domingo, 23 de abril de 2006
Antonio Carrizo: “la radio dejó de ser un emisor de hechos artísticos para convertirse en un vehículo de la palabra".
Asegura que tiene “un buen stock de laburo”, con dos programas de cable, otros dos en radio y animaciones de espectáculos y reuniones. Por eso rechazó conducir las mañanas en TV abierta y lamenta haber dejado otro envío en una FM de Quilmes. Locutor y periodista, ya es una marca a fuego de la radiofonía nacional. “Antes nos divertíamos, en los estudios y pasillos había chicas y muchachos, músicos y aplausos. Cuando se politizó el medio, se perdió alegría. Me gustaba más la farándula.”.
Llega apurado a la radio, todavía masticando los argumentos de una discusión de dos horas que tuvo con Moisés Iconikoff sobre las diferencias entre “cultura” y “civilización”. “Los libros, las librerías y las charlas con amigos deben ser mi verdadera vocación”, afirma casi como disculpa. Su voz potente y su pronunciación impecable se enseñorean de los pasillos y todos a su paso le dedican un gesto o una palabra de afecto. Es que la simbiosis entre Antonio Carrizo y Rivadavia (AM 630) es casi perfecta. Cuesta imaginar a uno sin el otro. En la actualidad se lo puede escuchar en “El locutorio” (lunes a viernes de 21 a 22, cuando no hay fútbol) y, junto a Tomás Del Duca, en “Los sábados... radio” (sábados de 10 a 12), producido por Patricia Mirasola). “Trabajar acá es una gran alegría. Y lo digo contra mis propios intereses, porque si lo saben, me explotan. Hace tanto que estoy en esta casa... Todos los que pasaron por acá lamentan cuando se van. Tiene mística, huele a radio”.
-¿Cree que tiene una función social o cultural?
-No. Debemos ser indulgentes con ella. La radio es social. Forma parte de la dialéctica de una sociedad. Está inserta en el lenguaje, en lo comercial, periodística y musical.
-¿No debería tener la obligación moral de estar por encima del nivel cultural de la media?
-¿Y el que produce pornografía no?
-También. Debería intentar que sea bella, al menos.
-La radio responde a las costumbres. Solía ser del ambiente artístico, yo protagonicé esa etapa. Había orquestas, cómicos, cantores, radioteatros, todo en vivo. Pero apareció la TV, y la gente tuvo acceso a festivales en clubes y discos a precios baratos. Así, la radio dejó de ser un emisor de hechos artísticos para convertirse en un vehículo de la palabra. De los animadores y periodistas. Y donde está la palabra, hay conflicto. Esto despertó el interés del poder (cualquiera que sea).
-Pero no se ensalza a la palabra.
-Es verdad que se usa un lenguaje más crudo, realista y más grosero.
-Más basto.
-Es que así habla la calle, el ama de casa.
-Vuelvo a la cuestión moral. En sus programas no se degrada el lenguaje.
-No sé, no estoy muy de acuerdo con esto de la obligación moral. Sí es cierto que los profesionales perdimos mucho con esta nueva manera. Porque por tratarse de una radio de ideas y opiniones se genera tensión y angustia. Antes nos divertíamos, en los estudios y pasillos había chicas y muchachos, músicos y aplausos. Cuando se politizó, la radio perdió alegría. Me gusta más la farándula.
-¿Le parece bien que en las escuelas dejen ver los partidos de Argentina en el Mundial?
-Sí. Si juegan Argentina con Holanda y las autoridades resolvieron que el partido no se vea. ¿Ese alumno estará estudiando?
-Va a estar distraído.
-Entonces que le pongan la televisión y que se dejen de joder. Eso si es que van a la escuela, porque los padres y los maestros van a querer ver el partido también. Si no, el chico estará con el fútbol en la cabeza. Ocurre pocas veces al año. Es una discusión bizantina. Habrá que ver qué pasa en los colegios que no tienen el aparato de TV.
-¿Alcanza como argumento? Alejandro Dolina y Fernando Niembro opinan en contra. Dicen que ya hay demasiada televisión afuera de la escuela como para que la vean también adentro.
-La TV no es un fin en sí mismo. El Mundial no es televisión, tiene que ver con el fútbol. Que tampoco es un deporte (salvo para el que juega gratis) ni un show. Me río cuando Chiche (Niembro) o (Alejandro) Fabbri se quejan “...qué mal espectáculo”. Lo dirán porque no son hinchas de ninguno de los que juegan.
-Hay quienes afirman que hay demasiado fútbol en pantalla.
-No estoy seguro. Partidos de Boca hay uno por semana. Otra cosa no veo.
-Para finalizar, Cacho Fontana propuso en esta sección hacer un programa con usted y Héctor Larrea.
-Es una linda idea, muy difícil de llevar a cabo. Cacho sabe que estoy a su disposición como amigo y compañero. También que lo quiero aunque hace años que no nos veamos. El problema es que nos falta la cuarta pata de esa mesa que es la del empresario, lo que llamaban el broadcaster. Por eso es tan complicado.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Abril de 2006
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