miércoles, 23 de marzo de 2011

Alejandro Dolina: “El negocio del disco ha muerto”


Libros. Es lo primero que impacta del paisaje de la casa de Alejandro Dolina una vez que se sube el primer piso por escalera. Las estanterías llenas ocupan dos paredes y en la mesa se apilan algunos más, como al azar. Algunos de ellos aún visten celofán. En la multitud de títulos y autores se mezclan León Tolstoi con Eric Hobsbawn y William Shakespeare con Paul Johnson y Jacobo Winograd. “¿Perdón?” digo con el ejemplar de “Billetera mata galán" en la mano. Lejos de hacer una finta intelectual que lo deje bien parado, el creador y conductor de “La venganza será Terrible” (Nacional, AM 870, lunes a viernes a la medianoche) se hace cargo: “Me lo mandó la editorial y le voy a dar una oportunidad. Me imagino que debe ser divertido”.
-¿Qué relación tenés con la cultura rock?-Muy poca. Los chicos que me vienen a ver son roqueros (se ríe).
-Por eso te lo pregunto.

-No lo termino de entender porque no hago concesiones ni adapto el lenguaje o los temas. Los chicos que cantan en el programa también abrevan un poco en esas aguas. Pero no tanto, porque son bastante tangueros también.
-Bueno, a los roqueros argentinos cuando van al exterior les dicen que hacen tango- rock. Puede tener algo de estereotipo…
-Aunque tal vez lo llevemos un poco en la sangre ¿no? Que seamos tangueros inevitablemente, aunque uno decida no serlo.
-Me dijiste que no descartás volver a hacer un programa desde el estudio por primera vez en años porque la radio está en un barrio (Microcentro) que no es amable para el público de noche.
-Sí, porque tampoco puedo pedirle a la radio que me banque el alquiler un teatro. Es posible que lo hagamos en el estudio. Tuvimos algunas pruebas sin querer.
-¿Cómo es eso?-A principio de año estuve enfermo con un asunto de vértigo, una gilada que me tuvo encerrado en casa un tiempo largo. Por eso salimos al aire varias veces desde acá. Nos reíamos como locos, pero es otra cosa. Está de más decir que tener enfrente un teatro lleno con mil tipos es distinto.



-¿Cuál fue tu mayor convocatoria?-Creo que 15 mil personas en Montevideo, durante un festival. Aunque ese no fue un buen programa. Pero en Rosario sí, y llegamos a diez o doce mil. Había gente que ni nos veía. Iban hasta el lugar y abrían la puerta de los autos para escucharnos. Ese nivel de fidelidad también es muy estimulante. Imaginate lo poderoso del silencio de toda esa gente. Todo eso lo pierdo en el estudio aunque Dorio se ría o Barton me cebe mate. Ojalá que todo se arregle y que Nacional nos encuentre un buen lugar para ir.
-Con todo, les va bien.-Por suerte, si. Vamos primeros en nuestro horario, después de muchísimo tiempo que no pasaba en esta emisora. Nunca le di mucha bolilla a esto, pero sé que tenemos una larga historia de liderar la audiencia.
-¿Qué significa eso?-No sé (se ríe). Qué se yo. Probablemente nada. La radio está contenta con eso, y tal vez nos den algunas cosas que le estamos pidiendo.
-Hace veinte años me dijiste que le tenías miedo al paso del tiempo. Tenías más o menos la edad que yo tengo ahora y me pasa eso. ¿Cómo sigue?-Imaginate el terror que tengo ahora (risas). Ver a mis hijos grandes denota mucho más el paso de los años que uno mismo (piensa). La respuesta es que tengo más miedo que antes. Y eso que a mí me trató bastante bien.
-Pero las ausencias se suman.-Exacto. Y hay una cuestión de proximidades. El médico me dice que la crisis que nuestros padres tenían a los 40, ahora la tenemos a los 60. Recién entonces se empieza a pensar en que vamos a declinar, que tenemos que cuidar un poco la pinta, comer mejor para no engordar y todo eso. Si me recuerdo a los 40 siento que era un pibe. A los 60 tenés algunas chances pero son menos.
-¿Y el deterioro intelectual?-Ese es uno de los dos miedos más terribles. El primero, claro, es que la muerte está más cerca, vamos a nombrarla. Vos podés luchar contra el deterioro físico, pero si es intelectual tal vez no te des cuenta de que te estás derrumbando. Y seguís intentando, escribiendo, creando y relacionándote. No a los 60, pero en algún momento te pasará. Lo peor es que es inadvertido, porque si te das cuenta no estás tan mal. Quién sabe si este mismo que dice estas mediocridades no es una persona deteriorada.
-¿Qué se hace con ese miedo?-Así como el físico se cuida con prestarle atención a la salud, uno debe ponerse a prueba a cada momento con su inteligencia. Así como los músculos, el cerebro se cultiva. En este punto le vuelvo a agradecer a la radio un cacho de juventud que me ha regalado. Porque debo estudiar cada día para hacer el programa. Aunque después vengan algunos a decirme que hago siempre lo mismo, debo hacer una gira por los libros y perpetrar un saqueo diario que me obligue a recorrer territorios inexplorados por mí.
-Como un examen.-Sí, rindo una prueba cada día. Tengo que demostrar que todavía funcionan las pequeñas destrezas que puedo tener. Y en estos veinte años ese ejercicio me ha construido, sin que me lo propusiera seriamente, un volumen de lecturas y aprendizajes que si no hubiera trabajado en la radio, no las tendría. Podría leer como siempre, pero ahora lo hago con un lápiz en la mano. Y cuando no entiendo algo, lo leo de nuevo. Antes tiraba el libro. La radio me volvió mucho más eficaz como estudiante. Retomando la pregunta: ante el miedo intelectual, se va al gimnasio.
-¿Escuchás radio?-No me quedo sentado adelante del receptor, desde luego, pero sí. Me acompaña mucho en los viajes y en algunos momentos en los que estoy haciendo algo. Lo hago de un modo heterodoxo, exploro bastante. Me voy a los arrabales del dial para ver qué hay.
-¿Y qué encontrás?-Programas de pastores evangélicos y cosas por el estilo. Hasta hace poco había uno a la noche que se llamaba el “Indio no se qué”.
-¿En Radio Rivadavia?-Exacto. Que tiene un lenguaje muy divertido. Te dice cosas como “me manda la papelita”, o “venga a la casita de mí”. Extraordinario.
-Si uno hace un personaje de ficción como ese, lo descarta por increíble.-Claro. También escucho mucha música. Me gustaría seguir a Héctor Larrea pero como está a la mañana no puedo. Me gustan Quique Pesoa, Alejandro Apo y Jorge Halperín.
-¿Y la tele?-Estoy con un proyecto muy lindo, con Juan Campanella como director. Se trata de un falso documental de 13 capítulos sobre un programa de televisión que nunca existió. Ya está muy avanzado. Lo escribí con mis hijos y se divide en dos partes: el programa en sí y el documental, con los testimonios actuales. Tiene un trasfondo de cinismo, humor y mucha música.
-¿Volvés a actuar?-Sí. Tranquilo porque me dirige un talentoso como Campanella, que además es un buen tipo. Irá por Canal Encuentro, que es de estrechas miras en cuanto a la repercusión masiva, pero de alta exigencia de calidad.
-El proyecto suena viable desde lo comercial.-Sí. Tomamos algunas precauciones por si en algún momento rinde frutos por ese lado.
-Siempre te fue esquivo el tema comercial. ¿Por qué el respeto que supiste ganarte no se traduce en avisos?-Ah, no, no me ponen nada. Aún cuando “La venganza” es muy popular desde hace mucho tiempo. Me dicen que es por el horario. También es cierto que hay una cierta desidia de mi parte. No le dedico los mismos esfuerzos a juntar plata que a mejorar el programa. Igual esa popularidad la puedo plasmar con los libros. La gente los compra.
-No pasa lo mismo con los discos, que se los afanan de Internet.(Se ríe con ganas)-Es verdad, el negocio del disco ha muerto. Fue reemplazado por una nueva forma de comunicación que, hasta que no se encuentre un candado, se lo van a seguir llevando. Es muy raro todo eso.
-También es verdad que te multiplica la audiencia ese fenómeno. Te van a ver en vivo más tipos que se bajaron el disco.
-Bueno, pero desapareció una forma de llevar adelante la carrera. Hasta no hace mucho había artistas que sólo grababan discos y no cantaban en vivo. Ibas, cobrabas las regalías y chau.
-Michel Peyronel me hizo notar que el negocio de las discográficas tiene apenas cien años.-Tiene mucha razón. Fue un sistema efímero si se tiene en cuenta lo antigua que es la música.  A alguien se le ocurrió proteger los derechos, se estableció ese sistema y duró menos de un siglo.

Gustavo Masutti Llach
Mavirock Revista 
Buenos Aires- Argentina
Noviembre - diciembre de 2010



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2 comentarios:

ARO GERALDES dijo...

Llegué a esta entrevista desde el Blog de Blogs de TEA. Ya sumo tu página a "favoritos" para leer las demás entrevistas.
Un saludo
Pablo Aro Geraldes

Lic. Gustavo Masutti Llach dijo...

Es un orgullo que un tipo con tu trayectoria escribo esto. Mil gracias.