El historiador más mediático (él no lo considera un insulto) no para. Acaba de recibir un premio por su participación en la Rock & Pop, tiene al aire la segunda parte de “Algo habrán hecho (la historia continúa)” por Telefe y su libro “Los mitos de la historia argentina 3” encabeza la lista nacional de best sellers. “Mis charlas terminan siendo asambleas populares. Hace poco, en Tucumán recibí 140 preguntas escritas (...). Esto habla de la falta de foros donde la gente pueda debatir estos temas”
Nos recibe en su nuevo espacio, donde todavía se está instalando. Felipe Pigna consiguió una casa antigua, a media cuadra de su departamento del barrio de Caballito, y la está reacondicionando para convertirla en su estudio. Desde luego, lo primero que terminó fue la planta alta, donde acomodó su extensa biblioteca, que ya lo estaba asfixiando. Ahora trabajará más cómodo, pero cuesta imaginarlo más prolífico.
-Acabás de ganar el premio Eter 2006 votado por el público en el rubro Especialista temático por tu labor en “¿Cuál es?” (Rock & Pop, FM 95.9, lunes a viernes de 9 a 13).
-Estoy muy contento porque más que una columna es un miniprograma. Estamos hablando de 45 minutos sin pausas de publicidad ni musicales. Excede por mucho el espacio de una columna. Uno tiene miedo de la saturación, pero la gente pide más.
-¿Pautás el tema?
-Sí, pero ni Pergolini ni nadie lo sabe hasta que no estamos al aire.
-Estás en el programa más escuchado de la radiofonía. ¿Genera responsabilidad extra? De la Puente dice que no.
-La responsabilidad es la misma ante diez personas que ante millones. Da gratificación el rebote. Me encanta que sea así y no lo siento como algo especial. Mi trabajo con ellos funciona naturalmente, no tuvimos que adaptarnos.
-¿Tenés ganas de hacer otro programa solo?
-Sí, mucho. Me encantaría hacer uno de entrevistas, como el de Canal 7, que en cualquier momento vuelve.
-Debés exponer ante pares y alumnos en radio y televisión. ¿Cuidás los matices del lenguaje?
-Sí, pero no lo cambio mucho. Mis charlas académicas son muy similares a las de la radio. Lo importante no es el lenguaje sino el contenido. Estoy en contra del lenguaje acartonado y críptico de esos académicos que creen que la sapiencia pasa porque nadie los entienda. A mí me obsesiona que me comprendan todos; lo más complejo puede explicarse de una manera accesible.
-Te “acusaron” de divulgador.
-Sí, como si fuera algo malo, cuando es lo opuesto a la vulgarización. Esta última apunta a lo bajo, morboso y sensacionalista. La divulgación es hablar para muchos de temas que en apariencia son para pocos.
-Dolina me dijo que en TV para recuperar la inversión se suele ir al ritmo del más lento.
-En “Algo habrán hecho” no subestimamos al público. Y en esta temporada menos todavía. Hay más espacio para la reflexión, no se da todo masticado. Se apuesta a no caer en el “fast food” histórico.
-¿Qué período toma?
-Va desde 1852 hasta el suicidio de Alem (1896) y la llegada de los inmigrantes, que vienen a patearle el tablero a la oligarquía.
-Queda descartada entonces la trilogía.
-Sí, por lo menos habrá dos más. Estamos estudiando cómo relatar procesos tan complejos ya que, por ser de historia reciente, hay que dar los dos puntos de vista. Le vamos a encontrar la vuelta. La idea es llegar hasta 1983. A mí me gustaría terminar en el 2001, pero se verá cómo se desarrolla.
-¿Cómo fue producir esta nueva temporada?
-Tan duro como la anterior. El guión no es flexible como en una novela, hay que respetar los datos históricos y es agotador por la gran cantidad de escenas que hay que repetir desde distintas tomas. Igual lo hacemos con gran gusto. Con Mario (Pergolini) me llevo muy bien.
-Los personajes que armaron funcionan bien.
-Sí, ésos son guiños que hacen a la forma de contar. Mario sacrifica su cultura, que la tiene y mucha, para hacer la pregunta que se hace la gente.
-Y vos resignás histrionismo.
-Exacto. Los dos lo hacemos en función de equipo. Mario me dio un protagonismo muy importante.
-Les dieron el horario de los lunes a las 21.
-Excelente, lo festejamos mucho. Porque nuestra mayor preocupación es que lo vea la familia y que se vayan a dormir hablando de historia.
-¿Sabés contra quiénes competís?
-Sí, contra La Monita y “Telenoche”, pero mucho no se puede hacer porque ya está todo grabado. No hay lugar para ponerse melancólico.
-¿A partir de cuando un hecho es histórico?
-Hace poco estuve en un congreso de historia reciente en Italia y hay quienes consideran que, por la velocidad de las comunicaciones, lo que pasa ahora ya es historia y se deja pasar el tiempo para tener acceso a más documentación. El ejemplo es la guerra de Irak.
-¿No se mezcla con el periodismo?
-No, porque se encara desde el análisis de los hechos del presente a partir de su marco histórico. Para seguir con el ejemplo, quién fue Saddam, su relación con Estados Unidos e Irán y demás. La tendencia en los diarios importantes del mundo es tener un historiador que en una columna contextualiza cada noticia.
-¿En los medios argentinos pasa?
-No, tienen una visión antigua: llaman al historiador cuando lo necesitan por un tema de la materia, pero difícilmente lo convoquen para hablar del presente.
-¿Nuestras universidades preparan historiadores para ocupar estos lugares?
-No. Les enseñan una historia alejada de la realidad y de la actualidad. Casi sin conexión entre la universidad y la sociedad. Si los estudiantes se atuvieran en exclusiva al programa de la carrera serían una especie de “nerds” de la historia. Y a pesar de sus esfuerzos suelen estar en una burbuja a la hora de vincular historia y presente, que debe ser una de las virtudes básicas de un historiador.
-¿Vos cómo llegás a tu estilo?
-Me ayudaron los veinte años que llevo como docente. Mi preocupación por ser claro, que me entiendan y transmitir. La charla pública también ayuda a sistematizar las ideas.
-No hablás de clase ni de conferencia, sino de charla.
-Es que terminan siendo asambleas populares. Hace poco, en Tucumán recibí 140 preguntas escritas, algunas no relacionadas con temas históricos. Las contesto todas por respeto, pero aclaro que no soy “opinator”. Esto habla de la falta de foros donde la gente pueda debatir estos temas.
-¿Cómo va la venta de “Los mitos de la Argentina 3”, que acabás de editar?
-Espectacular. Agotó dos ediciones: sesenta mil ejemplares en cinco días, un récord. Un delirio, mucho más que los dos primeros. No es que uno venda libros sino que la gente los compra. Esto me enorgullece porque es un aval. El tomo llega a 1943, los albores del peronismo.
-También iba a ser una trilogía.
-Estaba planteado en cuatro, pero serán cinco porque éste me llevó más de lo que pensaba. Y como me siento libre de hacer lo que quiera con mi obra decidí cambiarlo. Aclaro que no es por motivos comerciales, aunque si alguien lo piensa me importa nada. Hace veinte años que estoy en esto de la investigación histórica, por lo tanto decirme que saco un libro por año no es serio.
Gustavo Masutti Llach
Mavirock Revista
Buenos Aires, Argentina
19 de Noviembre de 2006
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