domingo, 30 de julio de 2006

Rolando Hanglin: “La gente es mucho más culta que los periodistas”


Transcurre su año número veinte en Continental (AM 590) y ya es una marca registrada de esa emisora, en la que cada mañana conduce “RH Positivo” (lunes a viernes de 9 a 13) con su estilo amable y su humor zumbón. “Lo que puedan decir los ministros o los candidatos no tiene interés. En todo caso seremos siempre una opción porque (durante las elecciones) otras emisoras reflejarán políticos a toda hora”.


El hombre habla de sexo sin desenfado, nunca ocultó su vida privada y hasta es el nudista argentino más famoso. Si además se lo escucha en su programa, nadie se imaginaría que Rolando Hanglin es tímido. Sin embargo, pese a los incontables reportajes que dio en su vida, todavía se lo percibe un tanto retraído ante el grabador. Unico y personal, sigue firme con sus colaboradores de años: “Florencia (“Flopi” Ibañez) es el alma del programa, Sergio (Kanevsky) es actor, (José Luis Alvarez) Fermosel da el toque de categoría, Cecilia (Absatz) es la información femenina y cosmopolita, y Mario (Mactas) es genial”, define. Sobre el programa, explica: “Este año ‘RH...’ volvió a sus fuentes, es decir, desfila la gente común, que vive su vida. No los famosos, ni los políticos, ni los poderosos. En cuanto al estilo, combinamos lo humorístico con lo dramático: la adopción, la villa miseria, la crianza de los chicos, los conflictos familiares....”
-El año que viene hay elecciones presidenciales. ¿Vas a poder mantener este “periodismo humano”?
-Los políticos han expropiado el periodismo y la comunicación. No es su territorio, ellos deben hacer su labor no molestar en las radios, llamando para poder hablar. Trabajo para el pueblo, para asistirlos en sus necesidades y problemas. Lo que puedan decir los ministros o los candidatos no tiene interés. En todo caso seremos siempre una opción porque otras emisoras reflejarán políticos a toda hora.
-Héctor Larrea dijo que el periodismo político y editorializado está corriendo a los conductores de la mañana.
-En nuestro caso no es así. Este año Continental decidió que podamos volver a nuestro estilo clásico.
-¿Son una mosca blanca?
-No sé si tanto. El humor y la vida cotidiana son temas importantes para la mañana. No te digo que para las 7 AM, pero para nuestro horario sacar amas de casa y tacheros es acertado.
-Tampoco subestimás al público, no dudás en hacer chistes o comentarios intelectuales.
-Es que la gente es mucho más educada que los periodistas. Tiene más cultura, más mundo, más noción y más información. Yo los trato como iguales. Me puedo equivocar u opinar algo en lo que no coinciden, pero no hay problemas porque estamos entre amigos.
-¿No sería deseable que los que están frente al micrófono hablen mejor que los que escuchan?
-Sí, claro. No quiero enseñarle nada a nadie, hay que expresarse con sencillez y corrección. Pero para eso hay que saber decir. El otro día, en veinte minutos de un partido de fútbol, escuché “hacer galardón” en vez de “hacer alarde”, “tomar un dik” por “un drink” y “el busquet” por “bouquet”, entre otras. Todo en la misma transmisión, y ni hablar de los apellidos de esos pobres alemanes. Salvo Victor Hugo, los demás pronuncian como se les ocurre. No es cuestión de docencia sino de respeto.
-¿Es verdad que el oyente de Continental tiene un nivel cultural un poco superior a la media?
-Sí, lo pude comprobar. Es gente de clase media, con buen humor y educación. Te obliga a ser preciso porque si no, enseguida te rebaten. Cuando decís una barrabasada por tocar de oído, llaman y te corrigen. Los conductores de esta emisora tratamos de ser serios y responsables y no improvisar “al cuete”.
-¿Cómo se resiste a la tentación de opinar de todo?
-A veces puede costar porque requiere disciplina, pro no hay que hablar de lo que no se sabe. Es el abc del periodismo: hablá de lo que sabés y de lo que ignorás, preguntá. Continental es una radio hecha por gente normal, que no intenta enseñar nada a nadie. Dialogamos de igual a igual.
-¿Se puede hacer arte en radio?
-Sí. Ante todo, me defino como artista. Malo, pero artista al fin. Parecido a un artesano, tal vez. Trabajo como un actor.
-¿Por qué trabajaste tan poco con tu hermana Virginia? Ella dice que tu estilo es para brillar solo.
-Es lo mismo que me pasa con Mario y otra gente con la que tengo afinidad. Puedo estar un ratito “rebotando” con ellos, pero a la larga, necesito mi espacio. En la medida en que puedo, lo desarrollo. Con ella hicimos algo en la tele, pero no duró mucho. En realidad no es una muy buena idea.
-¿Renunciaste a la televisión?
-No, ella prescindió de mi. Tengo una oportunidad de vez en cuando, pero hasta el momento nunca encontré la horma de mi zapato ahí.
-Hace unos años decías que estabas gestionando llevar a la tele el segmento “El gato y el zorro”, que hacés con Mactas. No pasó nada.
-Hay conversaciones y franeleos miles. Sería genial hacerlo por TV, pero nos tienen que dejar a nosotros. Soy el patrón de esa idea, Mario es la estrella invitada y Flopi es fundamental. No me lo cambien porque ya está inventado. Todos quieren ser creativos pero no acepto intervenciones. Por otro lado, en ese medio está el problema de que hay muchas reuniones. A cada rato. No voy más a esas reuniones de ejecutivos. Antes que eso, me bajo porque son espantosas y la mejor manera de no crear nada. Ellos necesitan hablar, pero yo laburo de eso todo el día. Paso.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Julio de 2006

Julio Lagos: “¡Dejen que la gente tenga su opinión!”


“Hay demasiadas editoriales”, postula este periodista que debutó en el medio en 1961 y se afirmó como un clásico de la comunicación. Sin embargo, a los sesenta y uno, se mantiene inquieto y sigue marcando caminos en lo que hace a ampliar los límites de la difusión y de la temática de la radiofonía.
“El futuro de la radio está en el teléfono celular (quién iba a pensar que sacaría fotos y hoy es común). No volverá el tiempo en que la gente se reunía frente al receptor ‘capillita’. (...) Al contrario de lo que se cree y se dice, la tecnología humaniza”.





El hombre despliega un histrionismo poco común en un estudio de radio. Su micrófono portátil le otorga libertad de movimiento y Julio Lagos la aprovecha al máximo. Gesticula, camina alrededor de la mesa de trabajo, pincha papeles en la pared, chatea con sus oyentes en vivo, y le hace gestos al operador. Mientras tanto (y sobre todo) lleva adelante su programa “Radiolagos” (lunes a viernes de 6 a 9), con cabecera en FM Identidad 92.1 y “levantado” por una cadena de más de veinte repetidoras que abarca casi todo el país. Su equipo lo componen el operador Marcelo Arese, la locutora Graciela Raffa, el productor Maximiliano Feijóo, el movilero Juan Pablo Martinelli, el coordinador Agustín Lagos (su hijo), el cronista Adrián Salonia y el musicalizador Quique Matavoz. “Tratamos de dar la temperatura y el color de cada ciudad, -asegura- y que haya reportajes vinculados a las necesidades de esos mismos lugares. El objetivo es no hacer un programa porteño y paternalista, ser locales en todas partes. La cadena es una pompa de jabón, un acuerdo de voluntades que dura de 6 a 9. Nadie paga un peso. No sólo no tengo nada firmado con las repetidoras sino que ni les conozco la cara a sus dueños”.
-¿Por qué una cadena?
-Para tener la mayor cantidad de audiencia posible. Aunque no se mide el rating en todo el país, los mensajes de los oyentes indican que se escucha en todo el país.
-¿Y la publicidad?
-Tienen un espacio reservado para su propia tanda (no vemos ni una moneda de eso) pero deben poner al aire la nuestra.

Más allá de su estilo, Lagos se distingue por ser un pionero en las nuevas tecnologías aplicadas a la radio. Así, fue el primero en transmitir por Internet en el país, y se adelantó a poner una página web donde se puede escuchar en vivo el programa y descargarlo para i-pod. “En el `97 me invitaron a una presentación de una empresa proveedora de Internet, cuando todavía no había tocado nunca una computadora –recuerda-. Cuando me enteré de que se podían transmitir sonidos, enseguida pensé en que podía ser un soporte para la radio. Saber que me permitiría traspasar el límite de lo geográfico y lo temporal me produjo un quiebre”.
-¿Cómo se plantea un programa que se escucha tanto en el exterior, a partir de esta tecnología?
-Con mucha gimnasia. En su mayoría, esa gente tiene familiares acá. Ellos saltean trece mil kilómetros con un clic. Se sienten en casa porque saben que ellos me escuchan en Londres y su mamá, al mismo tiempo, en Santos Lugares. Se dio un caso de un accidente en Capital, y se enteró antes la hija en Madrid, que la madre, que vivía en Buenos Aires. Otra vez, estaba transmitiendo en Madrid desde la calle, para Buenos Aires. Viene una chica por la calle y me abrazó. Me estaba escuchando y cuando dije por dónde andaba, me salió a buscar. Esas cosas pasan todo el tiempo.
-¿Qué quieren escuchar los “extranjeros”?
-Todo. Les encantan hasta las propagandas, por su sonido. Te piden que les pases el sonido del tránsito. Cualquiera tiene mejor información que yo, pero la radio te brinda otra cosa. Al contrario de lo que se cree y se dice, la tecnología humaniza. No es fría, todo lo contrario. Personaliza.
-¿La radio de hoy y del futuro más que dar noticias debe pelear contra el exceso de información?
-No sé. Me parece que está para acompañar. Informar es delicado, relativo y difícil. Hay tantas razones para desconfiar de una noticia.... Lo que me planteo es estar al lado del público de una manera alegre y agradable. La radio es mi infancia, mi barrio, mis viejos, mis ilusiones, por eso no me preocupan esas cuestiones. ¿Cómo sé si no desinformo con mi subjetividad? No pretendo dar “claves para entender lo que pasa”. ¿Quién sos, Dios, para explicar todo? Apenas quiero ser buen cronista, le rajo a la editorial porque prosperó mucho. Hoy el periodismo emite certificados de conducta. A mí me enseñaron a hacer crónicas, no a meter una editorial hasta en el pronóstico del clima. ¡Dejen que la gente tenga su opinión!.
-¿Entonces?
-Me parece que el futuro de la radio está en el teléfono celular (quién iba a pensar que sacaría fotos y hoy es común). No volverá el tiempo en que la gente se reunía frente al receptor “capillita”. ¿Querés algo más extraordinario que ser escuchado por la computadora? El aparato es otro, pero el espíritu es de radio. Mañana, será otra cosa. Hay una democratización de los medios.
-Ese proceso llegó también a la emisión. ¿No se deja calidad de mensaje y de forma por el camino?
-La responsabilidad es del emisor, siempre. Nosotros tenemos que ser un poquito mejores en eso que la media, porque para millones es el único escaloncito al que pueden acceder. A veces, la primera y única herramienta de superación cultural. Pero el de la democratización es un riesgo que vale la pena correr siempre, ¿no?

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Julio de 2006

viernes, 14 de julio de 2006

Tom Lupo: “El rock perdió transgresión”

Al poeta, psicoanalista, periodista, actor y publicista Carlos Galanternik se lo conoce por su seudónimo de Tom Lupo. Cronista y protagonista de la primavera de los ’80, hoy resiste difundiendo cultura en los medios públicos y, sin renegar, dice que “ya no se ocupa sólo del rock”.



Atenti al Lupo

Nombre real: Carlos Galanternik
Nombre de batalla: Tom Lupo (homenaje a Tom Wolfe)
Bazas: “Tom Lupo Show”, “Submarino Amarillo”, Pionero en la cobertura de recitales en vivo por radio.
Hoy: Conduce “Misteriosa Buenos Aires” (Radio de la Ciudad, AM 1110, lunes a viernes de 20 a 22, salvo los jueves), “A troche y moche en la noche” (lunes a viernes de 23.30 a 24), y “En mi propia lengua” (lunes a viernes de 17 a 18) estos dos últimos por Radio Nacional (FM 87.9).





La “cultura rock” es más una sensación que un concepto empírico. Así, habrá tantas definiciones como personas que abordan la cuestión. Sin embargo, si hay algo en lo que todos están de acuerdo es en que el aporte de Tom Lupo fue (y es) fundamental para su desarrollo. En los tempranos ‘80s, en su recordado “Submarino Amarillo” y en el “Tom Lupo” show sonaron por primera vez en una radio bandas como Sumo, los Redonditos de Ricota, los Fabulosos Cadillacs, los Abuelos de la Nada, Virus, Los Ratones Paranoicos y Soda Stereo, entre otros. Por entonces tuvo su momento de gran popularidad y era el referente obligado de la movida joven de aquellos años. Hoy, un tanto desencantado con el rumbo que tomó el rock nacional, amplió su panorama hacia “lo argentino”. “En ‘A troche y moche’ ponemos rock, tango y folclore y un solo tema en otro idioma –describe-. Nos damos el gusto de marginar a la música en inglés. ‘Casi todo de aquí y sólo lo mejor de allí’ es nuestro lema. En tanto, en ‘Misteriosa Buenos Aires’ le damos oportunidades a los grupos nuevos de teatro, jazz, rock, folclore y todo lo que se va gestando en una ciudad como Buenos Aires, que asombra. Hace poco estuve en Madrid y comparé la oferta cultural de ellos con la de acá. Es increíble, pero nosotros tenemos más diversidad, oferta y calidad con menos costo, porque hay muchos espectáculos gratuitos en nuestra ciudad”.
-Tu “esposa” era el rock nacional. Hoy tenés un harén.
-Ahora estoy casado con lo argentino.
-¿El rock perdió esa cualidad?
-No. Pero a partir del 2001 gente de ese palo se pasó al tango y al folclore, algo que no pasaba desde hace treinta años. Antes, de cada diez demos que recibía, eran todos de rock. Hoy son seis, tres de tango y uno de folclore. Hay gente como la Orquesta Fernández Fierro, la Chicana, un grupo de pibes de 20 años que se llama Fanfarrón y hacen temas de Leda Valladares (nuestra mejor antropóloga).
-¿Eso sería “cultura rock”?
-Exacto.
-Definí ese concepto.
-Es un toque de informalidad, búsqueda y creatividad en un país muy formal. Los de la tribu del rock fueron los primeros hombres en saludarse con un beso. Eso modifica la cultura. Fito Páez convence a Liliana Herrero para que cante folclore y renovó el género, como Irupé Tarragó Ros.
-¿Cuál es tu motivación?
-Lucho por la cultura argentina contra lo extranjero.
-¿Hay una oposición?
-Sí. No es casual. En esto me volví “jauretcheano”. El decía que la invasión de un imperio empieza por la penetración cultural. No es inocente entonces que un comunicador pase canciones en inglés como si nada hubiera pasado en el país. La industria del entretenimiento es la que más ingresos le genera a Estados Unidos. Sus películas y su música son un negocio fabuloso y además, están adoctrinando.
-“Para zonzo prefiero un criollo”.
-Sí, uso esa frase de Jauretche en el programa. No es sólo eso, porque hay creatividad. Un ejemplo: ¿hace falta traer por tercera vez a los Rolling Stones? Levi Strauss escribió que la importación de otra cultura se debe hacer con mucho cuidado, porque se puede comer la tuya. Una vez, los Stones están bien para aprender. Dos veces bueno... La tercera no hay dudas de que sólo es por el negocio.
-Tienen sus fans, ¿no vale eso?
-Un pibe me dijo que los Rolling Stones le habían cambiado la vida, a pesar de que no sabía ni una palabra de inglés. Eso es mentira. Heidegger escribió que el que escucha una canción en otro idioma puede lograr una ensoñación pero nunca un viaje. Lo que te transforma es la palabra.
-No hablás de vanguardias en la cultura rock.
-De acuerdo, no hay.
-Tampoco de rebeldía.
-Es verdad. El rock perdió transgresión y entró en el circuito de grabar el demo, visitar la discográfica y ser editados. Quieren ser estrellas. Algunos están cambiando eso: Kevin Johanssen, Palo Pandolfo, el grupo Padre, Santaolalla... hay una nueva oleada de creatividad. También hay cierta injusticia en la difusión. A un gran artista como Sergio Pangaro no lo pasan casi en ningún lado, y lo merece mucho más que otros.
-¿Qué opinás del “rock chabón”?
-Que tienen derecho a expresarse. La cultura es la suma de todo.
-¿Aportan desde lo artístico?
-Responden a un público que pide eso. Cuando se vuelva a educar como pasó en algún momento, eso va a ser desplazado. Responde a una vanalización.
-¿Decís que son fruto de la incultura?
-Básicamente. Aunque está claro que no salen a asaltar con una pistola. Trabajan sobre un escenario, bajo las reglas de juego culturales.
-¿Qué pasa en las radios con esto?
-Las bandas nuevas tienen los mismos problemas de difusión que hace veinte años, cuando yo hacía “Submarino amarillo”. ¿Cómo puede alguien empezar su programa con un tema en otro idioma? Un turista despistado podría creer que está en Canadá, Estados Unidos o Inglaterra. Habría que negarse como declaración de principios. Poné primero algo en castellano y después invitá a las culturas del mundo a sumarse. Esto debe ser una ética porque le das trabajo a un compatriota tuyo. Sobre todo porque vivimos en un país colonizado, empobrecido y dependiente.
-Estoy de acuerdo, aunque no soy amante de las limitaciones en lo artístico.
-Yo tampoco, pero priorizo lo nuestro. Además no hablamos de una limosna a un minusválido. Tenemos grandes artistas. Este es el país de Charly García y Piazzolla. Hay mucha calidad.
-¿Te gusta lo que pasan las radios comerciales?
-Se está abusando de “gastar” y tomar distancia del que escucha. Se divierten los conductores y el oyente se queda afuera. Todavía me asombran casos como el de Baby Etchecopar. En su programa la gente llama para ser castigada. Hay un sadomasoquismo extraño ahí. Les grita “apurate para hablar que no tengo tiempo”. Y les corta. Me asombra. También la falta de respeto por la audiencia cuando se habla sin tener toda la información.
-¿Y los tópicos?
-Hay muy poco interés por la cultura nacional. Sólo se habla de los vedettismos y los famosos. Fijate que en un noticiero, sobre todo los de la televisión, reproducen un diario en su formato. Tienen política, deportes, información general, espectáculos, etcétera. Lo único que no ponen, es el suplemento de cultura. ¿No se editan libros, no hay conciertos o exposiciones?
-Y hasta se está dando el fenómeno inverso. Clarín ahora te cobra ese suplemento.
-Es cierto, pero al menos lo tienen. Los medios de comunicacion audiovisuales eliminaron esas inquietudes. Y sin cultura un hombre queda exiliado. Otro de mis slogans es “dale de comer a tu alma”. Pero decidieron que la cultura no es negocio.
-¿Eso es verdad?
-No, podría serlo. Si difundís algo, la gente lo termina comprando. Pero también jugaron en contra ciertos culturosos que creen que la cultura debe ser soporífera. No es así, es algo vivo, puede ser divertido. Si voy a hablar de Macedonio Fernández no lo voy a hacer aburrido. Comentaré que era un rockero que una vez dijo que “éramos tan pocos ese día que si faltaba uno más no cabríamos”. Lo que mejor me pagó fue que un pibe me dijo que gracias a mi conoció a Macedonio. Uno debe ser un puente, esa es la misión.
-¿Se puede hacer arte en la radio?
-Es más que interesante eso, porque se la dejó de ver como un canal de arte. En una época se hacían radionovelas, programas de humor y orquestas en vivo. Había un guión de hierro, después se pasó a la espontaneidad y fue positivo, pero me parece que se nos fue la mano y habría que volver a escribir todo. ¿Cuántas veces escuchamos “mirá la corbata que se trajo”? ¡Nadie la ve! Mirtha Legrand describía sus vestidos por radio. Eso es excluir al público. Si los tratás como tontos, los convertís en tontos. Hay que tener cuidado. Porque el amigo del dueño viene y tiene un programa para hablar boludeces. ¡No! Hay que cuidar el aire como si fuera un espacio artístico.
-También está la cuestión del financiamiento de la radio.
-Claro, la radio es la hermanita pobre, tiene menos pauta y no hay guita. Eso influye, a pesar de que es uno de los medios más sanos porque, al no tener imagen, estimula la imaginación. La TV es alienante: apoyás en la silla ese lugar en el que la espalda pierde su buen nombre y recibís todo servido. Pensá en el videoclip. Si no existe, cada vez que escuchás una canción te genera imágenes diferentes. Si viste el video, esa canción siempre te va a remitir a eso.
-¿Sólo podés trabajar en medios del estado?
-No, pero son públicos, no importa si son del estado. ¿Su función no es promover la cultura, ser una alternativa aunque no marque un gran rating? En Europa lo entendieron. Hay gente que me escucha y no tiene televisión. Eso genera la responsabilidad de darle lo mejor. Soy una opción. Además, acá se puede criticar al gobierno sin problemas. Por suerte, mejoraron las antenas, tanto de Nacional como de la De la Ciudad. Es un buen síntoma.
-¿Podrías volver al rock con exclusividad?
-No, ya me pasó esa etapa. Hay una nueva primavera, un arte argentino nuevo, más diversificado. Me volví “argentinista” en un país en el que no podés decir “nacionalista” porque se confunde con otra cosa, cuando otras culturas son muy defensoras de lo propio. En una radio brasileña no suena otra cosa que cantantes en portugués.
-¿Rescatás algo de la movida de hoy?
-Algunas letras de la Bersuit y los Piojos son interesantes. La Renga tiene su energía...
-Ninguno de esos es nuevo.
-Sí, es verdad. Pero es lógico. Doy clases de radio en una universidad y me encuentro con egresados del secundario que nunca leyeron una novela. Es otra cultura.
-Más grave es que pasa lo mismo con algunos docentes.
-Bueno, seguro. Por eso mucho de lo que hago tiene que ver con el agradecimiento hacia un profesor que tuve en el secundario. El tipo vino y dijo “yo tendría que enseñarles instrucción cívica, pero me di cuenta de que eso no sirve para nada. Les voy a leer literatura latinoamericana. Si no me traicionan, están todos aprobados. Nos metió en Cortázar, Rodolfo Walsh, Dalmiro Saenz, García Márquez, Onetti, Vargas Llosa y Borges. Nadie lo delató, algunos no le dieron bolilla y otros fuimos transformados. Arriesgaba su trabajo, pero demostraba que un solo maestro, que ganaba el mínimo, te podía modificar la vida aunque sea un centímetro, que no es poco. Se llamaba Haroldo Conti.

Gustavo Masutti Llach
Mavirock Revista
Buenos Aires, Argentina
Julio de 2006

domingo, 9 de julio de 2006

Bobby Flores: “Los militares tienen espíritu de cuerpo, yo no.”

Con esta frase, el icono nacional de la FM explica su retiro sorpresivo del grupo CIE, que lo tenía como gerente artístico. Hoy brilla en Kabul (FM 107.9, “Bacardi On, lunes a viernes de 20.30 a 21.30) y en Spika (FM 103.1 “Hablar es fácil”, lunes a viernes de 10 a 13.30 y “Lee Cool Nights”, sábados de 21 a 24).
“No me puse en la empresarial porque soy un desastre haciendo negocios. Como Lalo Mir, que alguna vez lo intentó y le fue mal. Yo ni eso. No te cambio dos horas de mi vida por dos de la de la Pergolini, ni la de Tinelli, aunque los tres venimos del mismo lugar”.


Vehemente pero tranquilo, Bobby Flores dice sus verdades. Por duras que sean sus palabras no se percibe rencor en su tono de voz. Durante dos décadas fue sinónimo de Rock & Pop, allí se hizo grande y reconocido. Cuando los mexicanos de CIE la compraron le dieron la responsabilidad de dirigir todas las radios argentinas del gigante de los medios. Pero después de cuatro años exitosos, de pronto se enojó y se fue. Su actualidad lo encuentra junto a Daniel Grinbank, responsable de las FM Kabul y Spika (junto a Marcelo Tinelli). “Kabul está artísticamente tres escalones arriba de cualquiera, es el futuro”, postula. Y agrega: “Lo mío ahí no difiere del resto de la radio, anuncio temas y música. ‘Hablar...’, en Spika, es un magazine que no es estándar porque ponemos el énfasis en la música y otras cuestiones que no son las comunes para ese tipo de programas de la mañana. Nos diferenciamos ahí, con lo difícil que se hace por la oferta enorme que hay a esa hora. Las dos radios están creciendo en anunciantes, público y en lo artístico”.
-Nelson Castro dice que acá se hace “radio de autor”.
-Es una lectura muy acertada. Y hay autores de calidad, porque tuvimos una buena escuela, algo que no pasa en todas las ramas del arte argentino.
-¿Quiénes?
-Maestros de primera, te nombro el canon: Larrea, Carrizo, Mesa, Mareco y Fontana, entre otros. Y una vez que entré al medio me vinculé con operadores, musicalizadores, editores y los técnicos que no están en la primera línea, pero que te enseñan “lo otro” y que te permite brillar al aire.
-¿Ves vanguardias?
-Se están empezando a generar. Lo hablé con Larrea, que sabe mucho del tema, es un fan del medio. Dice que los de mi generación (Pergolini, Lalo, Vernaci, etc.) no nos convertimos en mitos a derribar sino en modelos a seguir. Eso extendió nuestra vida útil frente al micrófono. Claro, nosotros teníamos que voltear a los que estaban desde la época de la dictadura. A los pibes nuevos no los molestamos. Ellos pueden ser nuestra continuidad, no deben romper un modelo. Están más contenidos porque no van errar feo como le pasó a alguno de nosotros.
-Pero les cuesta más reemplazarlos a ustedes.
-Y... no se la vamos a hacer fácil.
-¿Tenés participación accionaria en Kabul?
-Nooo, hablo de ella como si fuera mía porque el dueño es Daniel Grinbank, que es el padrino de mi hija. Con él y Pablo Coluber laburé dieciséis años. Siempre me gustó ese proyecto. Y cuando me fui de Rock & Pop supe que sería mi destino. Más que Spika, por más sea más poderosa y me dé una libertad poco común en los medios.
-La última vez que hablamos tenías puesta la camiseta de CIE y estabas muy feliz.
-No reniego de nada.
-¿Qué pasó, por qué te fuiste si unos meses antes estabas cómodo y conforme?
-No tuve problemas ni con Rock & Pop ni con Quique (Prosen, gerente de CIE) ni con Mario (Pergolini) ni con nadie. Mi enojo fue con CIE, la corporación mexicana. Ellos estaban más interesados en la separación que yo y casi me obligaron.
-Pero estaban contentos con vos.
-Fue muy duro, porque estaba todo bien, tampoco me quejé nunca por la guita. Me desconcerté, porque no sabía cómo se llegó a este quilombo. Su plan no congeniaba conmigo y con muchos que se fueron.
-¿Lalo Mir?
-Sí, y otros que no estaban frente al micrófono. Te van corriendo.
-¿Dejaste la puerta abierta?
-Con CIE no laburo nunca más. Rock & Pop existía de antes. Me encantaría volver a trabajar con Prosen y Pergolini y extraño muchas cosas de ahí. Pero de los cuatro que empezamos esa radio, tres estamos juntos. Quique se lleva bien con esa forma de trabajar y lo hace bien. Los militares tienen espíritu de cuerpo, yo no. Creo en la suma de individualidades aunque no tengan nada que ver entre sí. Estoy en las antípodas de los intereses de Grinbank, y me encanta. Corporativamente eso no está bien visto, porque todo esfuerzo debe apuntar a un solo objetivo.
-No obstante, estás en otra empresa grande, que puede venderse a una corporación en cualquier momento. ¿Cómo zafás? Pergolini se compró una FM, la X4, y tiene un reaseguro. Vos no.
-No me puse en la empresarial porque soy un desastre haciendo negocios. Como Lalo, que alguna vez lo intentó y le fue mal. Yo ni eso. No te cambio dos horas de mi vida por dos de la de la Mario, ni la de Tinelli, aunque los tres venimos del mismo lugar. Ni en pedo. No hay problemas, no me interesa ir a los lugares que van ellos ni sus mujeres ni su ropa. Me encanta ir al supermercado o a la plaza y que nadie me joda, aunque me miren. Mario no puede salir a la calle y Tinelli menos.
-Probaste en la tele.
-Y me fue bien. En la gráfica también. Tengo un back up que me permite moverme, pero siempre tendré que laburar.
-Ellos mucho más.
-Seguramente. Y tienen mejores vacaciones que vos y yo. Eso es indiscutible. Y su máquina de fotos y su TV de plasma es mucho mejor que los nuestros. Pero hay otras cosas. Estoy bien como vivo a mis cuarenta y seis años, con mi hija de trece (Clementina) y el otro de uno (Benicio).


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica

Buenos Aires, Argentina
Julio de 2006

Héctor Larrea: “No encuentro humor en la AM”

Ya anunció que no volverá a la televisión y comenzó a coquetear con una suerte de jubilación. Que sería anticipada sobre todo porque tiene mucho para dar. Basta con escucharlo en “Una vuelta Nacional” (Nacional, AM 870, lunes a viernes de 14 a 17) para notarlo. Y de paso, aprender de un maestro.
“Pienso trabajar cada vez menos horas e ir rumbeando para un retiro, en algunos años. Dependerá de mis ganas (...). Si empece a los nueve años y nunca paré...”.

Fuera del estudio, Héctor Larrea no habla rapidísimo. Al contrario, es reflexivo y paladea cada frase antes de decirla. Al icono se le ilumina el rostro cuando el tema es la música y se pone ceñudo al referirse a la radio, su otro gran amor. Después de más de cuatro décadas de carrera, lo pasaron a la tarde y él, lejos de enojarse, encara el desafío con optimismo: “Me hace acordar a cuando empecé en Rivadavia, en el año ´73, que también era en ese horario –concede-. Es lindo porque es más relajado, salimos de las urgencias de la mañana. Vino bien, porque en la radio querían un programa periodístico, con una figura fuerte en esa rama. Eso no lo sé hacer, y me cambiaron. A muchos los cambian y se ofenden, no es mi caso”.
-¿No te disgustó?
-No, lo estaba buscando. Estaba saturado de levantarme tan temprano.
-¿Los periodistas están corriendo a los conductores de la mañana de la AM?
-Sí. Hace mucho que no quedan conductores en la primera mañana.
-¿Es una tendencia saludable?
-Lo que indican las épocas. Hay quienes critican que se trata sólo del detalle de los robos y los asesinatos. Pero es lo que le interesa a la gente. Cuando pasó lo del francotirador de avenida Cabildo, nadie se corría de adelante de la radio esperando detalles. Hablo de mis conocidos, eh.
-¿Es hipocresía?
-No sé. Lo cierto es que todos protestan mucho contra eso pero no se lo pierden. Sobre todo fascinan los reportajes a las madres de las víctimas. Sus reclamos de justicia cuando fue algo injusto. Eso interesa. No es que a los animadores no nos interese, sólo que no lo sabemos hacer bien, o no tenemos la pasión suficiente para eso.
-¿Me dice que los que definen las programaciones son los oyentes, entonces?
-Sí. Sin dudas.
-La TV está apostando a lo mismo.
-Fracasaron mil veces con los programas matinales, desde que tengo uso de razón. Probaban con periodistas, con conductores, con juegos, de todo. Ahora parece que se les está dando porque, al igual que en Estados Unidos, a la gente le gusta recibir la tele matinal.
-Hace poco en un reportaje dijo que para usted la radio siempre fue evasión. Hoy es cada vez más realidad, ¿puede surgir un Larrea?
-Es un problema, porque algunos no podemos manejar bien las realidades cotidianas. Por eso en la radio inventábamos realidades más amables. Los más creativos lo siguen haciendo. Más en la FM, con tipos como Pergolini o Bobby Flores. No encuentro humor en la AM. Sólo tipos serios muy interesados en la discusión del represor tal con su torturado. Es la aquiescencia de la crueldad.
-¿Y la fórmula de Radio 10, que mezcla eso con chistes?
-No la escuché. Lo bueno pasa por un equilibrio, pero no es fácil. “Cacemos el diario y dale que va”. Siempre vas a encontrar a un torturador, o a una madre que acaba de perder a su hijo descuartizado en veinte pedazos, dispuesta a pedir justicia.
-¿Qué le parece ese testimonio?
-No sirve. Esa mujer no está en condiciones de pedir nada. No tiene fuerza porque ese es el mayor desastre. Pero los quince segundos de fama son muy tentadores. Veo desde hace un tiempo a familiares directos de víctimas en TV, muy elegantes y maquillados. La noticia y la posibilidad de ser vistos nos está volviendo miserables.
-¿Genera el efecto contrario?
-A veces sí. La madre de un desaparecido estuvo dos años paseando por los canales, muy maquillada. Me cuesta creerle el dolor, aunque seguramente lo siente. Los desbordan los medios, y se terminan vendiendo a ellos mismos la mentira de que su presencia en pantalla les garantiza justicia.
-¿Usted actuaría diferente, como víctima?
-Me imagino que sí. Por lo menos al principio sería reservado. Pero todavía no se enfrió el cadáver y ya piden justicia. Los medios les dejan vida y lucidez para que trabajen para ellos, no para sus hijos. Esto se vio mucho en lo de Cromañón. Alguna vez parará eso y se tendrán que enfrentar a ese vacío horrible del duelo.
-Cambiando de tema, Cacho Fontana propuso juntarse con usted y Antonio Carrizo en una programación. Carrizo aceptó.
-Es mucho trabajo. Nooo. Pienso laburar cada vez menos horas e ir rumbeando para un retiro, en algunos años.
-¿Se puso fecha?
-No, dependerá de mis ganas. De momento estoy enganchado con este nuevo horario. Quiero dedicarme a mis nietos y a escuchar música. Con (Jorge) Vaccaro solemos ir a espectáculos de jazz, y muchas veces no puedo ir. Eso me pone mal y quiero cambiarlo porque dispongo de los medios para hacerlo.
-¿Tiene desafíos pendientes? -No. -¿Sólo queda el “reposo del guerrero”?
-Seguro. Si empece a trabajar a los nueve años y nunca paré...


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Foto: Clarin.
Buenos Aires - Argentina

Julio de 2006

domingo, 2 de julio de 2006

Nelson Castro: “En Argentina se hace ‘radio de autor’”

Es uno de los “dueños” de la información de cada mañana. Sus “Puntos de vista” (Del Plata, AM 1030, lunes a viernes de 6 a 9) son un referente para miles de oyentes que buscan objetividad sin sensacionalismo en este cardiólogo devenido a prestigioso periodista.
“El mayor mérito de Tinelli es que compró Del Plata pero nunca le quiso cambiar la esencia. Después, claro, hay que esperar para que termine de despegar. Definir cambios lleva su tiempo”.




Con su desembarco en Del Plata, a principios de año, Nelson Castro, sacudió el “mercado de pases”. Marcelo Tinelli le duplicó el contrato y se lo llevó para sus filas. Semejante esfuerzo se entiende porque con su profesionalismo, seriedad y afabilidad, el premiado periodista se supo ganar el respeto de todos, tanto en el medio como entre la audiencia. “Estoy muy contento con el pase –reconoce-. Significó una propuesta nueva que funcionó más que bien. Me siento tranquilo, aunque con gran entusiamo por la respuesta de la gente”.
-¿Tuvo una salida traumática de La Red, su anterior “casa”?
-No, todo lo contrario. Me llevo el mejor de los recuerdos de esa gente y esa audiencia. Carlos Avila (dueño de la AM 910) y su gente nos trataron muy bien, con mucho afecto. De hecho, quedaron las puertas abiertas.
-No obstante, está muy identificado con Del Plata.
-Eso es verdad.
-Sin embargo, desde que se fue pasaron muchas cosas. No es la misma emisora. Ahora es de Marcelo Tinelli, mudaron los estudios...
-Pero lo más importante es que no modificaron la filosofía. Le dije a Tinelli que su mayor mérito había sido que compró la emisora pero nunca le quiso cambiar la esencia. Después, claro, hay que esperar para que termine de despegar. Definir cambios lleva su tiempo.
-¿Qué mejoró?
-Creo que ahora Del Plata está logrando la homogeneidad que no tuvo en los últimos dos años. Marcelo hizo hincapié en realzar la personalidad de la emisora. Y en mantener ese estilo está la clave del crecimiento. No en querer tirar todo abajo y cambiar. Por eso volví confiado.
-¿Cómo fue esa primera charla con él?
-Ya me había venido a buscar en 2004, pero como tenía un compromiso con la gente de la Red, no pudo ser. No había firmado nada, pero sí les había dado mi palabra. Eso para mí es sagrado, aún cuando resigné plata. Entonces programaron a Jorge (Lanata) a la mañana, sabiendo que a él le cuesta mucho sostener ese horario. Por eso, en el 2005 Marcelo vino con la oferta mucho más temprano y se pudo hacer, sobre todo porque Lanata hizo el esfuerzo de madrugar sólo por un año y el espacio quedó vacante. Así se instrumentó.
-¿Cuáles eran los objetivos para hacer el esfuerzo de “repatriarlo”?
-Me dijo que quería otorgarle a Del Plata la misma fisonomía que tenía antes. Y que para eso tenían que darle fuerza a la primera mañana y también a la tarde, que se vería reforzada con la llegada de Jorge. De este modo buscaba generar automáticamente un perfil informativo que les estaba faltando.
-Mario Mazzone dice que “un año de televisión equivale a cinco de radio”.
-Es cierto que la radio tiene tiempos más largos y los nuevos productos requieren procesos más lentos para imponerse. No es mi caso en este momento, porque soy un viejo conocido para el público de Del Plata. Cuesta más instalar una programación completa y lograr un éxito.
-El lo decía por una cuestión de exposición.
-También, por supuesto. Sin embargo, la radio no deja de ser una tarea apasionante porque me encanta su fantástico nivel de segmentacion. Eso le da una pluralidad inigualable.
-¿Es un lugar común decir que es el último refugio para la opinión?
-Tiene mucho de cierto. En la televisión hay muy poco y en el cable algo se encuentra. Por eso la fuerza que tomó la radio es brutal. Es un doble canal de opinión porque en la Argentina se hace “radio de autor”, con una fuerte impronta del conductor y esto genera una interacción con el público muy intensa.
-Y fidelidad hacia la figura. Incluso más que a la emisora.
-Sí, aunque en mi caso el contexto ayuda. Porque muchos te siguen por todo el dial, pero a la larga si sos muy nómade te terminás alejando de tu público.
-Hace poco viajó a Estados Unidos. ¿Cómo encontró la AM que se hace allá?
-Tiene menos fuerza que la FM, al revés que acá. Incluso, cuando nos llegue la digitalización, la AM seguirá al frente con la nueva tecnología. En Estados Unidos priva que la radio tiene un vigor similar al de Argentina en el ida y vuelta con la audiencia.


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica

Buenos Aires, Argentina
Julio de 2006