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lunes, 25 de febrero de 2002

Daisy May Queen: "La gente no se motiva para disfrutar si no hay un mango en el bolsillo".

Desde adentro del bar se puede ver como el sol se ensaña con los paseantes y artesanos de la Plaza Dorrego. Daisy May Queen agradece por el aire acondicionado y su voz, que se hizo una marca de la FM Hit, 105.5 (“Los cuarenta principales”, lunes a viernes de 9 a 13) retumba en las paredes del local casi vacío.
-¿Hasta cuándo tenés contrato?
-Ja, ja, qué buena pregunta. Hasta el 31 de diciembre pasado. Entiendo que no habrá problemas en renovar por un año más.
-¿Cuál es el target de la Hit, a punto de cumplir diez años?
-Nunca fuimos una radio de pibes. Por más que el márketing indique. A mí me escribe gente que no tiene quince. Señores y señoras que nos escuchan en la oficina, por ejemplo. Aunque la mayoría del público es adolescente, la fanática de Chayanne no tiene catorce. Recibo mails de gente que me dice que la acompañé con la radio durante la adolescencia, ahora se casó y me escucha con su bebito. Eso me encanta porque sentís que formás parte de la vida.
-¿Cambia la música que se programa en verano?
-Sí. Salvando nuestra situación actual, hay un clima más festivo: te preparás para las vacaciones o las fiestas. Los chicos no tienen colegio y eso cambia la onda porque hay más tiempo libre.
-¿Y cuál es el “boom” del verano?
-Sin dudas, Bandana. Son cinco chicas divinas, encantadoras. Y se ve reflejado que las pibas se sienten identificadas con lo que vieron en Pop Stars. Claro que los Back Steet Boys siguen fuertes. En realidad, el pop-teen es fuerte todo el año, aunque en verano haya temas como el Kilie Minogne o el de Roger Sánchez que van a durar tres meses.
-Sin embargo no hay un hit con la fuerza de otros veranos como “Mambo N# 5”, “La vida es un carnaval” o “Estoy saliendo con un chabón”.
-Es que los ánimos están muy bajos. La gente no está muy motivada para disfrutar si no hay un mango en el bolsillo. No podés brindar una fiesta si no hay nada para servir. Te puedo dar la música, pero si no hay clima, ambiente... a veces te entristece más escuchar el jolgorio de fondo y que no puedas participar.
-¿Cómo lo piloteás al aire?
-Es difícil. Porque tratamos de vivir en una burbuja. La gente me pide otra cosa. Dicen: “Daisy, ya tenemos noticieros y las AM para amargarnos; danos un respiro, que queremos pasarla bien y cargarnos un poco de buena onda”. Algunos me hacen saber que algo que dije les cambió el ánimo. Tratamos entonces de mantener a la gente con las pilas puestas y cargadas y dar un mensaje optimista.
-Pero por lo que decís, no siempre podés estar contenta.
-De por sí, me da alegría enfrentar un micrófono todos los días. En una época no lo tuve y sentí el vacío. Tal vez veía algo en la calle y me había quedado el tic de decir: mañana lo comento al aire. Y no estaba trabajando. Eso era feo. Contactarme con la gente me da felicidad. Todos sabemos lo que está pasando y no hace falta que yo lo diga por la radio. Y se conoce lo que cada uno pelea y sufre. Pero necesitamos una puntita de ilusión, esperanza y sueños. Para eso estamos.
-¿Es más difícil la tarea de entretener?
-Por supuesto. Porque si estoy de mal humor en un noticiero clásico, nadie se entera. Si quiero, hasta me puedo indignar. En un programa como el mío no tengo la posibilidad de estar mal. De nueve a una no me puedo permitir enojarme ni pelearme con nadie.
-¿Este “recreo obligatorio” te relaja o te carga aún más?
-A veces me carga más escuchar las historias de la gente. Te das cuenta que no te quieren contar todo pero entre líneas podés leer lo que les pasa de verdad.
-¿Y qué temas te piden para levantar el ánimo?
-Ponen mucho énfasis en los flashbacks, la música que escuchaban hace diez, ocho años. Porque cuando escriben pidiendo una determinada canción, lo hacen desde el lugar de recordar la situación feliz que vivían en el momento en que sonaba por la radio. Tratan de volver a esa situación y con ese tema o artista se sienten un poco más cerca.
-¿Cuándo es la temporada fuerte para la Hit?
-El verano con toda seguridad, no. Es más fuerte en marzo, cuando empiezan las clases. Hay más oyentes, más hits, más publicidad... todo.
-Mucha gente veranea en Buenos Aires. ¿No les cambia las mediciones?
-La radio se escucha en todo el país.
-Pero las mediciones de Ibope que les interesan miden Capital y Gran Buenos Aires.
-Eso es así. Y no veo cómo pueden rastrear al que está de vacaciones. A mí nunca me llamaron pero en una oportunidad me dejaron la planilla. La llene muy prolijito y jamás la pasaron a buscar. Todavía la tengo de recuerdo. Yo le creo a lo que me dice la gente. Recibo un montón de mails por día y le presto al público que me habla a la salida de la radio. Eso es mucho más confiable. Y hasta ahora no me dio mal resultado.
-Los anunciantes miran las planillas.
-Pero lo mío es artístico. De ese tema, cero. Deberías preguntarle al departamento comercial. Yo hago mi laburo.
-¿Qué escuchás cuando llegás a tu casa?
-Pongo al grupo inglés Muse todo el tiempo, y a todo volúmen. Los descubrí en Londres. Me dijeron que eran el nuevo Queen y enseguida me compré el disco. Son más parecidos a Smile, el grupo anterior a Queen, más duro.
-¿Lo pasaste al aire?
-No, porque los directores consideraron que el sonido era muy crudo para la radio. No daba el target. Igual hablo de ellos todo el tiempo (se ríe). Después de todo, hoy los chicos, vía Internet, consiguen cualquier material muy rápido.
-¿Escuchaste radio en Inglaterra?
-Sí, a full. Me gustaba mucho Chris Evans, que estaba en la BBC y en Virgin. Pero lo echaron.
-¿Cuál es la diferencia con nosotros?
-Allá, como en Estados Unidos, el locutor maneja la consola. Durante la mañana escuchan música vieja y mucho talk show con la gente. Hacen chistes y hay muchos concursos.
-Suena liviano.
-Muchísimo. Pero después de la francesa debe ser la mejor radio del mundo. Los ingleses son muy correctos, hablan perfecto y cuidan mucho las formas y la coherencia.
-¿Por qué acá eso no pasa?
-Porque improvisamos todo el tiempo. Los argentinos somos así porque creemos que sale mejor por la frescura. Eso pasa a veces. Pero la mitad de las veces sale peor. Mucho peor.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Febrero de 2002

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