domingo, 30 de julio de 2006
Julio Lagos: “¡Dejen que la gente tenga su opinión!”
“Hay demasiadas editoriales”, postula este periodista que debutó en el medio en 1961 y se afirmó como un clásico de la comunicación. Sin embargo, a los sesenta y uno, se mantiene inquieto y sigue marcando caminos en lo que hace a ampliar los límites de la difusión y de la temática de la radiofonía.
“El futuro de la radio está en el teléfono celular (quién iba a pensar que sacaría fotos y hoy es común). No volverá el tiempo en que la gente se reunía frente al receptor ‘capillita’. (...) Al contrario de lo que se cree y se dice, la tecnología humaniza”.
El hombre despliega un histrionismo poco común en un estudio de radio. Su micrófono portátil le otorga libertad de movimiento y Julio Lagos la aprovecha al máximo. Gesticula, camina alrededor de la mesa de trabajo, pincha papeles en la pared, chatea con sus oyentes en vivo, y le hace gestos al operador. Mientras tanto (y sobre todo) lleva adelante su programa “Radiolagos” (lunes a viernes de 6 a 9), con cabecera en FM Identidad 92.1 y “levantado” por una cadena de más de veinte repetidoras que abarca casi todo el país. Su equipo lo componen el operador Marcelo Arese, la locutora Graciela Raffa, el productor Maximiliano Feijóo, el movilero Juan Pablo Martinelli, el coordinador Agustín Lagos (su hijo), el cronista Adrián Salonia y el musicalizador Quique Matavoz. “Tratamos de dar la temperatura y el color de cada ciudad, -asegura- y que haya reportajes vinculados a las necesidades de esos mismos lugares. El objetivo es no hacer un programa porteño y paternalista, ser locales en todas partes. La cadena es una pompa de jabón, un acuerdo de voluntades que dura de 6 a 9. Nadie paga un peso. No sólo no tengo nada firmado con las repetidoras sino que ni les conozco la cara a sus dueños”.
-¿Por qué una cadena?
-Para tener la mayor cantidad de audiencia posible. Aunque no se mide el rating en todo el país, los mensajes de los oyentes indican que se escucha en todo el país.
-¿Y la publicidad?
-Tienen un espacio reservado para su propia tanda (no vemos ni una moneda de eso) pero deben poner al aire la nuestra.
Más allá de su estilo, Lagos se distingue por ser un pionero en las nuevas tecnologías aplicadas a la radio. Así, fue el primero en transmitir por Internet en el país, y se adelantó a poner una página web donde se puede escuchar en vivo el programa y descargarlo para i-pod. “En el `97 me invitaron a una presentación de una empresa proveedora de Internet, cuando todavía no había tocado nunca una computadora –recuerda-. Cuando me enteré de que se podían transmitir sonidos, enseguida pensé en que podía ser un soporte para la radio. Saber que me permitiría traspasar el límite de lo geográfico y lo temporal me produjo un quiebre”.
-¿Cómo se plantea un programa que se escucha tanto en el exterior, a partir de esta tecnología?
-Con mucha gimnasia. En su mayoría, esa gente tiene familiares acá. Ellos saltean trece mil kilómetros con un clic. Se sienten en casa porque saben que ellos me escuchan en Londres y su mamá, al mismo tiempo, en Santos Lugares. Se dio un caso de un accidente en Capital, y se enteró antes la hija en Madrid, que la madre, que vivía en Buenos Aires. Otra vez, estaba transmitiendo en Madrid desde la calle, para Buenos Aires. Viene una chica por la calle y me abrazó. Me estaba escuchando y cuando dije por dónde andaba, me salió a buscar. Esas cosas pasan todo el tiempo.
-¿Qué quieren escuchar los “extranjeros”?
-Todo. Les encantan hasta las propagandas, por su sonido. Te piden que les pases el sonido del tránsito. Cualquiera tiene mejor información que yo, pero la radio te brinda otra cosa. Al contrario de lo que se cree y se dice, la tecnología humaniza. No es fría, todo lo contrario. Personaliza.
-¿La radio de hoy y del futuro más que dar noticias debe pelear contra el exceso de información?
-No sé. Me parece que está para acompañar. Informar es delicado, relativo y difícil. Hay tantas razones para desconfiar de una noticia.... Lo que me planteo es estar al lado del público de una manera alegre y agradable. La radio es mi infancia, mi barrio, mis viejos, mis ilusiones, por eso no me preocupan esas cuestiones. ¿Cómo sé si no desinformo con mi subjetividad? No pretendo dar “claves para entender lo que pasa”. ¿Quién sos, Dios, para explicar todo? Apenas quiero ser buen cronista, le rajo a la editorial porque prosperó mucho. Hoy el periodismo emite certificados de conducta. A mí me enseñaron a hacer crónicas, no a meter una editorial hasta en el pronóstico del clima. ¡Dejen que la gente tenga su opinión!.
-¿Entonces?
-Me parece que el futuro de la radio está en el teléfono celular (quién iba a pensar que sacaría fotos y hoy es común). No volverá el tiempo en que la gente se reunía frente al receptor “capillita”. ¿Querés algo más extraordinario que ser escuchado por la computadora? El aparato es otro, pero el espíritu es de radio. Mañana, será otra cosa. Hay una democratización de los medios.
-Ese proceso llegó también a la emisión. ¿No se deja calidad de mensaje y de forma por el camino?
-La responsabilidad es del emisor, siempre. Nosotros tenemos que ser un poquito mejores en eso que la media, porque para millones es el único escaloncito al que pueden acceder. A veces, la primera y única herramienta de superación cultural. Pero el de la democratización es un riesgo que vale la pena correr siempre, ¿no?
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Julio de 2006
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