La receta del éxito de Samuel "Chiche" Gelblung es tan conocida como irrepetible: Una taza de creatividad, una cucharada de humor, mucha información y esfuerzo y una pizca de escándalo. Todo mezclado y horneado en el calor sofocante del verano porteño. Barato, sabroso y rendidor. El menú lo sirve tanto en la televisión como en Radio 10 (AM 710, "Edición Chiche", lunes a viernes a las 17).
-Le tocó trabajar en enero.
-Como siempre.
-¿Cambia el tono radial en verano? Alguna vez usted me dijo que usted "mostraba culos por radio".
-Eso era lo que funcionaba. Ya no es novedad porque me parece que hay un nivel alto de saturación. A lo mejor lo gastaron la televisión y la gráfica, pero ya no hay una voracidad por eso. Cansó. No es que como es una época liviana la gente quiere liviandad. Siguen pidiendo información. Claro, como no pasan tantas cosas, hay tiempo para cosas menos calientes pero más profundas.
-¿Por ejemplo?
-Empezamos a discutir cómo debía ser el arquetipo del argentino del futuro, qué características debería tener. Eso en una época de lío bárbaro no lo podés hacer.
-¿Cuál fue el tema que más pegó en este verano?
-No te lo puedo decir porque no llevo registro. Por más que la gente se enganche con un tema, no me quedo ahí. Me muevo antes de que se cansen. Todo los días hago un programa nuevo, sin continuidad.
-¿Cómo ve a la sociedad?
-Tiene la necesidad de creer que todo va a ir mejor. Los datos de la economía acompañan, está bien. A mí me parece todo insuficiente. Hay que tener en cuenta que estábamos en el fondo del precipicio, y estamos saliendo. Igual, me parece ingenuo creer que esto es todo lo que tenía que pasar. Se deben hacer más cosas para revertir la sensación de un país hecho pelota. Tocamos fondo, por lo tanto no es la realidad salir con dos buenas cosechas de soja.
-¿Qué habría que hacer?
-Promover las cosas que deben cambiar para salir adelante. Todavía estamos en el infierno y la gente supone que estamos en el Paraiso. Hay que hacer grandes esfuerzos, y pasar por momentos difíciles. Pero se necesita creer que estmos bien.
-¿Montados en esta necesidad aparecieron e los medios aduladores "chupakirchner", parafraseando a aquellos periodistas "chupamenem"?
-Con mayor o menor nivel siempre hay alcahuetería del oficialismo. Cada gobierno tiene su corte de obsecuentes mediáticos, y en el caso de Kirchner, no me parece ni mayor ni menor que en otras épocas. Probablemente lo que llama la atención es que haya personajes exóticos haciendo de oficialistas. Qué se yo, llama la atención ver a un (Horacio) Verbitsky oficialista. Un tipo que pasó quinquenios como opositor. Es extraño ver a un personaje emblemático de la oposición convertido en un vocero del gobierno. Repito: es raro.
-¿Es criticable?
-No, porque lo hace desde sus convicciones. Sí critico la sensación de que "ya está todo bien". No somos Suiza, más allá del triunfalismo excesivo.
-¿Esto se da también en radio?
-En todos lados. Tal vez el caso de los diarios sea más notable porque los titulares son de alto impacto. Usar título catástrofe para anunciar que subió la producción industrial es curioso.
-¿Nota que se instaló una mirada romántica de los setenta?
-No puede haberla porque fue una década de sangre. Noooo. Estamos muy lejos de eso, hoy lo más grave que te puede pasar es que te quedes frenado por un piquete que toca el bombo. Las épocas no se parecen en nada.
-¿Y de dónde sale esto?
-Lo que sí hay es la reivindicación de un proyecto, que encaró Cámpora, y que quedó frustrado a los cuarenta y nueve días de gobierno cuando Perón asumió el mando y lo echó. El proyecto, si bien no era montonero, tenía connotaciones de la tendencia revolucionaria peronista. Hoy son gobierno muchos de aquellos protagonistas. Obeid era montonero, y varios otros gobernadores. El mismo presidente formaba parte del peronismo revolucionario, sin ser montonero. Es una manera de decir: "al final lo logramos".
-Cambio de tema. ¿Escucha radio?
-No, nunca. No tengo tiempo, sin embargo, lo cierto es que no puedo escucharla porque me contaminaría. Prefiero arrancar de cero y trabajar sobre mi propio discurso. Puede ser que la ponga en el auto, pero no conozco a los conductores ni sus estilos.
-¿Tuvo maestros?
-No soy un hombre de radio. En la gráfica sí, (Carlos) Fontanarrosa me enseñó mucho, me modeló desde lo periodístico. Después no tuve grandes referentes. Aunque no imitaba a nadie.
-¿Y como hombre de gráfica qué le pasó por la cabeza la primera vez que vio en la calle un afiche con su cara?
-Me acuerdo, lo tengo marcado. Fue una promoción de la radio. Era raro, porque nunca lo busqué. Lo que me jodía mucho por entonces era que para la gente yo empecé a existir a partir de que aparecí en los medios electrónicos (radio y TV). Venía de una carrera muy larga en la gráfica y me preguntaban "¿de qué laburabas antes?". Me daba bronca, porque parecía que no se respetaba la trayectoria. ¡Era periodista, no verdulero!
-¿Se siente criticado?
-No, nunca me pegaron demasiado. A veces me dan con afecto y otras con ironía, pero por lo general me trataron siempre muy bien. La verdad es que no puedo quejarme, por más que alguna vez digan o escriban algo que a uno no le gusta.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica - Buenos Aires
Enero de 2004
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