domingo, 11 de abril de 1999

Alfredo Leuco: "Reconozco que subestimaba al periodismo radial"


A pesar de que Alfredo Leuco tiene un extenso currículum dentro de la prensa escrita (tiene tres libros publicados y trabajó en diarios y revistas), el público de "Bravo 1030" (Del Plata, lunes a viernes de 9.00 a 13.00) lo tiene identificado con la radio. Es que desde hace ya cinco años acompaña a Fernando Bravo en su tira con sus columnas y comentarios políticos e incluso llegó a reemplazarlo en la conducción durante sus vacaciones. Nos recibe con un humor excelente y su eterna tonada cordobesa
-Sos un hombre de la gráfica, ¿cómo te resultó el pasaje a la radio?
-Fue un gran desafío y una novedad. Empecé a trabajar en el ´77 en diarios y revistas y las técnicas del periodismo gráfico son distintas. Hay que ver qué es lo más importante, hacer una cabeza informativa, usar copetes, epígrafes y negritas. Me preguntaba cómo traducir eso al lenguaje radial. Me costó aprenderlo. Reconozco que subestimaba al periodismo radial. Pensaba: "te ponés frente al micrófono y sanateás un poco". Y no es así para nada. Mis primeros programas cuando me convocó Fernando fueron lamentables.
-¿Cómo te organizabas? -Preparaba como para escribir 70 lineas. Y después al aire eran dos o tres minutos y me sobraba o me faltaba material. De a poco y mirando a Fernando fui aprendiendo. El tiene 30 años de televisión y radio y un oficio impresionante. Es un gran creador de climas mágicos. Cuando no viene y lo reemplazo, me doy cuenta lo difícil que es pasar de una nota divertida a otra seria. Hoy puedo valorar un silencio, las inflexiones de voz y los efectos de sonido.
-Aprendiste a poner negritas en radio.
-Claro. En este medio, la forma de presentar la información es tan importante como el fondo.
-¿Te chocó lo efímero de lo que se dice en radio? -Eso es terrible. Se nota la fugacidad y genera angustia. Una de las maneras de contrarrestarla es la reiteración, que en gráfica está prohibido. Traté de combatir la fugacidad con la edición de "Le doy mi palabra", un libro que recopila mis 100 mejores columnas (llevo escritas más de 800). Las escribo todos los días a las cuatro de la mañana y tardo una hora y cuarto en preparar lo que al aire dura cinco minutos.
-¿Qué temas de tus columnas tuvieron mayor repercusión? -Se divide en dos. Aquellas en las que soy crítico del gobierno o en las que trato de definir al presidente Menem. Y la otra variante es la que llamo la "columna humana". Estas tienen que ver con temas cotidianos o de color. Por ejemplo cuando conté la historia de Margarita Barrientos, que tiene en el Bajo Flores un comedor para 300 pibes. A pulmón, rompiéndose el lomo y casi sin ninguna ayuda. Ese tipo de historias ayuda a que la gente se solidarice y te permite un respiro de la basura cotidiana de la información política y económica.
-Hace unos días Pergolini comentaba que "el panorama político se está poniendo divertido". ¿Compartís esa lectura? -(Sonríe) Siempre digo que "son muy buenos tiempos para no ser pobres". Hoy la línea de la pobreza pasa por si tenés trabajo o no. Que no quiere decir que seas rico. Es un buen momento para ser periodista por el debate intelectual que se plantea. En ese contexto es válido. Ahora, si sos pobre, estás más jodido que nunca. Por eso no comparto esa visión.
-¿Estos tiempos son los de mayor libertad de prensa? -Sí. Hasta hace seis meses lo era. En los últimos tiempos cambió porque se produjo una violenta concentración de medios en pocas manos. Eso recortó la libertad de prensa. Se incorporaron empresarios periodísticos de otros negocios y eso achica la libertad de prensa. El gobierno ha tensado la relación con los medios de comunicación amigos para evitar que haya noticieros y las noticias circulen. Hoy se está achicando y hay que estar alertas.
-¿Esto tiene que ver con que estamos en un año electoral? -Algunas cosas, como las presiones del gobierno, sí. Después se van a calmar. Otras no, porque tienen que ver con la estructura económica. Las concentraciones de medios llegaron para quedarse. Hay que aprender a convivir con esa nueva situación.
-Hablás de presiones del gobierno y vos sos crítico con él. Me imagino que las sufriste... -No, por suerte no. Jamás en cinco años de laburo se me acercó el director de la radio para que no hable de determinado tema. Y eso que en una empresa, sin llegar a la censura, se puede hablar con el editor y recibir sugerencias sobre ciertas cosas. Tengo entendido que todos los periodistas de Del Plata tienen la misma libertad.
-Vos trabajaste en gráfica en los ´70. Así que pasaste por la dictadura, donde sí había censura. -Es muy interesante ese tema. Yo durante esos años hice periodismo deportivo. Hasta el ´83 escribía sobre fútbol y basquet.
-¿Fue una elección tuya? -Sí, y absolutamente meditada. A mí me interesaba política e información general, pero el deporte también. Después de Malvinas vinieron de "política" a llamarme y acepté.
-¿Aquella decisión la tomaste por miedo? -(Hace una pausa) Sentía que no tenía posibilidades de trabajar en esa sección. Durante la dictadura, "política" tenía apenas cuatro páginas. Y deportes, veinte. Sobraban los periodistas políticos y era difícil hacerse un lugar. Pero por otro lado es verdad, yo había tenido militancia política y sindical en Córdoba e incluso me echaron de un diario por eso. Medio que me vine a Buenos Aires con perfil bajo y tratando de zafar de aquello. No quería meter "la cabeza en la boca del lobo". Preferí quedarme en deportes, que había más trabajo. Después me llamaron de la otra sección porque "de contrabando" siempre metía algo de política en mis comentarios deportivos.
-Sin embargo, no es una leyenda que no se podía criticar a Menotti. -No, hay documentos oficiales que lo prueban. Pero tuve suerte porque siendo menottista trabajé en Clarín, un diario menottista. No tuve ese conflicto. Al Flaco lo apoyaba desde todos los ángulos. Me gustaba su fútbol y políticamente. El tipo había firmado solicitadas a favor de los desaparecidos. Lo que pensaba coincidía con la ideología del diario.
-¿Hoy el periodismo es creíble? -Sí. Y aprovecho que las notas a periodistas son leídas por los colegas para pedirles que sean rigurosos y serios. Y diferencien bien información de opinión. Este romance de la gente con el periodismo debe mantenerse porque si nos equivocamos seguido, podemos dejar de estar primeros en las listas de credibilidad. Nos puede pasar como en los países desarrollados. Allá, para la gente, estamos a la altura de los vendedores de autos usados.
-Supongo que allá los jueces están primeros. -Es así, y nadie aquí le compraría un auto usado a un juez.


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
11 de abril de 1999

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