martes, 5 de febrero de 2002

FM Mega, 98.3: "Intentamos ser un muestrario de la historia del rock argentino".

Dos pintores vestidos de amarillo y subidos a una tarima le ponen actividad y colorido a la esquina de Uriarte y Nicaragua (a pasos de la “Zona Roja” de Palermo). Están terminando de pintar del mismo color que tenía, el frente del edificio que alberga a la FM Mega, 98.3.
Es una metáfora del funcionamiento de la radio: cambiar y esforzarse para que nada cambie. Es que desde aquel 24 de abril de 2000 cuando la emisora arrancó, con “La balsa”, de Los Gatos, su transmisión de 24 horas de “puro rock nacional”, se subió al tope de la audiencia y nunca se bajó. Y ahora le queda pelear por lo más difícil: mantenerse.

Uno de los encargados de seguir ganando esa guerra es el director musical Maximiliano Re, responsable de lo que es la columna vertebral del éxito: las canciones. “Intentamos ser un muestrario de la historia del rock argentino –explica–, desde sus inicios hasta los estrenos de la semana pasada. Sin discriminar si son mujeres, hombres, solistas, grupos, viejos o nuevos”. Así conviven sin codearse Mercedes Sosa y Sumo, Diego Torres y Los Redonditos de Ricota o Los Twist y Andrés Calamaro. Y todos contentos.
Re tiene un “stock” de pedidos de oyentes que llegan por vía telefónica, correo electrónico y tradicional y hasta algunos papelitos que dejan en la mesa de entradas. De este modo, el musicalizador los administra y sin ayuda arma la lista de más de trescientas canciones que salen al aire por día. “Como la programación es uniforme, no es tan difícil –reconoce Re–. En otras radios tenés que adaptarte a los gustos de cada conductor y al estilo del envío. Además, ésta debe ser la radio más democrática en un sentido amplio. Porque no tengo decisión sobre qué temas salen o no. A lo sumo defino el orden o los agrupo de un modo que creo armónico”.
Estos temas entran en rotación y cambian de horario el resto de la semana. Si bien cuando se hizo la lista original de 2.000 temas y que fue testeada durante cuatro meses mediante entrevistas con 10.000 personas de todas las edades y niveles socioeconómicos los preferidos fueron Sui Generis, Pastoral y Fito Páez, hoy no existe un artista que se destaque en los pedidos exageradamente por encima del resto. Y a lo largo del día suenan tanto GIT, como Alejandro Lerner, Los Piojos, Charly García o Almendra.
“Todos los temas no se renuevan –reconoce–. Hay canciones nuevas y mantenemos una base de quinientos títulos. Pero hay clásicos que la gente quiere escuchar siempre. Debería sacar el cálculo, pero debe haber unos veinte temas (entre el cinco y el diez por ciento) de los que se grabaron en los últimos dos años. Con seguridad, en marzo haremos una nueva convocatoria masiva para consultar a la audiencia (sería la tercera) y la experiencia dice que de ahí saldremos bastante renovados”.
Según los estudios de perfil que hace la radio, los oyentes de Mega cubren todo el espectro. Se los escucha tanto en la calle con el walkman, en el auto, en los negocios como en las casas. “La Mega es de los oyentes y de los artistas –enuncia Re–. Me pasó que una vez cayó Pappo y pidió que le diésemos espacio para promocionar un show. El tipo pasó, se sentó en un estudio y habló. Se fue contento y eso a la gente le encanta. Y por supuesto que a la radio le sirve”.
Uno de los desafíos más difíciles es, en un universo tan amplio y heterodoxo como es el llamado “movimiento del rock”, encasillar a los artistas. Sobre todo con algunos cantantes como Víctor Heredia, Juan Carlos Baglietto o León Gieco, que se escapan de los rótulos todo el tiempo. “Si están o no lo define la gente. Heredia y Gieco, por ejemplo, formaron parte de una movida musical contestataria que se oponía a una dictadura militar represiva. Después de todo, el rock va más allá de un ritmo. Si nos ponemos en puristas, el rock nacional no existe”.

María Muñoz presenta los temas frente al micrófono que sale de la consola de sonido. A la derecha un monitor le indica la lista de temas y publicidades que saldrán al aire y a la izquierda, otro le marca cuánto tiempo falta para que termine la canción que está sonando. También allí están los reproductores de CD y el teléfono que saca a los oyentes al aire. Como los DJ’s estadounidenses, María hace de operadora y locutora, algo poco acustumbrado en las pampas pero que, optimización del personal mediante, será cada vez más visto. “Era la primera vez que lo hacía –comenta María “relojeando” las pantallas–, pero fue mucho menos traumático de lo que me imaginaba. Porque la tecnología ayuda y con los programas de computación de que disponemos todo se hace muy fácil”.
Aquí no encontrará comunicadores festivos, ratoneros ni amistosos. El estilo de los locutores es neutro y en promedio cumplen turnos de cuatro horas. María detalla: “Mega tiene un esquema de salida que intenta mantener la premisa, que desde la inauguración fue: ‘Más música y menos palabras’. El oyente no debe ser distraído por la ‘lata’ que le puede dar un locutor ya que su interés pasa por la música. La dirección nos marca un estilo general para no desentonar con la radio pero respeta muchísimo que cada locutor le ponga su sello individual”.
–¿La realidad se mete por el teléfono cuando hablás con los oyentes?
–Sí. Están muy preocupados. Y te aparece el tema de que tratan de distraerse con la radio porque están desocupados, por ejemplo. Es inevitable.
Salvo de 6 a 9 de la mañana, horario en que cada media hora la emisora transmite algunos reportes de tránsito y se leen regularmente los titulares de las noticias más importantes, en La Mega sólo se escucha música y locutores que presentan los temas. “Está claro que no somos una radio de noticias –aclara Re–. Los que se informan buscan la AM. Puede ser que muchos nos sintonizan para darse un recreo de la información permanente de las AM. Sin embargo, también pasa al revés: hay gente que nos escucha todo el día y cada tanto pone la AM para salir un poco de ‘a burbuja’. Porque no tenemos un sólo tipo de oyente. El público también se informa por la tele o los diarios”.

A oscuras (porque le gusta), el locutor Carlos Culotta graba en uno de los numerosos estudios un separador para la repetidora de Bariloche. En el interior del país ya hay treinta y dos repetidoras que toman la transmisión y otro tanto engrosa la lista de espera. Eso sin contar a las emisoras “piratas” que simplemente capturan vía Internet o por el cable de la televisión satelital la programación completa y la lanzan al aire como propia.

Varios tratarán de explicar los secretos de su éxito. Sin embargo, lo importante es que La Mega le devolvió el lustre al rock nacional. Y ver brillar algo nuestro tan querido no es poco.


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica - Buenos Aires
Febrero de 2002

2 comentarios:

Anónimo dijo...

CAELITOS Y LA CHOMBA

Anónimo dijo...

¡hóla crlitos!! y la chomba!! y los fáxses!! y la trasnoche!! y.. no pude encontrar una foto tuya.
me contaron que ahora vos te apoderaste de la transnoche!
asi que
mosarvete has que la trasnoche suene a todo lo que dá!!!!!
sin otro particular te saluda atentamente yó jddrd