sábado, 20 de octubre de 2001
Enrique "Quique" Pesoa: "La de la Ciudad es una emisora pobre y que ha sido devastada"
"Los programas mutan todo el tiempo. Aunque, con un año en el aire ya tiene una forma definitiva. Se lo puede toquetear pero su jeta está definida. Pienso que es redondo y, sin pudores, digo que es el más lindo que hice. Es el más completo y lo que falta vendrá con el tiempo". Así, como él dice, "sin pudores", define Enrique "Quique" Pesoa a "En la vereda" (Once Diez, AM 1110, lunes a viernes de 9,00 a 13,00), el envío que marcó su vuelta al éter porteño después de una larga ausencia.
-¿Está cambiando el paisaje de la mañana en radio? Ya no hay únicamente clásicos programas "a toda velocidad".
-No sé lo que pasará en otras radios. Acá me di cuenta de que podía aprovechar de tiempos que en otros lados no existen pues la tanda te invita y te empuja a la velocidad. Radio de la Ciudad no tiene compromisos comerciales y si una conversación con un tipo me interesa, no tengo la obligación de cortarle a los tres minutos. Si mi "tempo" me indica que va bien, sigo. Porque a veces, un reportaje de tres minutos es un plomo. No se me pide velocidad ni competir contra nadie.
-¿Tenés un oyente ideal? Sé que no te manejás con target ni otras cuestiones marquetineras.
-En el pasado me pregunté si debía. Sin embargo, determiné que debo guiarme por instinto. El me indica para dónde ir, lo escucho y ni si me ocurre darle órdenes. No me dio mal resultado.
-La radio tiene muchos problemas logísticos y técnicos.
-Esta es una emisora pobre y que ha sido devastada. Hasta perdió la frecuencia 710 y es irreversible. Hoy estamos en el 1110, con una antena alejada de la ciudad y por lo que me dicen los técnicos, la señal pasa por arriba de la ciudad. Es decir que se escucha mejor afuera de Buenos Aires.
-¿Entonces?
-Para eso se está tratando de poner una planta transmisora mucho más cercana al ejido urbano. Lo único que no se puede (me lo dijo Gustavo López, titular del COMFER) es recuperar la 710. De acuerdo a los presupuestos de la ciudad, nos la arreglamos con lo que tenemos y llevamos equipamiento propio. Yo me voy chocho a la radio con mis computadoras. Porque trabajo en paz, no me dan indicaciones y tengo un salario más que digno. Lo mínimo que puedo hacer es responder con todo. Y, despacio, me están acompañando.
-¿Con estas falencias se seguirán conformando con pelear los últimos puestos de la audiencia?
-Dependemos de la capacidad de llegada de la radio. Porque en lo artístico tiene un sonido y es una emisora. No un archipiélago de programas. Nos falta lo técnico. Pero como con eso no puedo hacer nada, arreglo lo interno: me preocupo por hacer un buen producto. De lo demás que se ocupen los otros porque no es mi área. Tal vez sea autoconvencimiento.
-Cuando estabas en Radio Rivadavia decías que "jugabas en Primera". ¿Hoy te parece que estás en la Fórmula Uno?
-No, estoy en una categoría más chica. Eso si se usa el parámetro de llegada de la radio y cantidad de oyentes. Claro, la vida se puede ver desde otro punto de vista, no sólo desde las cantidades. Porque es posible estar en una radio con gran alcance pero la programación destruida. Llena de pastores, por ejemplo. Si medís llegada, esta no es una radio de primera.
-¿Y en qué es de primera?
-En lo artístico.
-¿Cumple la radio alguna función social?
-Sí. Siempre y cuando tengan una suerte de "superyo" que les marque que se trata de un servicio a la comunidad, que vos no estás para llenar un espacio. Que tenés una misión porque los medios de comunicación modifican conductas, permiten cambios de estructura de pensamiento y educan. Si no sos consciente de eso y vas a ganarte un sueldo, o si creés que es puro entretenimiento, como se autoinventó la televisión para zafar de esta responsabilidad de reconocerse como generador de ideas, bueno. Ese es el otro enfoque.
-¿Es posible pensar en una gerencia con estas inquietudes en tiempos de multimedios y retracción económica?
-La radio en que trabajo puede porque no tiene miras de competir con nadie. O tiene una función social o estaría vacía. No hay alternativas. Pertenece al gobierno de la ciudad, a los vecinos. Eso puede ser un simple enunciado o una realidad.
-¿Seguís sin ver televisión ni escuchar radio?
-Sí. No soy un gran consumidor de medios. Apenas leo un diario a la mañana. No se puede consumir algo con lo que no estás de acuerdo. Si no estrías hablando al pedo todo el tiempo. Cuando termino con la radio me voy a casa a dormir la siesta y de ahí me voy al estudio a grabar unas cositas (las voces en "off" para el canal Europa Europa "...viene bien algo de cine europeo ante tanta hegemonía del imperio", sentencia). Y cuando tengo tiempo juego un poco en mi banco de carpintero.
-¿A quiénes admirás?
-No puedo hablar de gente que está al aire hoy porque no los escucho. Tal vez Eduardo Aliverti, que es acartonado pero es muy consecuente. Y del pasado, al principio copiaaba asquerosamente a Juan Carlos Mareco, Antonio Carrizo, Hugo Guerrero Martinheitz y Alejandro Dolina hasta que armé mi propio estilo.
-Se viene otra "Minga", la primera en Radio Municipal.
-Sí. Esta será la sexta. Las anteriores fueron en Rivadavia (AM y FM) y a la última fueron 12.000 personas. En este caso será en el Parque Sarmiento, el sábado 20 de octubre, desde las 8 de la mañana. "Mangamos" un escenario, sonido y luces y los músicos que pasan por los "conciertitos del mediodía" del programa si quieren, van.
-¿Qué tendrá de distinta?
-Poco. Es un encuentro con fines de locro y no de lucro. No habrá transmisión de radio ni es un festival. Es un día de pic-nic, para pasarlo juntos. En el que lo único que me preocupa es que la gente que viene no pague nada, ni haya nadie pasando con una alcancía, tratando de venderles nada y que no haya ningún tipo de sorteo, regalos ni premios. Debe estar limpio. La idea es el "negocio del no negocio": juntarnos en un lugar piola. No me quedo arriba del escenario sino que estaré abajo, recibiendo y dando afecto. Podemos ser veinte, dos mil o veinte mil. No importa.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora- Diario Cronica
Buenos Aires - Argentina
Octubre de 2001
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