El año pasado, Juan Alberto Mateyko afirmaba muy entusiasmado que su intención era que el 2000 lo encontrara con menos tiempo frente al micrófono y más como productor. Sin embargo, si bien "Movida 630" se acortó en una hora, aún se puede escuchar al "Muñeco" conducir de lunes a viernes por Rivadavia de 14,00 a 16,00.
-¿Qué pasó?
-Sigo muy entusiasmado con el proyecto de ser productor. Pero después de todo, dos horas por día no me demandan tanto tiempo. Además, el equipo de producción y Rivadavia me apoyan mucho. La radio es un delicioso vicio para mí. Me relaja, me divierte, me enfervoriza y me motiva. Por otra parte, la gente me reconoce mucho y estoy en una emisora con historia.
-¿Cambiaste las prioridades por tu familia?
-Sí. Tengo una gran presión positiva por parte de mi familia. Ellos quieren verme siempre bien. Más que nada mis hijos, que son mi sol. Uno a veces deja ciertas cosas por el camino y después es tarde para volver atrás.
-¿Por ejemplo?
-Parece una obviedad, pero no lo es tanto: tus hijos van a tener un año una vez en la vida, por ejemplo. En este momento ellos están en Miami, de vacaciones. El otro día me llamó mi hija Rosita desde allá y me dijo que me extrañaba. Le contesté que yo también la echaba de menos a ella, a su hermano y a Naaním (su esposa/. Yo en este momento no me puedo tomar un tiempo largo porque estoy en una etapa de definiciones para el programa de radio y televisión del año que viene. Aunque me cueste, debo estar aquí.
-¿Hasta cuándo tenés contrato con Rivadavia?
-Hasta fin de año.
-¿Cómo te fue con lo de producir el recital de Luis Miguel en Montevideo?
-Desde lo artístico muy bien, en lo económico no tanto. Porque Uruguay no es una plaza tan fuerte. A veces uno se equivoca.
-¿Alcanzaste a "empatar" en lo económico?
-No, llegamos a perder. Y no me asusta decirlo porque estaba dentro de los riesgos.
-¿Entonces?
-"Zapatero a tus zapatos". Ahora voy a concentrarme en aquellas cuestiones en las que me siento más cómodo. Y no dar más pasos en falso con actividades que tal vez no son mi fuerte.
-¿Si te salía bien ese negocio, este año hubieras estado menos frente al micrófono como lo planteabas hace un año?
-Claro. Pero por entonces tenía muy poco claro cómo sería mi 2000.
-¿Cómo sería un presente ideal para vos?
-Manejando una radio, produciendo shows, promoviendo y dándole oportunidades a la gente joven.
-A vos se te asocia con la "buena onda" y programas "arriba". ¿Estás conforme?
-Me encanta este estilo. Si no, haría un programa nocturno, más reflexivo y para pasar música. Pero la noche está para descansar. En estos tiempos tan difíciles, porque la gente está lógicamente bajoneada, trato de llevarle un refresco. Sin hacer un circo ni mentir.
-¿Cómo hacés para mantener un programa "arriba" cuando durante el informativo anuncian un aumento del veinte por ciento en los colectivos?
-No estoy ajeno a eso. Sé cómo le afectan a la gente las cuestiones que le tocan al bolsillo. Existen temas desesperantes como la agonía o la muerte que no tenés forma de combatirlos. Salvo esas excepciones, uno debe seguir adelante. Hay un criterio. Si hubo un aumento o una tragedia, no puedo arrancar diciendo que la vida es linda. Tampoco me pongo una coraza y reconozco que esto es lo mío. Yo combino la música con la información y el humor. Pedirme que cambie sería como querer ver a Mercedes Sosa cantando cuartetazos.
-¿Es más difícil mantener tu estilo cuando hay malhumor general?
-Noto que hay fastidio, malhumor y desesperanza en la calle. No positivizo tonta o torpemente sino que realmente quiero tener fe. Necesito tener esperanzas en los que manejan el país: que va a bajar el desempleo, que la economía va a crecer. No busco las buenas noticias pero tampoco las eludo.
-¿Esto es apolítico? Porque no faltará el que te tilde de oficialista...
-Totalmente apolítico. No hay gobierno ni oposición que valga. Si no nos juntamos todos vamos a estar peleando toda la vida. Es como un equipo: si cada uno hace la suya, el conjunto no funciona. No es fácil hacer un programa con este estilo. Pero tampoco es tan complejo, porque tengo una historia, una experiencia y una mecánica que me avalan y me apoyan. También es cierto que no podría hacerlo si no tuviera una genuina esperanza.
-Vuelvo a la pregunta: ¿Es más fácil o más difícil distraer en tiempos de crisis?
-Creo que la gente necesita de nosotros y viceversa. No queremos decir que no pasa nada, sino que vamos a soñar o refrescarnos por dos horas. A pesar, repito, de que la información no es ajena al programa. Y el público sabe que esas noticias que molestan, shockean y enfadan serán tratadas en profundidad por otros programas. Después de mí vienen Antonio Carrizo y Llamas de Madariaga.
-¿Escuchás radio?
-Hago zapping. Me gusta descubrir programas. Eso me sirve también para estar informado y aggiornarme. Hoy la velocidad con que pasa todo es vertiginosa. No quiero vivir con la moda pero tampoco puedo estar desactualizado. Eso vale para la música, la política o los espectáculos. Si no, quedás por el camino. Mal no me ha ido, tengo una gran continuidad de trabajo y en los últimos cuatro años APTRA me premió con el Martín Fierro por el programa de TV.
En un monitor de la radio, donde transcurre la charla, aparece la imagen de Rodrigo. El tema surge por su propia fuerza. "Cuando vino a la Movida había miles de personas -recuerda-. No me quiero colgar de su imagen, soy respetuoso. Simplemente vi el fenómeno desde fines del año pasado, como muchos".
-¿Qué percibiste en sus presentaciones?
-Me impresionó el rebote en la gente. Había excitación, amor, devoción, afecto y familia. En el público se mezclaban chicos y grandes. Se los compró a todos. Lo veía gozar en las entrevistas y no tenía exclusividades. Le gustaba ir a todos los programas y se reía porque había algunos que con él levantaban el rating. Tenía un carisma tan grande...
-¿Había llegado a su techo?
-No creo. Quería parar un poquito, grabar salsa, otros ritmos y en otras latitudes. Era un tipo muy especial. Lamentablemente pasó lo que pasó y yo congelo ahí su imagen. No voy a especular sobre lo que podría haber pasado. Ojalá lo dejen en paz.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Julio de 2000
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