domingo, 12 de agosto de 2001
Jorgelina Aranda: "La gente está sobreinformada y atemorizada"
“Si alguna vez alguien me dice que el programa le hizo bien, ya me doy por servida y satisfecha. Hay gente que hasta me llama a mi casa y les pude dar mucho apoyo”
. Es que Jorgelina Aranda tiene la particularidad de que se hizo amiga de sus oyentes de “Jorgelina Aranda, directo al corazón” (Colonia, AM 550, sábados de 20.00 a 21.00), algo muy poco común en el medio. Esta bella mujer saltó a la popularidad como una de las secretarias de Roberto Galán, luego cobró vuelo propio y trabajó junto a Alberto Olmedo y Jorge Porcel, entre otros. Ahora apunta a la radio. “No pretendo combatir el ‘bajón’ del sábado a la noche sino acompañarlo. Desde ese lugar aporto mi experiencia, aportada por los golpes y alegrías que me dio la vida. De este modo entablo un diálogo con aquellos que hoy no quisieron levantarse de la cama. Tratando de echar mano al discernimiento. Una palabra en desuso”.
-¿De qué modo?
-Pensando: ¿por qué estamos así los argentinos? Desde el principio mismo del programa me plantee que nunca iba a pasar una mala noticia. Y no porque viva en una nube sino porque hay exceso de información. Prefiero pasar el dato de una persona que hace terapias gratuitas. Cosas que vas aprendiendo y se las brindás a otro Ser Humano que pueda necesitarlo.
-Alejandro Dolina marca que hay pocos programas que no sean informativos.
-La gente está sobreinformada y atemorizada. Y un pueblo con miedo se paraliza, no decide y no piensa. Se va en la tristeza y en las agresiones diarias que se sufren en un supermercado o al subir a un colectivo. Nos volvemos enemigos, unos contra otros, y quedamos paranoicos. Entonces no vas a la plaza porque temés que te roben el chico. La vida es un riesgo y está llena de esas cosas. Pero yo no las voy a promocionar. Te cuento una historia. Un hombre vendía chorizos, que él mismo hacía, al costado del camino. Lo llamó el hijo, que vivía en la capital e iba a la universidad, y le dijo : “Papá, por favor no pongas una mesa más. No lo hagas, ¿no sabés que hay crisis?” El hombre retiró una mesa, hizo menos chorizos y cuando la gente paraba, no encontraba lo que buscaba y se iba. Entonces el hombre descubrió lo que era la crisis.
-¿Es más fácil hacer programas con información ?
-No sé. Creo que la gente es un poco masoquista. Porque de otro modo no se podría mantener un programa que no escucha nadie. También noto que los programas son muy hablados. (Imposta la voz) “Yo opino sobre esta medida...” Yo, yo, yo... ¿Quién sos? Si ni siquiera estudiaste economía. Estamos desfasados. Después te para un tipo por la calle y te dice “yo sí que trabajaba”. Y yo laburo desde los 15.
-¿Te pasa?
-¡Y cómo ! ¿De qué modo les explico las noches que me pasé sin dormir y que el día que se murió mi hermana tuve que salir a escena con una sonrisa? Después lloraba.
-¿Escuchás radio?
-Poco y nada. Prefiero poner música: Caetano, la Bethania, la Negra Sosa, la Piaf, Cesárea Evora, Goyeneche, Baglieto y el folclore. De pronto me engancho con un locutor pero no quiero saturarme de información. Hubo una época en que el Negro Martinheitz me mataba. Ahora ninguno me llena.
-¿Cuándo descubriste la radio?
-Hace ocho años en Radio Argentina. Hacía un programa de bailanta todos los días de 18.00 a 21.00. Fue una experiencia. Pese a que debuté en Radio del Pueblo a los 16 años reemplazando a una señora.
-¿Cómo?
-Sí. Yo era la Tía Jorgelina y le daba consejos a la gente con mi vozarrón. Pero no lo disfruté. Nadie sabe eso. Recién en radio Argentina descubrí el poder, la fantasía y la magia del medio. Fueron dieciocho meses y quedé enamorada.
-¿Sufriste mucho el fallecimiento de Galán?
-Todas las muertes en mi vida fueron importantes. Porque perdí a casi toda mi familia: madre, padre, hermana, abuelos... y es muy doloroso. Algunas en muy corto tiempo y de un modo muy traumático. Pero Roberto vivió diez o veinte vidas maravillosas. Y eso hizo que no me perturbara tanto. Se dio tantos gustos, se casó, tuvo trabajo y estuvo bien hasta último momento. Era un dandy y un bohemio que viajó desde chico y tenía miles de anécdotas. Un exitoso. En cambio, la de Alberto Olmedo fue diferente.
-Fue más dolorosa.
-Nos dejó sin risa. Cuando pasó estaba recomponiéndome de un accidente serio, que había tenido en Rosario mientras trabajaba con él, y por eso dejé de verlo. Me enteré en una Farmacia y me desmayé.
-A veces cuesta creer que pasaron catorce años.
-Recién ahora puedo ver los programas suyos que repiten. La gente me preguntaba si había visto los episodios que repetían en los que aparecía yo. No podía porque me ponía a llorar. Es que él era el prototipo del argentino. Y una persona extraordinaria. Solidario con su gente, respetuoso de sus compañeros y gran profesional. Por eso digo que esa muerte me marcó más. Roberto vivió una vida tan maravillosa que no fue doloroso. En fin, hay que permitirse un poco de nostalgia.
-Te llevo a la otra punta. Tus nietos.
-Arranqué muy chiquita en esta profesión, recién salida del colegio de monjas. Caí en un ambiente artístico que no es mejor ni peor que ninguno (hay otros, como la política, que son más complicados) aunque antes era un poco más tranquilo. Cuando nació Eduardo, mi primer hijo, sentí que recién empezaba a vivir. A pesar de que lo llevaba a los desfiles y al estudio donde grababa “La tuerca” y hacía parar el rodaje para darle la teta. Me dio vida. Y con Mariana me pasó lo mismo. Y cuando la casa me quedó grande y los brazos vacíos por la falta de mis hijos, llegaron los nietos. Primero Lucía (7) y después Manuel (6) y ahora Mariana me “regaló” a Felipe, que tiene seis meses. Veo con horror cuando los padres retan a sus chicos para que no se muevan ni hagan ruido. No tienen idea del silencio que van a tener cuando sus hijos se vayan de la casa. El placer de sentir dos bracitos alrededor del cuello no tiene precio.
-Susana Giménez es tu consuegra. ¿Cómo es como pariente?
-Apenas si pasamos las Navidades juntas. Porque nos vemos muy poco. Ella labura mucho y yo también así que casi no tenemos tiempo para juntarnos. Creo que la veía más seguido a Susana cuando las dos trabajábamos en el ambiente que ahora. La mala calidad de vida que llevamos te separa de los amigos y a veces hasta de la familia. Más con alguien como ella que es un mito y un generador de programas, trabajo y multitudes. Yo, en una menor medida tengo lo mío y por eso no podemos juntarnos. Pero a los chicos sí que los veo. Y son una bendición.
-Ella dice lo mismo.
-No creo que ningún abuelo diga otra cosa. Porque vienen a una altura de la vida en la que uno siente que más necesita ser mimada y abrazada por los hijos y es al revés, porque se independizan. Y los nietos cierran el círculo porque llenan el hueco del afecto incondicional.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Agosto de 2001
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
no habra una foto de Roberto con sus secretarias y los nombres de las mismas.....que se yo es un recuerdo nada mas.si, si , yo tengo 57 y pueden pensar lo que quieran pero igual es un hermoso recuerdo si esta la foto ...publiquenla. por favor...
por todo muchas gracias luis
Te felicito !!fue un reportaje exelente y Jorgelina se lo merece,es inteligente,buena persona,la conozco bien y es una muy buena amiga.
sls
Jorge el turco !!!
Publicar un comentario