martes, 15 de marzo de 2005
Gustavo López, Secretario de Cultura porteño: Rinde cuentas.
Con una música de fondo recurrente, los bombos de una protesta frente al edificio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Gustavo López, el Secretario de Cultura porteño, nos recibe en su amplia oficina. Sin formalidades, la charla tocó los temas candentes de su gestión.
-¿Cómo se integra a los millones de marginales y pobres a la cultura?
-Descentralizando la oferta, con teatro y cine en los clubes de barrio y en centros culturales propios. Entre los dos se cubre casi toda la geografía de la ciudad. Al "Teatro de verano" fueron 18.000 personas. Los lugares más convocantes fueron Parque Chacabuco y el Centro Cultural del Sur. Hacemos cultura para todos, no para los ricos.
-¿Sí, pero hay una política de integración?
-Sí. Al Festival de tango van a ir 200.000 personas de las zonas Sur, Norte y turistas. Apoyamos esos grandes shows (que tienen éxito grantizado), con una presencia persistente en los barrios. La continuidad es lo que da resultado.
-¿Alcanza?
-Es un trabajo a largo plazo. Está todo tan mal que esto hay que combinarlo con el sistema educativo.
-¿Van a cerrar el Colón por un año?
-Sí. Hoy se están haciendo reformas que terminarán en el 2008 con el centenario, gracias a un crédito del BID de 60. Entre setiembre de 2006 y 2007, se cerrará para trabajar sobre el escenario. Las funciones se darán en otros teatros.
-¿Los contratados perderán el trabajo ese año?
-Todo el mundo seguirá trabajando.
-Se dice que se arriesga poco en los teatros oficiales.
-Puede ser, cada uno tiene un perfil. En el que más se arriesga es en el Sarmiento. También se experimenta en la sala más chica del San Martín. Entre todos tienen una programación alternativa a la comercial. Pero montar Calderón de la Barca, teatro en verso, de un actor clásico, es osado. Lo arriesgado es lo no comercial, no lo experimental.
-¿Qué significa perder un espacio como el Konex?
-Afecta más desde lo periodístico que de lo real. La Fundación no se desarma y en la avenida Córdoba hace sus actividades. Se pierde por dos meses la Ciudad Cultural Konex, que tuvo actividad sólo en el verano 2004. Ese es un proyecto muy importante para nosotros, porque es lindo, simpático y ambicioso, y le sigue cambiando la cara al Abasto.
-¿Qué pasó?
-Luis Ovsejevich (presidente de la fundación) prometió hace un año hacer unas obras y se le autorizó provisoriamente que montara unas obras el verano pasado. No hizo nada de eso, y apareció este año queriendo montar dos salas de teatro. Nos pareció interesante, pero los bomberos no le dieron la autorización.
-¿Cromañón fue un hecho cultural?
-Sí. Hace diez años a nadie se le ocurría prender una bengala en un lugar cerrado. Hace dos, pasó a ser normal, y denunciarlo, una "buchonada". Tengo hijos adolescentes...
-¿Alguno era seguidor de Callejeros?
-Sí, el menor, de 17, los fue a ver a Cemento. Y discutía con mi hija del medio, de 19, sobre el tema, porque ella decía que si le reclama a alguien que apague la bengala, le pegan. Esto se da por la degradación económica y social.
-¿El elogio de la marginalidad?
-Exacto, se la exalta. ¿Cuál es la aspiración de la cumbia villera? Denuncia, pero no intenta modificar. Ese es el quiebre. En los 70 se buscaba cambiar el mundo. Hoy se celebra el robo y la marginalidad. La política y la cultura deben procurar cambiar eso.
-Ante este fracaso cultural y social, qué se siente como funcionario ¿vergüenza, impotencia, angustia?
-Angustia e impotencia al mismo tiempo. Me entristece lo que veo, pero renuevo cada día mi compromiso para cambiar desde adentro. Es difícil ir por la calle de noche y ver que la ciudad se transformó en la Saigón de la época de la guerra, con la gente viviendo en la calle. Si no creyera que, a pesar de ser poco, lo que uno hace sirve, me iría. El problema es cultural, pero no se soluciona a través de la cultura, sino de la generación de riqueza, de la distribución de recursos y de la educación. En la ciudad la educación funciona, el problema no viene de ahí...
-¿El escándalo de León Ferrari te volvió más conservador?
-No, me fortaleció.
-¿Harías todo igual?
-Tal vez no en Navidad.
-¿Qué quedó?
-El debate sobre cuál es el rol del estado, de los privados y de la Iglesia en la cultura y si hay o no límites a la libertad de expresión. Y una orden judicial de no limitar la expresión de un artista.
La gran apuesta, El Festival de Tango cuesta $ 450.000 del erario más el aporte de los privados. De allí, $ 115.000 corresponden a artistas, conciertos y clases de baile. No nos suministraron información sobre el cachet de los artistas.
-El año pasado Coca y Osvaldo ganaron el concurso de "baile salón". ¿El premio era acorde a un certamen internacional?
-No. El tango escenario, "for export", tuvo el mismo premio, pero terminaron contratados para hacer 50 shows en Japón. Los de salón se fueron de viaje a Bariloche. Nosotros les dimos a los dos la copa y los 3.000 pesos, pero uno tuvo contratos y el otro no. No hay demanda internacional para el tango salón.
-Jorge Bocacci me dijo que la ciudad no apoya al tango a nivel popular. Que nunca convocaron a Néstor Fabián, Hugo Marcel, Abel Córdoba, Alberto Podestá, Carlos Cristal o Carlos Paiva.
-No es justo, más allá de si se los convocó. En un festival no entran todos, pero se llaman a 190 artistas por año. Mariano Mores no tocaba desde el primero y se lo convocó de nuevo. Vamos mirando porque no hay una política de no convocar ciertos estilos. Todos quieren estar y vamos rotando. A veces se dan rachas, uno no está porque justo estaba de viaje cuando lo llamamos, o cuestiones similares. Tratamos de cubrir todos los huecos. Y si detectamos un olvido, lo programamos de inmediato para el año siguiente.
-Sobre tu gestión en el Comfer, en el gobierno de la Alianza, quedaron pendientes tres temas: Que Badía se deshiciera de su radio en Pinamar (dirigía la de la Ciudad), el CIE y Telefónica, que no vendieron medios durante tu gestión, y la ley de radiodifusión, que ya ni se discute.
-De atrás para adelante: la ley la mandé al congreso y no tuvieron voluntad política de aprobarla. Mientras estuve en la gestión todos quedaron intimados a vender: CIE, Telefónica, todos. El CIE fue denunciado por el entonces titularde la Sigen, Rafael Bielsa. Inspeccioné, denuncié y tres meses después me tuve que ir del Comfer. Canal 9 estaba intimado y vendió después. De Badia, es cierto, no ocurrió, y no me acuerdo si lo intimé. No era lo más grave, pero no pueden ser licenciatarios los funcionarios, ese es el espíritu. El lo era antes de la gestión pública, se daba al revés. Además, él tenía su frecuencia en otra jurisdicción. La incompatibilidad era bastante difusa.
-Pero no era prolijo.
-Sí, pero lo que se trata de evitar es que un gobernador compre una radio.
-¿Creés como dijo De la Rua, que le hicieron un "golpe de estado"?
-No, el peronismo jugó su rol, pero el gobierno cayó por ineptitud. No porque Ruckauf mandó a la gente a asaltar o por el empujoncito de Duhalde, aunque eso existió. Sin las condiciones de un gobierno que no resolvió nada, no hubiera pasado. De la Rua cayó por su propio peso. Lamentablemente, porque yo era funcionario de ese gobierno.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Marzo de 2005
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