Carlos Barragán: “La autocrítica se hace en el vestuario”

Por más que se trate de su cara más conocida, reducir a un tipo talentoso como él, que hizo tantas cosas, a ser sólo “el que canta y opina en 6, 7, 8” es una cruel injusticia. Antes de formar parte del staff del programa, célebre y polémico por defender a capa y espada la gestión del Gobierno Nacional, Carlos Barragán tuvo una más que interesante carrera en la radio junto a nombres como Lalo Mir, Elizabeth Vernaci, Adolfo Castelo, Gillespi y Jorge Halperín. La radio es su hábitat y lo demuestra cada noche en Radio Nacional con “Todos en cuero” (AM 870, lunes a viernes de 0 a 2).
-¿Te acostumbraste a tu nueva condición de personaje conocido?
-Como todo en la vida, es pasajero. Sé que lo que digo ahora tiene otro rebote y aprendí a cuidarme por la misma mecánica de los medios.
-¿Es decir…?
-Alguna vez me desboqué y salió una nota titulada con una frase tremenda. A lo mejor no me doy mucha cuenta de todo lo que pasó a partir de la llegada a la tele.
-¿Lo disfrutás?
-Sí, porque encontré mi lugar en el mundo. No sé dónde podría estar en la tele si no fuera en 6,7,8.
-¿Por qué?
-Porque no la entiendo, no me parece un medio copado para decir cosas. A diferencia de la radio, me resulta difícil y no lo manejo. Por eso pedí estar acá en 2009 cuando Gvirtz (Diego, el productor de 6,7,8) me ofreció estar en Duro de domar. Me dijo que estaba loco, pero me siento bien. Porque ahora estoy en el frente de batalla, en la trinchera. Soy un soldado que pelea en la primera línea de esta batalla cultural.
-¿Lo sentís así?
-Sin dudas.
-El buen soldado recibe órdenes sin discutirlas.



-Ehhh… La metáfora bélica no está buena, entonces. Pero como le agregué “cultural” por ahí zafa (risas). Saquemos lo bélico y digamos que doy un gran debate sobre los medios y la política argentina. En ese sentido sí reafirmo todo lo que dije.
-¿En ese marco, qué margen de disenso tenés con el discurso del programa?
-Me los doy yo. Como dicen los directores técnicos de fútbol, “la autocrítica se hace en el vestuario, nunca en público”. Unas pocas veces la hicimos al aire, pero no es nuestro lugar.
-¿Y cuál es?
-Contestarle a las operaciones mediáticas de ya sabemos quién.
-El que los criticó más duro fue Ricardo Forster.
-No me acuerdo qué dijo.
-Los acusó de “tener un discurso inaceptable para quien tenga una mirada un poquito crítica” ("Imbecilidad estructural", acusó). Básicamente, de apuntar a los propios y no a convencer a quienes están en desacuerdo.
-Tampoco se puede pretender que 6,7,8 representa toda la política de medios del Gobierno Nacional. Es verdad, 6,7,8 no convence. Busca ser un dispositivo, repito, de desarticulación de operaciones periodísticas. Queremos desenmascarar informaciones falsas o deformadas. Lo bajamos, lo desarmamos y contamos quién dice ciertas cosas. A lo mejor se tocó un techo, no lo sé.
-¿Y en qué ganaron?
-Me lo dice la gente por la calle: gracias a 6,7,8 aprendí a leer los diarios.
-En ese sentido fue muy didáctico, sí.
-Bueno, hicimos pedagogía y está bueno porque eso va a quedar. El tipo que ya sabe descifrar a los medios no se va a olvidar.
-La radio te permite jugar más.
-Sí, es muy rara porque el camino es más ancho.
-Y tenés un horario en el que la gente te escucha con atención.
-Claro, no me tienen de fondo mientras hacen otra cosa. Yo hago un programa de humor que tiene que ver con la realidad política. Igual, no es duro, me parece que es bastante amable.
-¿El humor copó la trasnoche?
-Se metió en todos lados. Parece que no puede existir un programa que no tenga un humorista. Para mi gusto, es algo ridículo. En la radio, sobre todo, siempre aparece un chistoso que muchas veces entra con fórceps. Queda mal. Entre dos cuestiones serias anuncian: “ahora viene Tito”, y sale uno que cuenta un chiste… No sé para qué. No lo entiendo. El humor está en la vida, ¿para qué gastarlo así?


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Abril de 2012