Porque a cada cancha que voy alguien me dice: “mirá la cabina de tu viejo”. Y eso que ya no estoy en Rivadavia, que es donde me crié. Después de la muerte de papá hubo muchos cambios y opté por irme. Si en aquel momento agarraba la conducción Cherquis Bialo me hubiese quedado.
Su nuevo desafío pasa por la radio AM 2.000 (1490), donde conduce una tira, “Deportísima”, (lunes a viernes de 12.00 a 14.00) y lleva adelante las transmisiones de los fines de semana (son los únicos que transmiten el partido del domingo por la mañana).A diferencia de José María, Carlos eligió ser comentarista. “Cuando me tocó tomar la decisión, en la emisora había siete relatores. Con esto tenía más posibilidades”. Se crió en Rivadavia, bajo el ala protectora de su padre, para más de dos décadas después, pasar a Nacional y a Radio Sagrada Familia. “La AM 2.000 fue comprada por gente que estaba en la vieja Rivadavia y se hicieron cargo el 31 de diciembre pasado. Es muy nuevita. Y son viejos conocidos”, se entusiasma.
-¿En qué se diferencia tu programa de todos los otros de depotes que hay en el dial?
-Muchos me dicen que nuestro programa se parece a la Oral Deportiva de la vieja Rivadavia. Y sí, eso es lo que queremos lograr. No hay otros que lo hagan.
-En tu horario competís con Fernando Niembro, por La Red, y con García Blanco, por Nacional. Debe ser complicado.
-Esto se engancha con la respuesta anterior. Nacional se dirige al público del interior. Y se orientan cada vez más al fútbol. Ahora le dedican sólo cinco minutos a los demás deportes. El de Niembro es un programa en el que se desarrollan temas con gran extensión. En mis dos horas vas a escuchar de todo: basquet, tenis, en fin... cada deporte tiene su especialista. Y tenemos un ritmo más vertiginoso. Nos parecemos más a aquella Oral Deportiva de los domingos a la noche, que tenía más información. En la tira diaria se desarrollaban temas y mi padre editorializaba como lo hace Victor Hugo hoy.
-Vos pisaste una radio por primera vez a los 14...
-Sí. Empecé en el ’65 al lado de mi viejo. Cortaba cables de las antiguas teletipos y barría los pisos. Quería ser periodista pero era el cadete.Un día me aconsejó: “si querés destacarte, aprendé todos los deportes”. Así fue que empecé a ir a ver remo, ciclismo y todos los deportes amateur. Tardé tres años y medio en salir al aire. En el 74 era el más joven acreditado para un Mundial.
El apoyaba a todos los jóvenes: lo mismo hizo con Marcelo Araujo, Adrián Paenza, Mauro Viale o Marcelo Tinelli.
-¿No te puso un techo tu apellido? ¿No quedaste como “el hijo de...”?
-Para la gente y muchos de mis colegas, sí. Pienso que tal vez me cerró algunas puertas grandes. No sé si Victor Hugo o Torneos y Competencias no se animan a llamarme para que no se piense que es un acto demagógico o porque me verán inalcanzable. No sé. Al principio de mi carrera fue una gran contra porque no me podía equivocar. Es que la manera de pegarle a mi viejo, que como estaba allá arriba era intocable era dándome a mí. Afortunadamente la mayoría de la gente lo quería. Pero su talón de Aquiles para lastimarlo era yo. Por eso, durante 13 años no usé apellido. Era Carlos Alberto a secas.
-¿Aparte de tu padre, quiénes te formaron?
-En nuestros inicios, junto a Mauro Viale y Marcelo Araujo le hacíamos mucho caso a Alberto Citro, que era el carnet número uno de locutores. Con ellos buscábamos palabras raras en el diccionario para ponerlo a prueba y el tipo nos contestaba siempre.
-Ustedes tenían pasión por el idioma. ¿Qué sentís cuando ves que Araujo opta por hablar como en la tribuna?
-Es difícil decir si es positivo o no. No cayó mal en la gente porque es el idioma de la calle. A algunos no les gusta. Yo soy un poco más clásico. No creo que esté mal. Ya dejó de ser grosería lo que él dice. Hay palabras peores. Nadie se siente agredido si una pelota pega en el palo y él dice: “¿Qué culo!”. Yo hace 25 años que lo hago de otra manera y no voy a cambiar.
-¿Cuál fue el mejor equipo que viste?
-La selección de Brasil que ganó el mundial de México de 1970, con Pelé incluido. Tenían talento, que es algo que no se consigue en la farmacia. Hoy, igualados físicamente, podrían bailar a cualquiera sin problemas.
-¿Cómo hiciste para tener una buena relación con Chilavert?
-Tengo muy buen feeling con él desde que vino a San Lorenzo hace muchos años. Me gusta mucho su personalidad. Podés coincidir o no con sus opiniones pero no se puede negar que es un tipo que va de frente.
-¿Quiénes son tus candidatos para salir campeones?
-Boca. Está firme y no tiene la presión de ganar el título. El rival será River y pueden sorprender San Lorenzo e Independiente.
Gustavo Masutti
Revista Ahora - Diario Crónica
Marzo de 1999
lunes, 29 de marzo de 1999
Carlos Alberto Muñoz: "Seguí los pasos de mi padre"
domingo, 28 de marzo de 1999
Marcela Feudale: "Ojalá yo pueda ser Mariano Grondona algún día"
"El programa soy yo" asegura Marcela Feudale acerca de "El programa de Marcela" (Radio 10, lunes a viernes de 15.00 a 18.00) Allí, todas las tardes esta locutora recibida en el ISSER, y que habla inglés, francés y estudia para lograr la licenciatura en historia, repasa la actualidad con profundidad y sencillez. "Peleé muchos años por lograr esto", reconoce. La temática salta de un caso de violación a una lista de las actrices que se aplicaron siliconas en los glúteos. Al igual que la música: conviven Iggy Pop con Charlie Zaa.
"Todos somos eclécticos, -afirma-. A la gente no le gusta escuchar mucho tiempo sobre el mismo tema y se hace muy difícil dedicarte por completo. Además, sin una investigación de por medio, no es serio hacerlo. No estoy autorizada para hablar tres horas sobre la pena de muerte. Por eso convoco a legisladores, sociólogos, juristas... en fin, la idea es que no se imponga mi parecer sino el de la gente que estudió sobre el tema. No debe primar la opinión del opinólogo. Odio la retórica. No me gusta que se diga: esto es blanco porque es blanco".
-¿Después de escuchar todas las opiniones hacés tu resumen como Mariano Grondona?
-A veces me animo. Ojalá yo pueda ser Grondona algún día. Tiene un cerebro magistral y un montón de cultura incorporada que lo llevan a sacar conclusiones terribles.
-¿Hay lugar para la cultura en la radio?
-Los que plantean que la cultura es aburrida es porque no la saben hacer. A mí me encanta. A la gente no le disgusta pensar pero hay que darle las posibilidades para que lo haga. Y para tener pensamiento propio hace falta tener todos los elementos.
-¿Deben educar los medios?
-Qué difícil... Me parece que tienen que contribuir pero no es su función primaria. Para eso debería haber un Estado mínimo que no gaste en cosas absurdas y sí en educar al pueblo. Los medios tienen su responsabilidad: no cuesta nada hablar bien, por ejemplo. No hay por qué caer en la chabacanería. Desde la información se puede dar una muy buena bajada de linea cultural. Decir que hay un curso de algo o leer una gacetilla sirve. Esa es la función del medio: informar.
-¿Qué lugar tiene la diversión en tu esquema?
-Toda. A mí me tienen catalogada como alguien divertida. Es el estereotipo en que quedé pegada.
-¿Cómo se lograría meter la cultura en un programa como el de Tinelli, del que formás parte?
-En la programación de los canales, el programa de humor es de humor y punto. Pretender otra cosa es imposible. Ahí se te va a hablar desde la sátira o la ironía. Después está en vos decodificarlo. A mí me encanta lo que hace Dolina, por ejemplo, que desacartona la cultura. El problema es que la gente anda todo el día atrás del "mango" y a veces no tiene tiempo para cultivarse. Después de laburar 10 o 12 horas el tipo quiere estar con los hijos o dormir. No le podés decir: ¡lea!. Por eso todos estos temas son de una gran complejidad y no te podés poner a disertar así nomás. Hay que convocar a los que saben.
-¿Qué programas de radio te marcaron?
-No soy buena oyente. Me gustaba mucho "El ventilador" (con Guinzburg, Castello y Ulanosky). También Lalo Mir y Hugo Guerrero Martineitz. Cuando yo estudiaba en el ISSER me obsesionaba por no parecerme a nadie. Quiero ser yo. No sé si es autenticidad o egocentrismo pero soy así.
-¿No está todo inventado?
-Depende de la manera en que presentes los elementos. Hay mucho por hacer todavía, aunque siempre vas a caer en algún lugar común. También estás en un mercado competitivo y hay que pensar en si la gente va a aceptar un producto o no de acuerdo a cómo lo presentes. Este es mi trabajo y lo monetario es una realidad.
-¿Cuál es tu relación laboral con la radio?
-Somos una producción independiente de tres mujeres: Marilú Pardo, Patricia Ramos y yo. Le compramos el espacio a la radio (en realidad esto no era así). Peleé toda la vida para un proyecto como este. Sería falsa si no lo digo.
-¿El no ser empleada de la radio te da mayor independencia?
-A mí nunca me han impuesto ningún tipo de linea editorial. Ni acá ni en los lugares donde trabajé anteriormente. Está bien que antes me dedicaba a algo más "light" como la música. Trato de ser coherente aunque la gente busque ubicarme de un lado o de otro. Cuando estudiaba periodismo me decían que debía primar la objetividad. No sé si lo logro, pero trato de ponerme del otro lado del entrevistado. Nunca les digo "sí señor". Por ejemplo, si es del Frepaso, pregunto como justicialista y viceversa.
-La pregunta viene porque el director de la 10, Daniel Hadad, tiene opiniones muy firmes y claras (sin abrir juicio de valor sobre ellas)...
-Pero te juro que no nos baja línea. Cuando hablamos por primera vez me dio toda la libertad mientras no le faltara el respeto a nadie. Y eso es fácil para mí porque considero que cuanto más se grita menos se escucha.
-¿El público puede asociarte ideológicamente a él?
-No todos pensamos igual. El tiene sobre sí el peso de toda una radio. Y la inteligencia como para darse cuenta de que no todos van a seguir su línea de pensamiento. Si no, no convocaría a nadie y haría él las 24 horas de la programación. En la radio está claro: todos los programas son distintos. A mí se me ataca por trabajar con Marcelo y es un producto que voy a defender toda mi vida. Porque participo de las reuniones y sé cómo trabaja él. Esto siempre fue así. Cuando estaba en la "Z 95" decían que era "de cuarta" porque pasaba música "dance". Pero era lo que escuchaban los pibes. Y a las radios latinas las acusan de "grasas". ¡Basta, loco!
-¿La radio es negocio cada vez para menos personas?
-Eso se va a revertir. Cada vez se maneja menos plata porque la televisión seduce a los anunciantes. El argentino consume mucha T.V. No sé porqué. En Estados Unidos la tevé marchó hacia el entretenimiento y la gente se volcó a buscar la información en la radio. Incluso hasta se dejaron de lado las campañas gráficas y se pasaron a la radio por una cuestión de credibilidad. Esa es la diferencia. La radio da mas tempo para reflexionar y dialogar.
-¿El periodismo en la Argentina es creíble?
-Creo que sí. Hay periodistas que son muy buenos. Algunos como Lanata no están trabajando y me da lástima. El protagonismo del periodismo ha sido muy fuerte en todos los ámbitos. Y hay otro fenómeno: la gente está ávida de que le abran el micrófono y opinar. Y está bien.
Gustavo Masutti Llach
Fotos: Luis Gramajo
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Marzo de 1999
miércoles, 17 de marzo de 1999
Rómulo Berruti: "La gente creía que con Morelli nos emborrachábamos por TV"
"Hice radio siempre a pesar de que me siguen relacionando con la T.V. por los 16 años de "Función Privada", aclara Rómulo Berruti. Habla claro, rápido y apasionado. Y da la sensación de que el ruido de los autos que pasan por la puerta del bar en el que se realizó la charla no lo distraen en lo más mínimo. Desde hace seis años conduce el cultural "Detrás del Espejo" (del Plata, domingos de 13 a 14.30), y arrancó el ´99 con "Plumas, Bikinis y Tango" (lunes a viernes de 12 a 13 por FM de la Ciudad) que bucea en la relación entre la revista porteña, el sainete y la música ciudadana.
"La radio dejó de ser un lugar de difusión artística para convertirse en un servicio -asegura-. Antes cubría todas las expectativas y la familia se reunía a su alrededor. Hoy tal vez prenden la televisión y escuchan radio por la calle".
-Hábleme de "Detrás del Espejo".
-Es un programa de cultura y espectáculos y su repercusión es excelente. Llevo como invitados a escritores y a gente del espectáculo. Tiene su costado polémico y paso música que tiene que ver con el invitado. Trato de que cada emisión tenga una unidad. Eso también lo hago en "Plumas, bikinis y tango". Hay un esqueleto y todo se desprende de ahí.
-Eso implica más trabajo.
-Muchísimo. El programa de la FM dura casi una hora completa y para llenar ese espacio tengo que dedicarle toda la tarde. Vos llegás al estudio cada día y el operador te pide la lista de temas musicales. Lo trabajoso es que hay que llevarlo armado. Salir al aire es lo de menos. Con mi oficio no me cuesta nada. Es más, me produce un placer enorme porque amo a este medio. Comunica de un modo único. La gente está comiendo o trabajando y te escucha.
-¿Cómo surge la idea de relacionar el sainete y el teatro de revista con el tango? Es un tópico que no está muy explorado.
-Conozco mucho del tema porque soy sobrino de un autor teatral que se llamaba Alejandro Berruti, que era un hombre muy del medio (fue director del teatro Cervantes y presidente de Argentores). Los tangos se estrenaban en las revistas y si los aplausos eran fuertes, se grababan. Noté que esto no se comentaba. Siempre el tema era "el tango y el cine". Es lógico, porque la primera película "sonora" nacional se llamó "Tango" y desde entonces la música ciudadana fue importantísima para su desarrollo. Esto es algo que está muy estudiado. ¿Por qué no hacerlo con la revista, que llenaba dos funciones de martes a domingo?.
-¿El tema es tan amplio como para un programa diario?
-No. Es simplemente un disparador. Lo uso como base y de ahí me proyecto a otros temas. Pero igualmente es amplísimo. Y yo no puedo dejar de ser un comentarista de espectáculos así que eso también está.
-¿Qué le parece el teatro de revista de hoy?
-Es una imitación de aquella época de oro. Después de un tiempo sin nada, se volvió a hacer algo. Antes había un montón de cómicos y cada sala tenía tres o cuatro humoristas de apoyatura que eran buenísimos. Alfredo Barbieri y Pelele eran "de segunda" y eran extraordinarios. Y la figura era Adolfo Stray. Cada cuadro musical tenía una escenografía y un vestuario distinto. Hoy todo es más barato. Hay un cómico por obra. Llenan las salas porque es lo que hay, pero no tienen la entidad de aquellos. Corona, Artaza o Cerutti son muy eficaces pero en aquella época habrían sido "cortineros".
-¿Entonces cuál es el secreto de su vigencia?
-El público sigue queriendo ir al teatro a reírse. No se puede comparar. Es igual que el fútbol. Hoy hay grandes jugadores como Palermo. Pero en los ´40 y los ´50 había cinco como él. Cada tanto se da un apogeo y después se termina.
-Hablando de altas y bajas, ¿Cómo ve hoy a la cultura?
-Abajo.
-¿Por qué?
-Se trabaja mucho, todo se hace rápido y la gente solo quiere divertirse. Buscan alegría y que le saquen el "stress". Es normal. Mientras hacemos esta nota, Brasil se está cayendo a pedazos y todavía no sabemos bien cómo nos puede afectar. ¿Te parece que a alguien le quedan ganas de estudiar un tratado de sociología? No hay tiempo ni ganas de leer un ensayo. La cultura está devaluada. Si llevás una propuesta de este tipo a un medio te dan las dos de la mañana y tenés que buscarte los anunciantes porque nadie te lo paga. Y si el auspiciante no es institucional, no se consigue.
-¿Esto lo vivís con "Detrás del espejo?
-Sí, lo hago a pulmón y sin cobrar ni un peso. Estoy resignado. Yo tenía un cachet que la radio no lo puede pagar más (era bajo, pero toda la plata que viene segura es muy importante). Podría levantar el programa pero yo no lo hago por plata. Privilegio el esfuerzo que le meto y que la gente me lo agradece y me responde. Lo voy a mantener mientras pueda.
-¿Hoy solo la clase alta tiene acceso a la cultura?
-Se tiende a eso. Todavía quedan algunas bibliotecas públicas y la educación prácticamente es paga. Nuestra Argentina superior fue por la educación del Estado. La cultura es muy endeble porque no vende. Por eso debe estar subvencionada como en todos los países serios.
-¿Cómo ves el futuro?
-Complicado. Estamos en un año electoral y eso provoca zozobra. Si el año que viene nos estabilizamos un poco, puede ser que levante algo. Porque la reserva cultural de nuestro pueblo es muy grande. La clase media nunca perdió el amor al libro.
-¿El público te sigue relacionando a Carlos Morelli y a "Función Privada"?
-Tuvo mucho éxito y ya lleva 16 años (hoy va por cable).Les ganábamos a todos. El cable con su gran oferta de cine nos quitó protagonismo. Nuestro secreto fue comprar toda la producción de cine nacional que no la quería nadie y era barato. La gente empezó a descubrirlo, consumirlo y se encareció. No pudimos pagarlo más. También aprovechamos que no había censura y hasta estrenamos para la T.V. las películas de Isabel Sarli. Esos días no nos ganaba nadie.
-También quedaron "pegados" al tema de beber en pantalla...
-Eso era curioso. En aquella época nadie tomaba en cámara. Nosotros lo hicimos y la gente proyectaba en nosotros su propio alcoholismo. Imaginate que grabábamos a las 7 de la mañana. Claro, el tipo que nos veía en su casa el sábado a la noche con un vaso de whisky en la mano, creía que estábamos borrachos porque nos reíamos. Pero eso también ayudó a que el programa "pegue" fuerte en la gente.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica - Buenos Aires
1999
"La radio dejó de ser un lugar de difusión artística para convertirse en un servicio -asegura-. Antes cubría todas las expectativas y la familia se reunía a su alrededor. Hoy tal vez prenden la televisión y escuchan radio por la calle".
-Hábleme de "Detrás del Espejo".
-Es un programa de cultura y espectáculos y su repercusión es excelente. Llevo como invitados a escritores y a gente del espectáculo. Tiene su costado polémico y paso música que tiene que ver con el invitado. Trato de que cada emisión tenga una unidad. Eso también lo hago en "Plumas, bikinis y tango". Hay un esqueleto y todo se desprende de ahí.
-Eso implica más trabajo.
-Muchísimo. El programa de la FM dura casi una hora completa y para llenar ese espacio tengo que dedicarle toda la tarde. Vos llegás al estudio cada día y el operador te pide la lista de temas musicales. Lo trabajoso es que hay que llevarlo armado. Salir al aire es lo de menos. Con mi oficio no me cuesta nada. Es más, me produce un placer enorme porque amo a este medio. Comunica de un modo único. La gente está comiendo o trabajando y te escucha.
-¿Cómo surge la idea de relacionar el sainete y el teatro de revista con el tango? Es un tópico que no está muy explorado.
-Conozco mucho del tema porque soy sobrino de un autor teatral que se llamaba Alejandro Berruti, que era un hombre muy del medio (fue director del teatro Cervantes y presidente de Argentores). Los tangos se estrenaban en las revistas y si los aplausos eran fuertes, se grababan. Noté que esto no se comentaba. Siempre el tema era "el tango y el cine". Es lógico, porque la primera película "sonora" nacional se llamó "Tango" y desde entonces la música ciudadana fue importantísima para su desarrollo. Esto es algo que está muy estudiado. ¿Por qué no hacerlo con la revista, que llenaba dos funciones de martes a domingo?.
-¿El tema es tan amplio como para un programa diario?
-No. Es simplemente un disparador. Lo uso como base y de ahí me proyecto a otros temas. Pero igualmente es amplísimo. Y yo no puedo dejar de ser un comentarista de espectáculos así que eso también está.
-¿Qué le parece el teatro de revista de hoy?
-Es una imitación de aquella época de oro. Después de un tiempo sin nada, se volvió a hacer algo. Antes había un montón de cómicos y cada sala tenía tres o cuatro humoristas de apoyatura que eran buenísimos. Alfredo Barbieri y Pelele eran "de segunda" y eran extraordinarios. Y la figura era Adolfo Stray. Cada cuadro musical tenía una escenografía y un vestuario distinto. Hoy todo es más barato. Hay un cómico por obra. Llenan las salas porque es lo que hay, pero no tienen la entidad de aquellos. Corona, Artaza o Cerutti son muy eficaces pero en aquella época habrían sido "cortineros".
-¿Entonces cuál es el secreto de su vigencia?
-El público sigue queriendo ir al teatro a reírse. No se puede comparar. Es igual que el fútbol. Hoy hay grandes jugadores como Palermo. Pero en los ´40 y los ´50 había cinco como él. Cada tanto se da un apogeo y después se termina.
-Hablando de altas y bajas, ¿Cómo ve hoy a la cultura?
-Abajo.
-¿Por qué?
-Se trabaja mucho, todo se hace rápido y la gente solo quiere divertirse. Buscan alegría y que le saquen el "stress". Es normal. Mientras hacemos esta nota, Brasil se está cayendo a pedazos y todavía no sabemos bien cómo nos puede afectar. ¿Te parece que a alguien le quedan ganas de estudiar un tratado de sociología? No hay tiempo ni ganas de leer un ensayo. La cultura está devaluada. Si llevás una propuesta de este tipo a un medio te dan las dos de la mañana y tenés que buscarte los anunciantes porque nadie te lo paga. Y si el auspiciante no es institucional, no se consigue.
-¿Esto lo vivís con "Detrás del espejo?
-Sí, lo hago a pulmón y sin cobrar ni un peso. Estoy resignado. Yo tenía un cachet que la radio no lo puede pagar más (era bajo, pero toda la plata que viene segura es muy importante). Podría levantar el programa pero yo no lo hago por plata. Privilegio el esfuerzo que le meto y que la gente me lo agradece y me responde. Lo voy a mantener mientras pueda.
-¿Hoy solo la clase alta tiene acceso a la cultura?
-Se tiende a eso. Todavía quedan algunas bibliotecas públicas y la educación prácticamente es paga. Nuestra Argentina superior fue por la educación del Estado. La cultura es muy endeble porque no vende. Por eso debe estar subvencionada como en todos los países serios.
-¿Cómo ves el futuro?
-Complicado. Estamos en un año electoral y eso provoca zozobra. Si el año que viene nos estabilizamos un poco, puede ser que levante algo. Porque la reserva cultural de nuestro pueblo es muy grande. La clase media nunca perdió el amor al libro.
-¿El público te sigue relacionando a Carlos Morelli y a "Función Privada"?
-Tuvo mucho éxito y ya lleva 16 años (hoy va por cable).Les ganábamos a todos. El cable con su gran oferta de cine nos quitó protagonismo. Nuestro secreto fue comprar toda la producción de cine nacional que no la quería nadie y era barato. La gente empezó a descubrirlo, consumirlo y se encareció. No pudimos pagarlo más. También aprovechamos que no había censura y hasta estrenamos para la T.V. las películas de Isabel Sarli. Esos días no nos ganaba nadie.
-También quedaron "pegados" al tema de beber en pantalla...
-Eso era curioso. En aquella época nadie tomaba en cámara. Nosotros lo hicimos y la gente proyectaba en nosotros su propio alcoholismo. Imaginate que grabábamos a las 7 de la mañana. Claro, el tipo que nos veía en su casa el sábado a la noche con un vaso de whisky en la mano, creía que estábamos borrachos porque nos reíamos. Pero eso también ayudó a que el programa "pegue" fuerte en la gente.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica - Buenos Aires
1999
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