Debutó en la radio a los 8 porque su papá, el recordado periodista deportivo Pepe Peña no lo podía dejar solo, un día lo llevó a Rivadavia y lo hizo salir al aire jugando un personaje. Hoy, a los 36, el actor y piloto frustrado de aviones de línea, Fernando Peña, participa de "Tarde Negra", con Elizabeth Vernaci, de "Animal de radio" con Lalo Mir (ambos por la Rock and Pop/ y tiene dos envíos propios: "El Parquímetro", lunes a viernes de 10,00 a 14,00 en la Metro, FM 95.1 y "La vereda tropical", un extraño programa musical en AM conducido por Milagros López, uno de sus personajes, y en el que pasa boleros "pero que no quiero promocionar, así la gente lo descubre", aclara. Nos recibe en su casa de San Isidro porque fuertes dolores en su rodilla derecha le impiden ir hasta la radio. Aunque la molestia no le reprime su hiperactividad. Mientras habla va y viene. Hace té, ofrece pastafrola, sale al aire por teléfono y habla: "De chico era el nene que hacía quilombo y lo ponían arriba de la mesa para que actúe en las reuniones familiares -recuerda-. Con los personajes logré la liberación de mis esquizofrenias y poder canalizarlas en algo creativo". Entre otros, sus personalidades afloran en Cristina Megahertz, Mario Sabina, Barbara Walters, Delia de Fernández y el político corrupto Arístides Porelorti.
-Tu llegada a la radio es muy particular.
-Sí. Yo era jefe de cabina de una línea aérea y hacía voces y contaba chistes por el altoparlante porque me aburría mucho volar. Lógicamente, con los directivos de la empresa nunca estuvo todo bien. Lalo Mir era uno de los pasajeros, me escuchó y me quiso conocer. De inmediato me dio una tarjeta para hacer algo en la radio. Fui y así empezó todo. Le estoy muy agradecido a la radio.
-¿Por qué?
-Es el único lugar en el que me fue siempre bien. Después me fue mal con las mujeres, con los varones, en hacer tortas, en el trabajo, en matemáticas, deportes, música... en todo.
-¿Pasaste a ganar menos con tu pase a la radio?
(Se espanta)-Nooooo. Al contrario, los pilotos de línea aérea no ganan nada. Hasta en eso mejoré. Después me sumé a Elizabeth en Horizonte, como Milagros y paralelamente hacía a Porelorti. Y con Ronnie Arias hice algunas cosas en Energy cuando me echaron de Horizonte.
-¿No dabas el "target" de Horizonte, no?
-Más o menos. Fue en una época en que intentaron cambiar la imagen y no le dieron el tiempo de maduración necesario. Encima no querían poner la plata. Si te interesa incorporar a Lalo, Bobby Flores y a Vernaci y no estás dispuesto a pagar un sueldo de nueve lucas vas a fracasar.
-¿Escuchás radio?
-Mucho AM. La primera hora de González Oro por la "10" y a Néstor Ibarra por Mitre, (me encanta por su pulcritud, Oro es lo contrario desde lo ideológico a lo estético) para informarme. Y hago zapping.
-¿Y que opinás de los humoristas radiales?
-Es difícil. No me convence casi ninguno. No me gustan ni Rolo Villar ni el trío Laurel y me divierten algunas cosas de Rubio y Rottemberg, de Mitre. Pero como dicen los ingleses, "no son mi taza de té". En cambio, me encantan Fabio Alberti en la Rock and Pop y Ronnie Arias que está a la tarde en la Metro.
-¿Qué parámetros usás para juzgar a los humoristas?
-Si son o no previsibles. Cuando dos médicos se juntan hablan de una hernia de disco con total naturalidad. A mí me pasa eso con el humor: con el pie, desarrollo y remate de un chiste, por ejemplo. Hay una técnica y es muy difícil hacer reír. Por eso me gustan los artesanales como Alberti. A los otros no voy a decir que no les quito méritos. Si les quito méritos. Se limitan a repetir fórmulas para la mediocre ama de casa que se ríe de cualquier boludez. Fuera de la radio, me hacen reír Tortonese, Capuzzoto, Vanesa Miller y Urdapilleta.
-¿Es más difícil que alguien como vos se lleve un premio como esos humoristas que no te gustan?
-Sí, porque no soy masivo. Lo masivo es siempre más demagogo, condescendiente y redituable.
-¿Por qué no hacés algo masivo, entonces?
-Porque no estoy cómodo. No puedo hacer algo en lo que me siento un idiota o me da vergüenza. Como los chistes feministas y machistas, por ejemplo, que son algo que detesto.
-¿Cuál es el límite?
-Lo que encaro me tiene que hacer feliz. Pasa por la seguridad y el amor propio. Todos vemos las cosas diferente.
-Sos muy frontal.
-Sí, me parece más fácil.
-¿Te parece que asumir que sos gay, por ejemplo, te facilita la vida?
-Lógicamente hay cosas más conflictivas que otras. De chico fui mentiroso y me fue de mal... A los 14 me metía en unos guisos que después no podía dormir de la angustia. Mentí hasta los 21 y un día dije basta. Como no tengo grises, no miento más aunque me traiga problemas.
-¿Qué buscabas mintiendo?
-Hacer ver mi vida más interesante. Como si fuera una obra de arte, un libro. No quería herir a nadie. Este laburo me ayudó mucho.
-Ahora decís verdades sin que te las pregunten...
-Es una cuestión de fidelidad. En el 2000 hay más sinceridad pero menos profundidad. Y como odio los sobreentendidos... Muchos me dijeron que no venía al caso decir que soy gay. Sí viene. Porque si no, no me conocen a fondo. Yo tengo 2.000 personas que me siguen a muerte, aunque me escuchen muchos más. Por respeto a ellos tengo que hacerlo, más allá de que al resto le parezca chabacano. Uno es egoísta y se basa en sus valores. Soy muy liberal mientras se sigan mis patrones.
-Decías que fuiste un chico con problemas.
-Sí, era y soy muy ciclotímico. Tomo pastillas para mantenerme estable desde los nueve años. Es muy molesto.
-¿Qué tipo de problemas?
-Serios. Escribía la pared, lloraba, me hacía pis y caca en la cama, revoleaba el plato de comida, robaba, mentía, escuchaba la voz de mi abuela muerta y tenía visiones. A los 9 años hacía rituales con cuchillos en mi pieza jugando a que me mataba y casi mato a mi mamá del susto. Uno de esos problemas era que a los 8 ya era gay.
-¿Lo tenías tan claro a esa edad?
-Sí. Mi mamá me agarró con un compañero de colegio y se asustó: "¿Qué hacés?" "Nada, estoy tocándolo". Para mí era normal.
-¿Cómo te llevabas con tu papá?
-Bárbaro, porque éramos parecidos. Siempre me llevé mal con mi hermano y mi mamá porque son muy retorcidos y sin sentido del humor. A veces íbamos en dos autos porque mi papá tenía el raye de que no nos quería matar a todos en un accidente.
-¿Harías TV?
-No lucho activamente por eso. Si viene una oferta se verá.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica - Buenos Aires
Julio de 2000
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