jueves, 10 de mayo de 2001
Alberto Migre:"En la época de la dictadura la violencia se trasladó a la palabra".
El hombre ya es una verdadera leyenda de los medios. Por eso decir que volvió Alberto Migré es una buena noticia. Y más aún si el retorno es con el desafío de resusitar un género olvidado: el radioteatro. Esa es la propuesta de "Permiso para imaginar" (Radio de la Ciudad, AM 1110, sábados de 22,00 a 0,00), un ciclo de unitarios escritos y dirigidos por él e interpretado por, entre otros, María rosa Gallo, Alejandra Da Passano, Marilina Ross, Nelly Raimond, Aldo Barbero y Quique Pessoa. "Esto surge de haber pateado durante doce años sin respuesta positiva -asegura-. Nadie me ofreció nada".
-¿Por qué?
-Algunos creían que era un "viejazo" y no valía la pena resusitar ese género. Cuando me enteré que estaba Badia en Radio de la Ciudad le llevé el proyeto y "compró" enseguida. Creo que para hacerlo de este modo sólo se puede en una radio estatal y con apoyo de la secretaría de cultura.
-¿Tan costoso es?
-Los actores y yo ganamos dos pesos con cincuenta. No somos más de quince personas por emisión.
-¿Cuanto cuesta por mes?
-Toda la tira, 8.000 pesos mensuales.
-No parece mucho.
-Lo hicimos así para que nadie nos diga que no. Para que la gente se reencuentre con una expresión bellísima.
-¿Por qué resusitó el género?
-Porque no había. Ni lo que hace Dolina ni "Las dos carátulas" es radioteatro. Me encantó volver a aprender a escuchar y a generar viajes con la imaginación. Contar para radio es más difícil que para la TV. Porque no se puede dar por entendido nada. En televisión ves que entra Laura porque la conocés. En radio hay que poner un relator o hacerla hablar.
-La diferencia con la época de oro es que ahora son unitarios y no tiras.
-Claro. No es el radioteatro clásico de lunes a viernes. Quisimos hacer algo parecido a aquel "Radiocine".
-¿Se puede comercializar un radioteatro?
-Es difícil. Se puede deshacer de un soplido. Para reconstruir a veces no te alcanza la vida. Se perdió la costumbre. Hasta de los actores. Hoy escuchás a algunos jóvenes actores de TV y dan pena por radio.
-¿Bajó la calidad del actor?
-No. Están formados para otra cosa. Lo mismo le pasa a algunos en el teatro. Para la radio hay que formar nuevos y rescatar a los que quedan.
-¿Haría alguno en vivo?
-Es imposible. Ahora ensayamos unas tres horas y grabamos. Este es un trabajo artesanal.
-¿Son guiones originales?
-Todos. Me lleva doce o trece horas de escribirlo. Quince de hacerlo y otras doce de musicalizarlo. También tuve que entrar en el ritmo y reinventar varias cosas.
-¿Cuál es el público?
-Hay mayores de cincuenta que tienen el recuerdo de los radioteatros de cuando eran chicos. Y otros que quiedan sorprendidísimos porque para ellos la radio era un señor que lee la temperatura, dice la hora y anuncia que Cavallo le quiere poner el IVA al cine.
-Aquella radio era estática y el radioteatro reunía a la familia frente al receptor. Hoy se escucha radio en el walkman y el auto. ¿Cómo se aggiorna el lenguaje a esa realidad?
-Pensá que hay camioneros que manejan toda la noche, gente que cuida quintas, ciegos... en fin mucha gente que se quedaba afuera y ahora con este espectáculo nuevo, no. El oyente deberá prestar atención.
-¿Y las historias?
-De todo tipo. Desde la de la señora de acá a la vuelta hasta la vida de Eva Perón o de Nijinsky. Suspenso, drama o comedia.
-¿Ve televisión?
-"El sodero..." está muy bien hecho. Es una clásica historia aggiornada que no se sale de los parámetros (una película de James Bond sin tiros es cualquier cosa, por ejemplo) y está bien contada. Las demás novelas las miro con tristeza.
-¿Por ejemplo?
-Los mexicanos nos mandaban joyas del género y ahora fabrican productos en serie, como pullóveres. "Betty la fea" es una gran novela pero la veo y me quedo apenas cinco minutos. Su estilo no me prende, aunque el público lo aceptó.
-¿Sigue escribiendo sólo?
-Me ayuda Victor Abud que es un buen colaborador.
-Ahora todas las telenovelas tienen grupos de gionistas.
(Se escandaliza)-¡Es que tres son multitud! En Abud delego por cansancio algunas cosas, que después corrijo. No entiendo cómo se puede trabajar en tándem. Después aparecen errores garrafales. Como que en el capítulo diez la actriz dice que la conquistaron con un jugo de naranja y en el 32 dice que lo odia. Eso pasa porque uno no sabe lo que escribe el otro. Te salvan los actores que conocen el personaje. Y hay que empezar a improvisar en el piso. Además se graba una escena del capítulo 14 y ora del 70, un disparate. Eso se puede hacer en el cine pero en una novela conspirás contra la continuidad emocional del actor.
-Además si va bien se agregan capítulos y se estira la historia.
-Ese es el asesinato más grande a una obra. Sé que es un negocio pero se debe respetar el mínimo hecho artístico. "Simplemente María" duró cinco años. Un mamarracho inaguantable.
-Los yanquis hacen durar sus novelas muchos años, como "Dallas", "Dinastía" o "Days of our lifes".
-Pero se van quedando sin gente. "Dinastía" arranca con 35 puntos y termina con 14. Sigue siendo un éxito pero no es lo mismo. También es un mamarracho.
-¿Le gustó "Okupas"?
-Mucho. Aunque no me gustó el "adentro", que era comercial. El chico (Rodrigo de la Serna), una maravilla. La dirección, modernísima. El planteo tenía errores gruesos. Un personaje que ama la música se va de la casa y se olvida el instrumento. Era permisivo, que un porrito, que unos robos. Se buscaba que la señora se haga cruces, que no lo mire. Pero si lo mira la señora, ese programa hace 30 puntos. Pero repito que estaba muy bien hecho. Tiene algunas verdaderas joyas, genialidades..
-¿Y el lenguaje?
-Le sacás las malas palabras y dura media hora.
-¿Cómo se hace ese hiperrealismo sin lenguaje procaz?
-Le ponés tres o cuatro. Pero un ladino o un cretino ahora siempre es un hijo de puta. "Mi mamá me embromó o me estafó", no me "cagó", que es una imagen horrible. Yo no me llamo boludo ni vos forro.
-¿Tiene explicación ese desborde en el lenguaje?
-En la época de la dictadura la violencia se trasladó a la palabra. Entonces un golpe y una puteada con una sonrisa en la cara pasaron a ser demostraciones de afecto. Si tratás bien a un taxista cree que lo estás cargando. Es un lío.
-¿Y los medios cómo entran en esto?
-Son una vidriera. Yo como con las manos por la TV y mañana nadie compra cubiertos. En los chicos se nota más. Debe haber un límite y retomar el rol educador.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica - Buenos Aires
Mayo de 2001
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