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martes, 9 de enero de 2007

Leticia Bredice: “La maternidad te pone cemento en los pies”


Inquieta, la actriz – escritora – directora – cantante - figura mediática y madre de Indio sigue buscando expandirse y abarcar. En ese marco se calza las ropas de conductora radial para “Bailarina en la oscuridad” y va de lunes a viernes a la medianoche por la renovada AM 1110, que sigue perteneciendo al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires pero ahora se llama “La Porteña – Una máquina de Radio”. Leticia estuvo hace poco como jurado de un festival en “Bollywood”, la Meca del cine de la India, y trajo su particular visión sobre sus pobladores y la pobreza. “Escucho a Pettinatto, Fernando Peña, emisoras de tango y de folclore. A la tarde a la Vernaci y, aunque me da un poco de vergüenza, me encanta el programa de Chiche (Gelblung). Me mata lo canchero que es, como habla y los temas que toca”. “No planifico demasiado ese tema, pero en este momento no pienso darle un hermanito a Indio. Tengo tanto por hacer y un chiquito es una responsabilidad muy grande”.


-¿Es tu debut en la radio? -No. A los 17 fue lo primero. Engolaba la voz y hacía los avances de un par de radios piratas. Después tuve un programa que se llamaba “Entre mujeres” en el que leía la revista Uno Mismo y tocaba temas que le interesaban a ellas. Me re-copaba. Después me volqué al teatro y pim, pam, pum.

Ese “Pim, pam, pum” de Leticia Marcela Brédice intenta esconder una de las carreras más eclécticas y exitosas de las últimas décadas. A los 34 años es de esas privilegiadas que se da el lujo de hacer lo que quiere y, con mayor o menor suceso, siempre cae parada. Claro, lo más meritorio es que esta hija de inmigrantes napolitanos siempre toma riesgos. Al menos hasta que vuelva a la tele de la mano del reality circense de Susana Giménez, su nuevo desafío pasa por sacarse de encima los reflectores y dejar su belleza sólo para sus afectos: su pareja Juan Sanguinetti y Xul Salvador (un año, para todos “Indio”), el hijo de ambos. De este modo, manifiesta sus inquietudes artísticas por el lado de la escritura y, claro, de la radio.

“El año pasado tuve un proyecto para el canal de la ciudad de cortometrajes sobre violencia infantil –relata-. A partir de ahí me ofrecieron AM, llenos de reparos porque supusieron que iba a decir que no y tuvieron razón. Pero después me quedé pensando y me dije ‘¿por qué no?. Si siempre escuché AM’”.
-¿Te gusta la Porteña?
-Creía que no, después me puse a escucharla, me enteré que iba a seguir Tom Lupo y me di cuenta de que estaba buena. Además, me dejan grabar el programa porque quiero dormir a mi chiquito todos los días, por eso no me ves en televisión.
-¿Y el formato? -También hago lo que me parece. Reportajes a personas que no son conocidas a nivel popular pero llevan adelante un trabajo social muuuy importante.
-¿Como Fabián Polosecky? -Sí, claro. Sin caer en la comparación, como hacía Polo o Juan (Castro), esto de buscar otros personajes y mirar para otro lado.
-Siempre trabajaste con el cuerpo pero desde hace un tiempo te ocultás: un disco, estás escribiendo una novela erótica, terminaste dos obras de teatro y las querés dirigir, la radio. ¿Tiene que ver la maternidad en este “correrse”? -La maternidad tiene que ver en todo. Te pone cemento en los pies, te hace caminar con la pisada de tu hijo. Empezás a tener cuidado de que no le pase nada ni a él ni a vos, y te preocupa el futuro. Por eso me pude dedicar a todo lo que me fascina y que no está vinculado a la exposición pública. Cosas que siempre practiqué pero que no era el momento para ponerles fuerza.
-¿Es una locura filmar una tira con un recién nacido? -No sé, muchas madres actrices lo hacen.
-No dije “qué mal”, porque todas lo hacen por necesidad. Pregunto si no es demencial. -La verdad es que sí. Los primeros dos años los chicos tienen que estar con sus mamás en las buenas y en las malas. No sólo para dormirlo y bañarlo. Y en eso estoy. Pero porque me ayudan, eh. No soy millonaria. En otro momento de mi vida hubiera tenido que trabajar sin poder estar cerquita como ahora. Es una etapa.
-¿Se te despertó el instinto de protección? -Sí, es fuertísimo como te cambia. Nunca me había pasado porque con las parejas es diferente. Si no cuido yo al bebito (o el padre), ¿quién? Está indefenso.
-¿Cómo se lleva con Juan? -Muy bien, tiene una relación hermosa con el papá, está re-enganchado.
-¿Mirás TV, escuchás radio? -Radio sí. No sé por qué la tele no me seduce. A pesar de que me encanta. No la prendo porque es ruidosa, estoy escuchando música, limpiando la casa o hablando por teléfono con gente.
-Ya vas a empezar a ver a Barney y otros programas infantiles. -¿Sabés que Indio no se engancha con eso? No mira nada, no le gusta. Ojalá se quedara un rato frente a la pantalla así yo tendría más libertad.
-¿Qué sintonizás en la radio? -A la mañana Pettinatto y Fernando Peña, después al mediodía no me gusta casi nada, así que pongo radios de tango o de folclore. Vivo en Acassusso y busco eso en el auto cuando voy al Centro. A la tarde a la Vernaci y, aunque me da un poco de vergüenza, me encanta el programa de Chiche (Gelblung). Me mata lo canchero que es, como habla y los temas que toca.
-¿Vas a pasar temas tuyos en el programa? -No creo.
-Pensé que le ibas a dar más ímpetu a tu carrera de cantante. -Hace poco hablé con un chico, Cristian Basso, para ver que hago con eso. Tuvo buena recepción y me encuentro con muchas chicas que me dicen que escuchan “Actriz”. Hice gira por el interior, pero parece que a un disco le das bola nada más que cuando lo estrenás. Sin embargo, cada vez que sugiero salir en el verano a cantar me dicen “no, tenés que grabar algo nuevo”. Y en ese punto me canso. Por eso voy a la fácil.
-¿Cine? -Me re-gusta, me trajeron unos guiones buenísimos. Hay que ver que pasa con los presupuestos y los créditos del instituto. También terminé de escribir un guión.
-¿Lo vas a dirigir? -Mmmm... (duda) No tendría problemas, pero primero debería dirigir una obra de teatro, para la que ya tengo comprometido a un grupo de gente. Se llama Rabisnovia y es de ciencia ficción. Será con siete mujeres. Tengo ganas de actuar, pero es un bardo. Hay otra, también mía, que se llama “La cola del avión”
-Estuviste de viaje por la India. -Sí, como jurado en el Festival de Cine. La pasé muy bien, y noté que allá tienen una mirada muy atenta hacia el cine argentino, pero no pasa nada.
-¿Por qué? -Porque a pesar de que tienen un muy buen registro de nosotros, desde acá se mandó una sola película a competir. Hay que ser un poco más organizados.
-Sobre todo con un mercado tan potente como ese. -Claaaro, el cine argentino está necesitando una manito grossa, porque en este momento no está pasando mucho a pesar de que tenemos una generación de grandes directores. Desde Trapero a Luis Ortega pasando por Lucrecia Martel y Agresti. Afuera los conocen a todos.
-¿Las imágenes de pobreza de la India te apabullaron? -No, porque todo es tan precioso y magnífico, y ellos son tan distintos... Estuve en Goa, que es una ciudad turística, y en Bombay, que es un poco más densa. Ahí no existe nie country ni el barrio privado.
-Tampoco hay agresividad. -No, es cierto. Me pareció un país impresionante. Mucha gente que conozco se impresionó con la pobreza y hasta dejó todos sus bienes. A mí reeegustó. No me asusta porque es increíble, la gente puede no tener nada pero está tranquila, llena de colores, y escucha y toca música con unos instrumentos maravillosos. Trabajan y rezan todo el día y son maravillosos con los chicos. No como los americanos que te dicen “¡a los niños no se los toca porque les vas a pasar tus gérmenes!”. Los indios se te tiran arriba del bebé “¡Ay, qué lindo!” y te invitan a pasar a sus casas para que lo muestres porque es rubiecito. Tienen a los bebitos llenos de collares y con el tercer ojo dibujado en la frente. Su pobreza es muy linda y pintoresca, no son tristes.
-¿Sos de planificar? -Desde que tengo a Indio, sí. Financieramente y hasta me puse a averiguar dónde hay un hospital cerca.
-¿Cerraste la fábrica? -Por ahora sí.
-Nada de hermanitos, entonces. -Eso no lo planifico demasiado, pero en este momento tengo tanto por hacer y un chiquito es una responsabilidad muy grande.
-Es una vida de la que hay que hacerse cargo. No es broma. -Claro. Parecen bebotes, hermosos para jugar, pero después hay que ponerse a pensar en el colegio y todas esas cosas necesarias que tanto detesto.
-Ojalá Indio salga mejor alumnos que vos, ¿no? -Ojalá sea feliz y pueda tener el título de lo que le guste. Y si no que trabaje en algo que lo llene porque lograr eso es muy difícil.
-¿Lo ves actor? -Sueño con que sea un gran músico. La abuela, la mamá de Juampi lo anotó en una escuela de música de la vuelta de su casa y eso me gusta mucho. No me importaría obligarlo a que aprenda a tocar un instrumento.



Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina

Enero de 2007

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