viernes, 14 de julio de 2006

Tom Lupo: “El rock perdió transgresión”

Al poeta, psicoanalista, periodista, actor y publicista Carlos Galanternik se lo conoce por su seudónimo de Tom Lupo. Cronista y protagonista de la primavera de los ’80, hoy resiste difundiendo cultura en los medios públicos y, sin renegar, dice que “ya no se ocupa sólo del rock”.



Atenti al Lupo

Nombre real: Carlos Galanternik
Nombre de batalla: Tom Lupo (homenaje a Tom Wolfe)
Bazas: “Tom Lupo Show”, “Submarino Amarillo”, Pionero en la cobertura de recitales en vivo por radio.
Hoy: Conduce “Misteriosa Buenos Aires” (Radio de la Ciudad, AM 1110, lunes a viernes de 20 a 22, salvo los jueves), “A troche y moche en la noche” (lunes a viernes de 23.30 a 24), y “En mi propia lengua” (lunes a viernes de 17 a 18) estos dos últimos por Radio Nacional (FM 87.9).





La “cultura rock” es más una sensación que un concepto empírico. Así, habrá tantas definiciones como personas que abordan la cuestión. Sin embargo, si hay algo en lo que todos están de acuerdo es en que el aporte de Tom Lupo fue (y es) fundamental para su desarrollo. En los tempranos ‘80s, en su recordado “Submarino Amarillo” y en el “Tom Lupo” show sonaron por primera vez en una radio bandas como Sumo, los Redonditos de Ricota, los Fabulosos Cadillacs, los Abuelos de la Nada, Virus, Los Ratones Paranoicos y Soda Stereo, entre otros. Por entonces tuvo su momento de gran popularidad y era el referente obligado de la movida joven de aquellos años. Hoy, un tanto desencantado con el rumbo que tomó el rock nacional, amplió su panorama hacia “lo argentino”. “En ‘A troche y moche’ ponemos rock, tango y folclore y un solo tema en otro idioma –describe-. Nos damos el gusto de marginar a la música en inglés. ‘Casi todo de aquí y sólo lo mejor de allí’ es nuestro lema. En tanto, en ‘Misteriosa Buenos Aires’ le damos oportunidades a los grupos nuevos de teatro, jazz, rock, folclore y todo lo que se va gestando en una ciudad como Buenos Aires, que asombra. Hace poco estuve en Madrid y comparé la oferta cultural de ellos con la de acá. Es increíble, pero nosotros tenemos más diversidad, oferta y calidad con menos costo, porque hay muchos espectáculos gratuitos en nuestra ciudad”.
-Tu “esposa” era el rock nacional. Hoy tenés un harén.
-Ahora estoy casado con lo argentino.
-¿El rock perdió esa cualidad?
-No. Pero a partir del 2001 gente de ese palo se pasó al tango y al folclore, algo que no pasaba desde hace treinta años. Antes, de cada diez demos que recibía, eran todos de rock. Hoy son seis, tres de tango y uno de folclore. Hay gente como la Orquesta Fernández Fierro, la Chicana, un grupo de pibes de 20 años que se llama Fanfarrón y hacen temas de Leda Valladares (nuestra mejor antropóloga).
-¿Eso sería “cultura rock”?
-Exacto.
-Definí ese concepto.
-Es un toque de informalidad, búsqueda y creatividad en un país muy formal. Los de la tribu del rock fueron los primeros hombres en saludarse con un beso. Eso modifica la cultura. Fito Páez convence a Liliana Herrero para que cante folclore y renovó el género, como Irupé Tarragó Ros.
-¿Cuál es tu motivación?
-Lucho por la cultura argentina contra lo extranjero.
-¿Hay una oposición?
-Sí. No es casual. En esto me volví “jauretcheano”. El decía que la invasión de un imperio empieza por la penetración cultural. No es inocente entonces que un comunicador pase canciones en inglés como si nada hubiera pasado en el país. La industria del entretenimiento es la que más ingresos le genera a Estados Unidos. Sus películas y su música son un negocio fabuloso y además, están adoctrinando.
-“Para zonzo prefiero un criollo”.
-Sí, uso esa frase de Jauretche en el programa. No es sólo eso, porque hay creatividad. Un ejemplo: ¿hace falta traer por tercera vez a los Rolling Stones? Levi Strauss escribió que la importación de otra cultura se debe hacer con mucho cuidado, porque se puede comer la tuya. Una vez, los Stones están bien para aprender. Dos veces bueno... La tercera no hay dudas de que sólo es por el negocio.
-Tienen sus fans, ¿no vale eso?
-Un pibe me dijo que los Rolling Stones le habían cambiado la vida, a pesar de que no sabía ni una palabra de inglés. Eso es mentira. Heidegger escribió que el que escucha una canción en otro idioma puede lograr una ensoñación pero nunca un viaje. Lo que te transforma es la palabra.
-No hablás de vanguardias en la cultura rock.
-De acuerdo, no hay.
-Tampoco de rebeldía.
-Es verdad. El rock perdió transgresión y entró en el circuito de grabar el demo, visitar la discográfica y ser editados. Quieren ser estrellas. Algunos están cambiando eso: Kevin Johanssen, Palo Pandolfo, el grupo Padre, Santaolalla... hay una nueva oleada de creatividad. También hay cierta injusticia en la difusión. A un gran artista como Sergio Pangaro no lo pasan casi en ningún lado, y lo merece mucho más que otros.
-¿Qué opinás del “rock chabón”?
-Que tienen derecho a expresarse. La cultura es la suma de todo.
-¿Aportan desde lo artístico?
-Responden a un público que pide eso. Cuando se vuelva a educar como pasó en algún momento, eso va a ser desplazado. Responde a una vanalización.
-¿Decís que son fruto de la incultura?
-Básicamente. Aunque está claro que no salen a asaltar con una pistola. Trabajan sobre un escenario, bajo las reglas de juego culturales.
-¿Qué pasa en las radios con esto?
-Las bandas nuevas tienen los mismos problemas de difusión que hace veinte años, cuando yo hacía “Submarino amarillo”. ¿Cómo puede alguien empezar su programa con un tema en otro idioma? Un turista despistado podría creer que está en Canadá, Estados Unidos o Inglaterra. Habría que negarse como declaración de principios. Poné primero algo en castellano y después invitá a las culturas del mundo a sumarse. Esto debe ser una ética porque le das trabajo a un compatriota tuyo. Sobre todo porque vivimos en un país colonizado, empobrecido y dependiente.
-Estoy de acuerdo, aunque no soy amante de las limitaciones en lo artístico.
-Yo tampoco, pero priorizo lo nuestro. Además no hablamos de una limosna a un minusválido. Tenemos grandes artistas. Este es el país de Charly García y Piazzolla. Hay mucha calidad.
-¿Te gusta lo que pasan las radios comerciales?
-Se está abusando de “gastar” y tomar distancia del que escucha. Se divierten los conductores y el oyente se queda afuera. Todavía me asombran casos como el de Baby Etchecopar. En su programa la gente llama para ser castigada. Hay un sadomasoquismo extraño ahí. Les grita “apurate para hablar que no tengo tiempo”. Y les corta. Me asombra. También la falta de respeto por la audiencia cuando se habla sin tener toda la información.
-¿Y los tópicos?
-Hay muy poco interés por la cultura nacional. Sólo se habla de los vedettismos y los famosos. Fijate que en un noticiero, sobre todo los de la televisión, reproducen un diario en su formato. Tienen política, deportes, información general, espectáculos, etcétera. Lo único que no ponen, es el suplemento de cultura. ¿No se editan libros, no hay conciertos o exposiciones?
-Y hasta se está dando el fenómeno inverso. Clarín ahora te cobra ese suplemento.
-Es cierto, pero al menos lo tienen. Los medios de comunicacion audiovisuales eliminaron esas inquietudes. Y sin cultura un hombre queda exiliado. Otro de mis slogans es “dale de comer a tu alma”. Pero decidieron que la cultura no es negocio.
-¿Eso es verdad?
-No, podría serlo. Si difundís algo, la gente lo termina comprando. Pero también jugaron en contra ciertos culturosos que creen que la cultura debe ser soporífera. No es así, es algo vivo, puede ser divertido. Si voy a hablar de Macedonio Fernández no lo voy a hacer aburrido. Comentaré que era un rockero que una vez dijo que “éramos tan pocos ese día que si faltaba uno más no cabríamos”. Lo que mejor me pagó fue que un pibe me dijo que gracias a mi conoció a Macedonio. Uno debe ser un puente, esa es la misión.
-¿Se puede hacer arte en la radio?
-Es más que interesante eso, porque se la dejó de ver como un canal de arte. En una época se hacían radionovelas, programas de humor y orquestas en vivo. Había un guión de hierro, después se pasó a la espontaneidad y fue positivo, pero me parece que se nos fue la mano y habría que volver a escribir todo. ¿Cuántas veces escuchamos “mirá la corbata que se trajo”? ¡Nadie la ve! Mirtha Legrand describía sus vestidos por radio. Eso es excluir al público. Si los tratás como tontos, los convertís en tontos. Hay que tener cuidado. Porque el amigo del dueño viene y tiene un programa para hablar boludeces. ¡No! Hay que cuidar el aire como si fuera un espacio artístico.
-También está la cuestión del financiamiento de la radio.
-Claro, la radio es la hermanita pobre, tiene menos pauta y no hay guita. Eso influye, a pesar de que es uno de los medios más sanos porque, al no tener imagen, estimula la imaginación. La TV es alienante: apoyás en la silla ese lugar en el que la espalda pierde su buen nombre y recibís todo servido. Pensá en el videoclip. Si no existe, cada vez que escuchás una canción te genera imágenes diferentes. Si viste el video, esa canción siempre te va a remitir a eso.
-¿Sólo podés trabajar en medios del estado?
-No, pero son públicos, no importa si son del estado. ¿Su función no es promover la cultura, ser una alternativa aunque no marque un gran rating? En Europa lo entendieron. Hay gente que me escucha y no tiene televisión. Eso genera la responsabilidad de darle lo mejor. Soy una opción. Además, acá se puede criticar al gobierno sin problemas. Por suerte, mejoraron las antenas, tanto de Nacional como de la De la Ciudad. Es un buen síntoma.
-¿Podrías volver al rock con exclusividad?
-No, ya me pasó esa etapa. Hay una nueva primavera, un arte argentino nuevo, más diversificado. Me volví “argentinista” en un país en el que no podés decir “nacionalista” porque se confunde con otra cosa, cuando otras culturas son muy defensoras de lo propio. En una radio brasileña no suena otra cosa que cantantes en portugués.
-¿Rescatás algo de la movida de hoy?
-Algunas letras de la Bersuit y los Piojos son interesantes. La Renga tiene su energía...
-Ninguno de esos es nuevo.
-Sí, es verdad. Pero es lógico. Doy clases de radio en una universidad y me encuentro con egresados del secundario que nunca leyeron una novela. Es otra cultura.
-Más grave es que pasa lo mismo con algunos docentes.
-Bueno, seguro. Por eso mucho de lo que hago tiene que ver con el agradecimiento hacia un profesor que tuve en el secundario. El tipo vino y dijo “yo tendría que enseñarles instrucción cívica, pero me di cuenta de que eso no sirve para nada. Les voy a leer literatura latinoamericana. Si no me traicionan, están todos aprobados. Nos metió en Cortázar, Rodolfo Walsh, Dalmiro Saenz, García Márquez, Onetti, Vargas Llosa y Borges. Nadie lo delató, algunos no le dieron bolilla y otros fuimos transformados. Arriesgaba su trabajo, pero demostraba que un solo maestro, que ganaba el mínimo, te podía modificar la vida aunque sea un centímetro, que no es poco. Se llamaba Haroldo Conti.

Gustavo Masutti Llach
Mavirock Revista
Buenos Aires, Argentina
Julio de 2006

1 comentario:

diego dijo...

hola mi nombre es diego pollano y te quiero agradecer la critica constructiva sobre el tema ji ji ji que grabamos en el disco tributo arde rock and roll la banda es "cola de pato" y me encantaria que visites nuestra pagina para que conozcas lo que hacemos y como vamos en este largo camino te mando un abrazo y espero tu comentario sobre nuestro primer tarabjo independiente. gracias!!!