Conoció el cielo y el infierno, fue admirado y despreciado con la misma intensidad y cosechó el elogio y el escarnio en la misma proporción. A un hombre que vendía pulcritud pública no se le perdonaron sus tropezones privados. Y hoy está ahí, no olvidado pero sí dejado de lado por un medio que es cruel con los mayores. Si bien Cacho marcó a la TV argentina, él se reconoce como “hombre de radio”. Desde que hace casi sesenta años su amigo Roberto González Rivero “Riverito” le consiguió una entrevista para entrar a Radio del Pueblo como locutor comercial el hombre consiguió marcar a fuego a la radiofonía nacional. El “Fontana Show” o “Sexta edición” están dentro de la historia grande del género y él está entre los próceres vivos que la escribieron. O la dijeron.
“No estoy retirado, nunca me jubilé”, abre el juego. “Simplemente no consigo laburo. Me piden que alquile un espacio en una radio. Pero para estar en una decente, con audiencia para competir, hay que pagar mucho”.
-A pesar de todo, seguís haciendo comerciales.
-Sí, y gracias a ese aviso de Paratrobil mi voz sigue dando vueltas por todo el país.
-Lo último en una radio fue lo de Chiche Gelblung.
-Sí, pero eso fue más una joda de él que otra cosa. Marthineitz tenía más participación cuando estuvo con él, de hecho se quedó en la Diez un tiempo. En aquel programa estuve tres meses y debo haber hablado ocho minutos en total.
-¿Por qué?
-Mis participaciones eran de un minuto y a veces no podía ni meter un bocadillo. Pero me sirvió de mucho esa experiencia porque Chiche es un fuera de serie y aprendí un montón a su lado.
-¿Te sentís reconocido? Porque la mayoría de los locutores de más de cuarenta te pone como referente.
-Sí, el mayor reconocimiento lo tengo de parte de mis colegas. Eso me da confianza. Pero las circunstancias hicieron que los modelos, los estilos, los formatos, las ediciones y los clientes publicitarios, cambiaran y perdí la conexión. Nosotros éramos amigos de los dueños de las radios, hoy ni siquiera sé quiénes son.
-¿Y la gente?
-También me trata bien. En Europa, cuando voy a visitar a mi familia, todavía hay quienes me saludan y se acuerdan de mí.
-¿Por estas cuestiones no estás al aire?
-No, porque por los hechos que fueron notorios (se refiere al escándalo con Marcela Tiraboschi) perdí el comercial que me mantuvo desde 1983, (el de La Serenissima) y no pude retomar. Por otra parte, cuando decidí ser voluntario para el programa de Malvinas se acabó mi carrera. Aun cuando estoy orgulloso de eso. Soy el único responsable de aquel envío, los militares no me ordenaron nada. El martes hundieron al Belgrano, y al otro día estaba en ATC organizando todo. Los milicos lo único que hicieron fue robarse la guita. Ni a mí ni a Pinky nos acusaron nunca de quedarnos con un mango. Y eso que me ofrecían regalarme un Mercedes, eh. En los trajes me habían dejados cheques de 100.000 dólares y nunca los fui a cobrar.
-¿Por qué nunca contaste esto?
-Porque el que calla no siempre otorga, y el tiempo pone las cosas en su lugar. No digo que tengo toda la razón, pero…
-Betty Elizalde me contó que la única manera que tuvo para trabajar durante un tiempo era generar ella los ingresos, vendiendo publicidad a través de una productora para su propio programa.
-A mí me piden que alquile un espacio en una radio. Pero para estar en una radio decente (de Mitre para la izquierda), con audiencia para competir, hay que pagar mucho. No tengo pretensiones de horarios ni nada por el estilo. Fijate qué curioso, me dicen que la nostalgia está de moda, pero la de los años setenta, y yo no tengo nada que ver. Para los mayores, el geriátrico.
-Como un principiante.
-Ah, sí. Y eso que tengo la garganta mejor que a los cuarenta años. Y la mente, más allá de alguna jugarreta que me hace el alemán (aunque lo tengo a tiro), está impecable. Debe ser que no hice la vida que los muchachos piensan, o al menos no tomábamos “paco” (bromea).
-¿Escuchás la radio?
-Sí, lo de González Oro es muy particular.
-Te afanó el “Fontana Show” de pe a pa.
-No, no, no lo robó. Lo mismo dicen de Mario Pereyra de Cadena 3. Pero Mario me invitó a su programa y me dijo “somos todos Salieris de Fontana; Imitadores tuyos”. Sin querer uno ideó un diagrama y un estilo que se terminó convirtiendo en un formato lógico para la mañana. Cuando empecé, ese horario era el descarte de la radio. Lo fuerte estaba a la noche con los grandes shows.
-Al revés que ahora.
-Claro, cuando llegó la televisión copó los espacios de la noche. Con Rina Morán y Beba Vignola éramos locutores y se me ocurrió comprar una hora en Radio El Mundo. Metíamos noticias, chistes y ahí nació el estilo de lo que hoy es un magazine.
-¿Lo inventaste de cero o había algo parecido afuera?
-No, en el año ’56 no había nada. Y empecé a viajar en el ’61 para que vean que no afané. Fuí a Europa para ver a Perón, con Pinky. Y ya en el ´66 agarré con José María Muñoz, hicimos el Mundial de Inglaterra y ya tomábamos aviones más seguido.
-¿Qué podés decir del estilo de radio que se hace hoy?
-El último gran cambio lo dio Daniel Hadad, porque le puso humor a las noticias. En el arranque, de 6 a 9. Eso era impensado. Y Rolo Villar es el responsable del cincuenta por ciento de lo que es hoy Hadad. A él le debe buena parte de su éxito.
-Hadad quería hacer la vieja Rivadavia.
-Sí, me llamó tres veces. Una vez para reeditar “Sexta Edición”. La tarde con noticias la “inventé” en Radio Argentina (en 1983) cuando la dirigí y puse a Mariano Grondona. Pero le dije que no y se me pasó el tren.
-¿A quién más rescatás de hoy?
-Baby (Etchecopar) hace el programa más difícil de la radiofonía. Lo llaman los tipos, él los putea, les corta y va primero sin libreto.
-¿Y la tele?
-El líder es Tinelli, con su ángel. Es temible negociando la guita, porque nunca pone un carajo. Tiene sabor popular y coraje. Lo que hacía Pergolini en Cuatro Cabezas también era genial. Porque vendía la publicidad de los segmentos y a la vez filmaba los comerciales.
Fotos de Cadena 3 y de la página de Cacho.
muy buena entrevista , que lastima que no valoremos a la gente profesional
ResponderEliminarGracias. Pero de a poco está volviendo el hombre.
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