El conductor define a “La Movida” (Rivadavia, AM 630, lunes a viernes de 13 a 17) como un espacio para el humor y la música “sin que la noticia invada demasiado, porque para eso hay otros programas”. Consecuente con una manera de comunicar, el “Muñeco” sigue vigente y va por más. “Para mí, aggiornarse es abrir el juego y convivir con diferentes gustos musicales. Pero no significa hacer el ridículo. Sé que en mi historia están el Puma (Rodríguez), Julio (Iglesias) y Luis Miguel”.
Son muy pocos los que pueden decir que son un icono. Pero no hay dudas de que Juan Alberto Mateyko es uno de ellos. Su estilo, su voz potente, el estilo musical que impuso, su vestuario, su cordialidad, la fidelidad –ida y vuelta- con sus amigos artistas y el público... todo forma un cóctel único que redunda en más de treinta y cinco años de vigencia en los medios. La actualidad lo encuentra en su querida Radio Rivadavia y a la expectativa de volver a la pantalla chica. “Estoy relanzando mi carrera, ampliando mis horizontes musicales –confiesa-. Me parece que es necesario aggiornarse de vez en cuando. Esto no significa vestir el último grito de la moda sino también escuchar, ver, y hacer zapping de radio. Volví a comienzos de 2005 con toda la confianza de Luis Cetrá (dueño de Rivadavia), pero siempre se generan dudas cuando desaparecés por tres años. La gente no me regala nada pero yo no regalo nada tampoco. Por eso vengo a la radio a remar desde temprano con mis productores”. -¿Por qué creés que necesitás reinventarte? -Por mi familia. Mi mujer (Naanim), mi hija de dieciséis (Rosa María) y mi hijo de ocho (Juán Bautista). Además de ser un desafío personal, les quiero demostrar a ellos que papá está igual o mejor que antes. No es un planteo analítico, es simple. Por más que ellos a veces escuchen otra radio.
-¿Qué escuchan?
-A Rosa María le gusta Airbag, por ejemplo. Y al grupo lo tuve en el estudio y cantando en la Rural, junto a Axel, Marcela Morelo, Luciano Pereyra, Facundo Sarabia y el Chaqueño Palavecino entre otros. Fueron programas muy especiales con shows muy calientes.
-¿No corrés el riesgo de perder tu target?
-No, porque ahora es más amplio y universal. Además de los que te nombré, por el estudio pasaron también Adrián Otero y Miranda! Eso es para mí aggiornarse: abrir el juego y convivir con diferentes gustos musicales. Pero no significa hacer el ridículo. Sé que en mi historia están el Puma (Rodríguez), Julio (Iglesias) y Luis Miguel.
-Como en tus principios. Después te especializaste en la música latina. ¿Por qué?
-Eso me pasó porque empecé a viajar. Y convivía con esos artistas: Con Yuri, Juan Gabriel, el Puma y Chayanne, que tenía dieciséis años, entre tantos otros. Hacía programas en Miami para acá y para Estados Unidos.
-¿Cómo definirías “La Movida”?
-Trata de identificarse a partir del ritmo y de que la gente disfrute de un divertimento musical y humorístico, en donde la noticia no invada demasiado. Que no haya prolongados reportajes a personajes de la política o la economía porque para eso hay otros programas y tengo cubiertos al deporte y a la información con “La Oral deportiva” y “El Rotativo del Aire”. Cuando empecé, fui contemporáneo y compañero de grandes como Cacho Fontana, Héctor Larrea, Hugo Guerrero Martinheitz y Edgardo Suárez, por nombrar algunos. Aquello era noticias y música. Cuando apareció la FM no dejaron de programar canciones.
-No los mide Ibope, ¿cómo monitoreás a la audiencia?
-Gracias a la tecnología SMS, de los teléfonos celulares, la gente puede participar en sorteos por entradas a espectáculos, discos y electrodomésticos. Eso es un gancho fabuloso (aunque no le demos excesivo protagonismo en la artística, apenas al principio del programa, en el medio y al final). Y además, nos da la pauta de cuántos, quiénes y cómo son nuestros oyentes.
-¿Cómo son?
-Tengo un público fiel al que no quiero defraudar. Sin embargo, quiero incorporar nuevos oyentes.
-Los artistas siempre te responden el llamado.
-Sí, creo que uno más que virtudes tiene condiciones. Hace unos días me enteré que había muerto la madre de Montaner y lo llamé al celular para saludarlo. Nada más, con el corazón. A él lo gratificó tanto que continuó la charla y me dijo que en esos momentos se daba cuenta de quién lo quería de verdad y quién lo usaba. Cuando mi hija tuvo el accidente, los llamados de apoyo me gratificaban porque estaba débil.
-¿Qué pasa con la televisión? ¿Vas a volver?
-Hay una charla muy avanzada, pero hay que esperar que pase el Mundial, porque opaca todo. De acuerdo a cómo le vaya a Argentina tenés opciones A, B, C y D.
-¿Dónde sería?
-En Córdoba y para toda América Latina.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Mayo de 2006
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