martes, 8 de noviembre de 2005
Mona Moncalvillo: "Respeto a Eliaschev, pero nos pega injustamente".
“Este año rechacé una diputación, porque considero que si te ofrecen un cargo, y no te echan por incapaz, hay que terminar. Nunca me arrepentí de haber aceptado”. El sillón de director de Radio Nacional (AM 870) suele ser incómodo. El que lo ocupa debe administrar setenta y seis emisoras diseminadas por todo el país, casi todas con tecnología obsoleta, pagarle el sueldo a centenares de empleados con un presupuesto magro y campear presiones políticas y mediáticas de todo tipo y color. Sin embargo, ahí está la periodista Mona Moncalvillo, a cargo desde mediados de 2003, relajada y sonriente. Tomando mate y contestando sin vacilar. Ante algunas preguntas se le encienden los ojos de rabia, pero nunca pierde el control. “Estamos cerca de terminar un año muy laborioso. No pensé que tendría este nivel de estrés y cansancio”.
-¿Qué fue lo que más te agotó?
-La instalación del nuevo transmisor, con las idas y vueltas que eso genera en cuanto a fechas y plazos. Merced a eso pude ocuparme del bellísimo edificio de Pacheco, que tiene la antena, y que estaba tan descuidado. Sucio, roto, con goteras y más de cien nidos de avispas. Los trabajadores le devolvieron el brillo que tenía cuando lo inauguraron Perón y Evita en 1950.
-¡Un transmisor de cincuenta y cinco años!
-Sí, con vida útil pensada para quince, como máximo. Mérito de nuestros maravillosos ingenieros. Estuvimos mucho tiempo a punto de no poder salir al aire. Ahora la tecnología nos va a acompañar y pasaremos a 100 kw de potencia. Me emociona y enorgullece porque es un medio público. Ahora estamos esperando el dinero para licitar la modernización de nuestras emisoras del interior.
-¿Será durante tu gestión?
-Veremos. En principio termina con el mandato del presidente Kirchner. A partir de ahí no sé nada. Y esto de lo que te hablo lleva mucho tiempo para instrumentarlo. El que me suceda encontrará las cosas mejor que yo.
-Se les criticó la publicidad oficial que reciben.
-Sí, pero no es justo. Porque estamos hablando de setenta y seis radios en todo el país, con el servicio que prestan y la necesidad de reequipamiento que tienen. Si no ayudamos a Radio Nacional, ¿a quién?
-¿Cómo les va en nivel de audiencia?
-Bien. Estuvimos sextos casi todo el año, con una transmisión casi inaudible (desde lo técnico).
-¿Cuál será la programación del año que viene?
-Todavía no firmó nadie. Pero (Héctor) Larrea seguirá y creo que sólo habrá cambios por la tarde.
-¿Uno de los que se va es Pepe Eliaschev?
-Parece ser. No me vino a ver todavía. Cada vez que se acercó lo he atendido.
-El se queja de que “a través de sus funcionarios el gobierno hace saber que él no es un compañero´”, en el sentido peronista del término. Y dice que a la radio la maneja el gobierno, no del estado.
-Sí, me enteré por tu nota. Tendría que hablarlo con él en persona. Porque si se revisa la programación queda claro que es falso que sólo trabajan aquí los que están alineados ideológicamente con el gobierno. Sí es cierto que a él se le da un trato diferente, pero porque tiene el mejor contrato de la radio. El más favorable. Porque se le mantuvo el que tenía. Y si se sintiera discriminado, lo hubiera dicho sin problemas. Esta es una emisora abierta, pluralista y que contempla todo el arco ideológico. Si no, nos hubieran llenado de palos. Están ávidos de marcarnos los puntos.
-Es nuestra función.
-Y me parece bien. Soy periodista desde hace cuarenta años. Cuando es con fundamento, la crítica se valora. La arbitraria, como la de Eliaschev, no está buena. No sé porqué está incómodo, porque él te lo hace saber enseguida. Supongo que debe tener un lugar en vista para firmar con otra emisora. Lo que no entiendo es por qué se va desprestigiando a una radio que lo contuvo tantos años con un contrato privilegiado.
-También reconoce que trabaja en libertad.
-Bueno sería lo contrario. Nos ha matado y nunca bajé ni para pedirle un derecho a réplica. Lo escucho seguido y muchas veces pega mal e injustamente. Pero lo respeto.
-¿Qué me podés decir de las FM?
-La Folclórica creció mucho y anda muy bien. Mercedes Sosa la eligió para volver después de mucho tiempo sin cantar. En 2006 vamos a hacer un programa especial como el de ella, cada mes. Con homenajeados como Favio, Serrat o Nelly Omar, por ejemplo. Por su parte, la Clásica está muy instalada y resiste bien la competencia de Amadeus. En tanto, estamos buscando una nueva frecuencia para Faro, porque la interfiere canal 7 (se ríe). Tiene cosas muy buenas y vamos a cambiar otras.
-¿Cuándo volverás a “Las 40”?
-Si es por mí, mañana mismo. Me encantaría. Adoro ese programa, lo hice a mi medida y cada vez que viajo al interior, para visitar las filiales, me piden lo mismo. Pero no puedo. Tengo mucho trabajo y sigo con el objetivo de ser la primera directora que visite todas las radios de la cadena. Me falta un poco menos de la mitad, pero las distancias son muy largas.
-¿Qué te hayan criticado por conducirlo influyó en la decisión del paréntesis en la conducción?
-No. Nunca falta un columnista en el diario La Nación que salga a escribir que “los directores de medios públicos nos arrogamos el derecho a ocupar espacios”. Lo único que hice en esta radio es trabajar y tengo mi trayectoria. Además, a la radio le costaba cero pesos.
-¿Y cómo estás con los gremios?
-Los trabajadores tuvieron una recomposición salarial importante. Por ahora la cosa está tranquila, lo que no quiere decir que terminen las demandas, porque la tarea de un delegado gremial es mejorar la situación de los trabajadores todo el tiempo. Ahora estoy empeñada en mejorar la calidad periodística con talleres libres y gratuitos que se dan acá los martes a las 16. Con nombres como Van Der Kooy, Aliverti y Oscar Cardoso entre otros.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Noviembre de 2005
María Esther Sánchez: "Las buenas noticias no venden"
“Vamos al estudio chiquito” propone María Esther Sánchez y al llegar sorprende lo diferentes que son las proporciones en la municipal Radio de la Ciudad (AM 1110). El lugar es enorme, al punto que el techo está a siete metros de altura y el piso tiene espacio para caminar con comodidad entre los dos pianos de media cola y una mesa con sillas. En esa emisora, todos los domingos de 9 a 10 de la mañana la locutora conduce “Son buenas”, un envío que apareció durante la gestión anterior y que tiene la particularidad de no ser difusor de buenas noticias. “Carlos Ulanovsky me preguntó qué quería armar y le contesté que un programa con estas características. Algo que ya venía haciendo como sección, a la noche, en el espacio de Leonardo Grecco”, recuerda María.
-¿Tenés material para una hora?
-Sí, porque buscando, hurgando, se encuentran buenas noticias. Aunque quizás no alcancen para un programa diario. El bajón y lo negro de la vida existe, como todas las cosas negativas, pero sin ellas no podría haber luz y cosas bellas. Depende de dónde pone uno la mirada. Yo trato de rescatar aquello que tiene un poco de color y que brinda esperanza. Puede ser una ONG que ayuda a chicos que lo necesitan, los “payamédicos”, que le llevan una sonrisa a los enfermos o los pediatras que se prepararon con narradores para aprender a relatar y el día del niño lo hacen frente a los chicos, en el marco del programa “¿Me cuenta un cuento, doctor?”.
-¿Por qué creés que esas buenas noticias tienen tan poca prensa?
-Puede ser porque no venden, o porque estamos mal acostumbrados. Y los argentinos somos un poco “melanco”.
-Sin embargo en ningún lugar del mundo son tapa de los diarios.
-Pero creo que pronto lo van a ser. Me voy a sentir feliz cuando ocupen aunque sea un recuadrito de la portada, todos los días. Porque están ahí. De hecho, hay programas de televisión y hasta noticieros, en los que destacan que “la buena noticia de hoy es...”. Ese compendio es el que traslado a la radio los domingos por la mañana. Te digo más, me encantaría llevar la propuesta a la televisión, porque el rebote es mucho mayor.
-¿El horario te gusta?
-Sí. Aunque a primera vista parece marginal, se escucha mucho. Afortunadamente, esta radio se dedica a los temas de la ciudad (como su nombre lo indica) y la gente responde.
-¿Cuáles son tus fuentes?
-La prensa en general. Pero también el boca en boca, o las historias de vida. A veces la misma gente llama y nos deja su buena noticia. Trabaja conmigo Bárbara Ramirez Araujo, que es mi productora.
-¿Sabías que Bernardo Neustadt siempre cuenta que una vez sacó un diario de buenas noticias?
-No, no sabía. ¿Cómo le fue?
-Se fundió en menos de un mes.
(Se ríe)-Debe haberle pasado porque se querría haber llenado de plata. Acá no es ese el propósito (se tienta de risa). Si yo no espero ganar dinero sino generar situaciones, no me puedo fundir. No me lleno de plata ni con el programa ni con ninguno de mis otros proyectos.
-¿En qué te paga?
-En que sabés qué lindo es escuchar los mensajes de los oyentes contando lo que les pasa. Lo hago porque me gusta pero si no existiera la audiencia, no tendría sentido. Si no te llega la respuesta en algún momento, sentís que todo va a parar a un saco vacío. No me importa si hay uno, diez o mil. Con que haya uno que escucha, llama y participa diciendo “los descubrí y los sigo” estoy hecha. Más si se da un caso como el de un discapacitado que nos contó que salió a la calle y buscó un teléfono público para dejarnos un mensaje. Que me digan “gracias por darle espacio a las buenas noticias” me provoca una alegría que me hace llorar de la emoción.
-¿Creés que con este programa cubrís una función que la prensa relega?
-Puede ser. Quizás porque no tengo esa raíz. Ante todo soy locutora y después periodista, por las funciones que ejercí durante años. Me nace, lo siento y lo llevo adentro. Me gusta indagar en el alma humana, exponerme y sacar mi histrionismo. Las cosas son como se van dando, no hay que rotularlas.
-¿Cada vez queda menos propuestas para el locutor clásico?
-Sí, se fueron recortando los espacios. Sobre todo a partir de que cualquier persona puede mencionar la marca de un producto al aire y dejar “de florero” al locutor.
-¿La ley que prohibe eso cambió o no se cumple?
-Las dos cosas. Ahora un conductor puede mencionar las marcas. Pero a la vez nosotros estamos preparados para expresarnos y hacer “el show de la tanda”. No sólo vende una cara famosa sino la manera de transmitir el mensaje. Se habla mal en la calle, en parte porque los locutores, que son quienes están profesionalmente preparados para ello, tienen cada vez menos aire. De este modo, los medios de comunicación educan mal. Ahora el “locutor integral” está preparado para conducir programas y hacer periodismo.
-Decime dos palabras de Juan Alberto Badía.
-Un gran amigo y la persona a la que le debo gran parte de mi carrera. Gracias a él soy locutora. El me alentó cuando yo estaba en Chacabuco.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Noviembre de 2005
-¿Tenés material para una hora?
-Sí, porque buscando, hurgando, se encuentran buenas noticias. Aunque quizás no alcancen para un programa diario. El bajón y lo negro de la vida existe, como todas las cosas negativas, pero sin ellas no podría haber luz y cosas bellas. Depende de dónde pone uno la mirada. Yo trato de rescatar aquello que tiene un poco de color y que brinda esperanza. Puede ser una ONG que ayuda a chicos que lo necesitan, los “payamédicos”, que le llevan una sonrisa a los enfermos o los pediatras que se prepararon con narradores para aprender a relatar y el día del niño lo hacen frente a los chicos, en el marco del programa “¿Me cuenta un cuento, doctor?”.
-¿Por qué creés que esas buenas noticias tienen tan poca prensa?
-Puede ser porque no venden, o porque estamos mal acostumbrados. Y los argentinos somos un poco “melanco”.
-Sin embargo en ningún lugar del mundo son tapa de los diarios.
-Pero creo que pronto lo van a ser. Me voy a sentir feliz cuando ocupen aunque sea un recuadrito de la portada, todos los días. Porque están ahí. De hecho, hay programas de televisión y hasta noticieros, en los que destacan que “la buena noticia de hoy es...”. Ese compendio es el que traslado a la radio los domingos por la mañana. Te digo más, me encantaría llevar la propuesta a la televisión, porque el rebote es mucho mayor.
-¿El horario te gusta?
-Sí. Aunque a primera vista parece marginal, se escucha mucho. Afortunadamente, esta radio se dedica a los temas de la ciudad (como su nombre lo indica) y la gente responde.
-¿Cuáles son tus fuentes?
-La prensa en general. Pero también el boca en boca, o las historias de vida. A veces la misma gente llama y nos deja su buena noticia. Trabaja conmigo Bárbara Ramirez Araujo, que es mi productora.
-¿Sabías que Bernardo Neustadt siempre cuenta que una vez sacó un diario de buenas noticias?
-No, no sabía. ¿Cómo le fue?
-Se fundió en menos de un mes.
(Se ríe)-Debe haberle pasado porque se querría haber llenado de plata. Acá no es ese el propósito (se tienta de risa). Si yo no espero ganar dinero sino generar situaciones, no me puedo fundir. No me lleno de plata ni con el programa ni con ninguno de mis otros proyectos.
-¿En qué te paga?
-En que sabés qué lindo es escuchar los mensajes de los oyentes contando lo que les pasa. Lo hago porque me gusta pero si no existiera la audiencia, no tendría sentido. Si no te llega la respuesta en algún momento, sentís que todo va a parar a un saco vacío. No me importa si hay uno, diez o mil. Con que haya uno que escucha, llama y participa diciendo “los descubrí y los sigo” estoy hecha. Más si se da un caso como el de un discapacitado que nos contó que salió a la calle y buscó un teléfono público para dejarnos un mensaje. Que me digan “gracias por darle espacio a las buenas noticias” me provoca una alegría que me hace llorar de la emoción.
-¿Creés que con este programa cubrís una función que la prensa relega?
-Puede ser. Quizás porque no tengo esa raíz. Ante todo soy locutora y después periodista, por las funciones que ejercí durante años. Me nace, lo siento y lo llevo adentro. Me gusta indagar en el alma humana, exponerme y sacar mi histrionismo. Las cosas son como se van dando, no hay que rotularlas.
-¿Cada vez queda menos propuestas para el locutor clásico?
-Sí, se fueron recortando los espacios. Sobre todo a partir de que cualquier persona puede mencionar la marca de un producto al aire y dejar “de florero” al locutor.
-¿La ley que prohibe eso cambió o no se cumple?
-Las dos cosas. Ahora un conductor puede mencionar las marcas. Pero a la vez nosotros estamos preparados para expresarnos y hacer “el show de la tanda”. No sólo vende una cara famosa sino la manera de transmitir el mensaje. Se habla mal en la calle, en parte porque los locutores, que son quienes están profesionalmente preparados para ello, tienen cada vez menos aire. De este modo, los medios de comunicación educan mal. Ahora el “locutor integral” está preparado para conducir programas y hacer periodismo.
-Decime dos palabras de Juan Alberto Badía.
-Un gran amigo y la persona a la que le debo gran parte de mi carrera. Gracias a él soy locutora. El me alentó cuando yo estaba en Chacabuco.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Noviembre de 2005
Carlos Clérici: “Con cuatro años, mi hijo Juan Francisco es el periodista más joven de la Argentina”
Conduce en las noches de radio América “El diario de mañana”. Tiene además una página web que hace las veces de diario electrónico gratuito para quince mil suscriptores de Argentina y el mundo. Organiza eventos en Pinamar con pensadores y escritores, presenta el coloquio de IDEA y dirigió el encuentro privado de los presidentes americanos cuando hace poco estuvieron en el país. Pero es su “módulo familiar de trabajo” lo que lo define.
Se pueden mencionar varias particularidades que hacen únicos a los productos de Carlos Clérici. En principio, “El diario de mañana” (América, AM 1190, lunes a viernes, a las 23) es un periodístico que cierra el día, a contramano de la costumbre. Pero además, eligió que su equipo tuviera su originalidad: “Trato de construir una realidad a partir del modelo que a mí me sirve –explica-. Es decir, llevar la familia al trabajo. Mi mujer, Alejandra Zuccoli es la productora del programa (trabaja en esto desde antes de conocerme) y mi hijo, Juan Francisco, es el periodista más joven de la radiofonía nacional. Nació prácticamente dentro de Del Plata y a la semana ya estaba en el estudio. Se ve que le tiró, porque nos empezó a acompañar regularmente y un poquito antes de cumplir los tres años salió al aire”.
-¿Qué dijo?
-Comentó un espectáculo infantil que había visto. Tuvo un discurso coherente y se expresó bien. A la gente le encantó y desde entonces es un columnista fijo de los días viernes. Hoy tiene cuatro años y habla de obras de teatro, de películas que vio, o de su experiencia como estudiante de música. Claro, cuando fuimos de vacaciones a Disney trajo material para varias semanas. Parece que va a seguir, lo toma como un trabajo y se presenta como periodista. No permite que nadie sonría cuando lo dice.
-¿Cómo es el programa?
-“El diario de mañana” ya es casi un clásico. Su estilo es el de un diario, con sus secciones y sus suplementos semanales. Empezamos en Del Plata cerrando lo que era el horario periodístico de la radio (las 20), y desde 2001 estamos en América. Claro, por tener un formato de noticias toda la programación, para poder cerrar el día, vamos a las 23. Estamos contentos, de audiencia estamos bien y nos apoyan empresas que sólo lo hacen con envíos de la mañana.
-¿Seguirás el año que viene?
-Vamos a ver. Estamos charlando. Porque me ofrecen estirar en una hora el programa (desde las 22), pero hay algunas sugerencias que no me terminan de cerrar.
-¿Cuáles?
-Algunas tienen que ver con lo económico, otras con que el sector de noticias de la radio tendría injerencia en los contenidos y mi independencia no la negocio. Además sugieren la incorporación de una persona al staff, para co-conducir. Veremos. La gente del CIE se especializa en FM, pero América les da muy buen resultado económico y su estilo está impuesto.
-¿Existen otras ofertas?
-Sí. Tengo una charla pendiente con Daniel Hadad (Radio 10, Canal 9). Estuve cerca de firmar con él en 1998 y ahora me lo crucé en la Cumbre de las Américas y me propuso conversar sobre el 2006. Julio Villalonga me dijo que quiere que haga algo en América 24. Por primera vez estoy considerando estar en TV. También están preocupados en La Red, porque les queda despoblada la mañana: se van Nelson Castro y Santo Biasatti. La grilla del año que viene se moverá bastante. Vamos a ver dónde quedamos. Lo mismo corre para el programa que hago en Pinamar desde el ’97 (primero en Estudio Playa, de Badía y los últimos tres años en FM Winner), porque no me lo tomo como vacaciones.
-¿Querés mantener la noche?
-No necesariamente. Hice la mañana de Horizonte durante ocho años, el primer periodístico en una FM musical. También fui pionero, en esa emisora, en hacer mañana y tarde. Me fui por un tema parecido al actual.
-Trabajar con noticias a la noche es diferente, ¿no?
-Seguro, porque por más que Internet cambió algunas cosas, todavía vas al aire “sin red”. Los envíos de la mañana usan los diarios y siempre los critico por eso. De hecho, cuando me vienen a hacer una nota no me saco fotos con diarios porque no los uso para producir. Buscamos adelantar las noticias de los periódicos del otro día. Y opino sin saber qué dirán los colegas.
-¿Escuchás radio?
-Cambié con la edad. Era un tipo de FM, pero ahora, si quiero escuchar música, pongo la mía. En el auto me pasé a la AM, pongo América y todas las noches a Dolina.
-¿A qué colegas admirás?
-A los que hacen periodismo independiente. Sobre todo en esta época en que la profesión está invadida de procedimientos oscuros. Hay muchos compromisos con el poder, algo que melló el prestigio que hasta hace pocos años teníamos con la sociedad. Los que dependen de una empresa suelen perder objetividad.
-A vos te apoyan.
-Pero nunca me exigieron nada a cambio. Si es que lo hacen, tuve suerte.
-No me contestaste ningún nombre. (Se ríe)-Sin que signifique que desconfío del resto, Pepe Eliaschev. Lo reemplacé varias veces en sus vacaciones y puedo decir que deja mucho desde su uso del lenguaje, sus recursos, su pensamiento, su inteligencia y su honestidad. Traté de aprender y tomar cosas de él.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Noviembre de 2005
sábado, 5 de noviembre de 2005
Anamá Ferreyra : “Nunca haría un curso de castellano neutro”
“Tenía un poco de miedo de que la gente me cargara porque hablo mal, pero ya con dos programas al aire, la respuesta fue muy positiva”, reconoce la bella modelo. Ella conduce con soltura su programa de los sábados por la AM La Marea y entrevista figuras, sin olvidarse de lo social.
Es un tanto incómodo pensar en Anamá Ferreyra al frente de un programa de radio (“Anamá y los mareados”, AM 1420, La Marea, sábados de 13 a 15). Ella, que tiene una carrera de alrededor de un cuarto de siglo construida a partir de su imagen, y de un curioso y persistente acento brasileño. Sin embargo tiene sus antecedentes. Trabajó hace dos años en Radio Colonia y consiguió lo que hubiera sido el sueño de más de un gobierno militar: la sacó del aire. ¿Cómo? Lo explica ella: “Fue sin querer, llovía y llegué toda mojada. Conecté un secador de pelo y saltó la instalación eléctrica. Me querían matar. En aquella época era una aprendiz, que acompañaba a Mario Mactas. Siempre laburé con la cara y el cuerpo, pero mi voz la compraron para varias publicidades. Cuando me escuchan hablar me reconocen de inmediato”.
-El acento “portuñol” hay que cuidarlo, entonces.
-Exacto. Porque es mi sello. Nunca haría un curso para hablar castellano neutro. Tenía un poco de miedo de que la gente me cargara porque hablo mal, pero ya con dos programas al aire, la respuesta fue muy positiva. Me entendieron todo lo que dije.
-¿Cómo es el programa?
-Entrevisto gente. Desde cantantes y actrices hasta mujeres como Margarita Barrientos, porque la tarea social es muy importante. Y si podemos ayudar, por poco que sea, bienvenido. En el primero también saqué al aire a Jorge Ibañez y a Ginette Reynal porque los afectos son importantes. Además me gustan mucho la cultura y los libros.
-Sos casi abogada.
-Sí. Estudié hasta el último año en una universidad de Río de Janeiro, pero abandone cuando faltaba muy poco. Tenía que ir a recibir el título.
-¿No querés terminar y ser la “doctora Ferreyra”?
-Podría, pero no. Era una universidad muy cara y tuve que empezar a trabajar como mannequin para poder pagarla. Sin embargo, empecé a ganar mucho dinero con el modelaje y allá los abogados estaban (y están) “a la hora de la muerte”). A mí me gustó siempre el mundo de la moda, y era mi mamá la que me exigía un título universitario. Llegó un momento en que me pregunté ¿para qué? Me sabía de memoria artículos de los códigos y todo. Hasta que me fui a París, de vuelta a Buenos Aires, y nunca más.
-¿Firmaste contrato hasta...?
-Por tres meses, como se acostumbra en los medios. Me voy a quedar durante el verano en Buenos Aires por la radio y en la escuela de modelos. Debe haber otra manera, pero la única manera que conozco para vivir es el trabajo. Si no la hice a los veinte no voy a empezar a los cincuenta. Vamos a tener que morirnos laburando.
-¿El horario te gusta?
-Sí, es más relajado. Me permite revisar las noticias de la semana y estar al tanto de la actualidad pero con un ritmo más tranquilo. Los sábados se puede hablar. Tenés más tiempo para entrevistar a alguien. Ni hablar de las diferencias con la televisión, que es una locura. Sobre todo ahora que en TV miden el rating minuto a minuto. Por ahí estás charlando bárbaro con alguien, te avisan que se te están yendo los espectadores y le tenés que decir “bueno chau, me encantó estar contigo”. Es horrible. Este medio permite conversaciones largas y profundas.
-¿Escuchás radio?
-Todo el día. AM. Paso de una emisora a otra todo el tiempo. Me gusta que me hablen y me cuenten cosas. Siempre estoy aprendiendo. Y algo de lo que sacás mucho provecho es de saber prestar oídos. Cuando empecé a trabajar como notera lo único que quería hacer era preguntar y preguntar.
-¿Quiénes son tus referentes en este medio?
-Magdalena (Ruiz Guiñazú) es un ícono, una mujer fantástica. Me encanta cómo pregunta. También Rolando Hanglin, con su placidez y su manera tranquila de ir buscando la punta del ovillo. Me gustan Mario Mactas y Mariano Grondona, que está en la radio por la mañana de los sábados. Y Chiche Gelblung. Ese hombre no puede tener semejante memoria, esas ideas. Una vez empezó a hablar de las gomitas que llevamos en los brazos las mujeres. Y te deja enganchada con el tema. Es un maestro. Encima los conoce a todos. El único que le debe faltar es el Papa de ahora. Aunque pensándolo bien, ya debe haber paseado en auto con él.
-¿Y de los nuevos?
-Pettinatto me encanta por la impronta que tiene. Y por su sentido del humor. Eso es fundamental, te hace zafar. No sé cómo será la vida de la gente que no se ríe. Una amargura.
-¿Qué esperás de este ciclo?
-Que nos escuchen. Si no tienen nada que hacer los sábados a las 13 pongan la radio. Llámennos, mándennos un e-mail. Si no, está todo bien. Igual, algún loco mareado nos va sintonizar.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Noviembre de 2005
Es un tanto incómodo pensar en Anamá Ferreyra al frente de un programa de radio (“Anamá y los mareados”, AM 1420, La Marea, sábados de 13 a 15). Ella, que tiene una carrera de alrededor de un cuarto de siglo construida a partir de su imagen, y de un curioso y persistente acento brasileño. Sin embargo tiene sus antecedentes. Trabajó hace dos años en Radio Colonia y consiguió lo que hubiera sido el sueño de más de un gobierno militar: la sacó del aire. ¿Cómo? Lo explica ella: “Fue sin querer, llovía y llegué toda mojada. Conecté un secador de pelo y saltó la instalación eléctrica. Me querían matar. En aquella época era una aprendiz, que acompañaba a Mario Mactas. Siempre laburé con la cara y el cuerpo, pero mi voz la compraron para varias publicidades. Cuando me escuchan hablar me reconocen de inmediato”.
-El acento “portuñol” hay que cuidarlo, entonces.
-Exacto. Porque es mi sello. Nunca haría un curso para hablar castellano neutro. Tenía un poco de miedo de que la gente me cargara porque hablo mal, pero ya con dos programas al aire, la respuesta fue muy positiva. Me entendieron todo lo que dije.
-¿Cómo es el programa?
-Entrevisto gente. Desde cantantes y actrices hasta mujeres como Margarita Barrientos, porque la tarea social es muy importante. Y si podemos ayudar, por poco que sea, bienvenido. En el primero también saqué al aire a Jorge Ibañez y a Ginette Reynal porque los afectos son importantes. Además me gustan mucho la cultura y los libros.
-Sos casi abogada.
-Sí. Estudié hasta el último año en una universidad de Río de Janeiro, pero abandone cuando faltaba muy poco. Tenía que ir a recibir el título.
-¿No querés terminar y ser la “doctora Ferreyra”?
-Podría, pero no. Era una universidad muy cara y tuve que empezar a trabajar como mannequin para poder pagarla. Sin embargo, empecé a ganar mucho dinero con el modelaje y allá los abogados estaban (y están) “a la hora de la muerte”). A mí me gustó siempre el mundo de la moda, y era mi mamá la que me exigía un título universitario. Llegó un momento en que me pregunté ¿para qué? Me sabía de memoria artículos de los códigos y todo. Hasta que me fui a París, de vuelta a Buenos Aires, y nunca más.
-¿Firmaste contrato hasta...?
-Por tres meses, como se acostumbra en los medios. Me voy a quedar durante el verano en Buenos Aires por la radio y en la escuela de modelos. Debe haber otra manera, pero la única manera que conozco para vivir es el trabajo. Si no la hice a los veinte no voy a empezar a los cincuenta. Vamos a tener que morirnos laburando.
-¿El horario te gusta?
-Sí, es más relajado. Me permite revisar las noticias de la semana y estar al tanto de la actualidad pero con un ritmo más tranquilo. Los sábados se puede hablar. Tenés más tiempo para entrevistar a alguien. Ni hablar de las diferencias con la televisión, que es una locura. Sobre todo ahora que en TV miden el rating minuto a minuto. Por ahí estás charlando bárbaro con alguien, te avisan que se te están yendo los espectadores y le tenés que decir “bueno chau, me encantó estar contigo”. Es horrible. Este medio permite conversaciones largas y profundas.
-¿Escuchás radio?
-Todo el día. AM. Paso de una emisora a otra todo el tiempo. Me gusta que me hablen y me cuenten cosas. Siempre estoy aprendiendo. Y algo de lo que sacás mucho provecho es de saber prestar oídos. Cuando empecé a trabajar como notera lo único que quería hacer era preguntar y preguntar.
-¿Quiénes son tus referentes en este medio?
-Magdalena (Ruiz Guiñazú) es un ícono, una mujer fantástica. Me encanta cómo pregunta. También Rolando Hanglin, con su placidez y su manera tranquila de ir buscando la punta del ovillo. Me gustan Mario Mactas y Mariano Grondona, que está en la radio por la mañana de los sábados. Y Chiche Gelblung. Ese hombre no puede tener semejante memoria, esas ideas. Una vez empezó a hablar de las gomitas que llevamos en los brazos las mujeres. Y te deja enganchada con el tema. Es un maestro. Encima los conoce a todos. El único que le debe faltar es el Papa de ahora. Aunque pensándolo bien, ya debe haber paseado en auto con él.
-¿Y de los nuevos?
-Pettinatto me encanta por la impronta que tiene. Y por su sentido del humor. Eso es fundamental, te hace zafar. No sé cómo será la vida de la gente que no se ríe. Una amargura.
-¿Qué esperás de este ciclo?
-Que nos escuchen. Si no tienen nada que hacer los sábados a las 13 pongan la radio. Llámennos, mándennos un e-mail. Si no, está todo bien. Igual, algún loco mareado nos va sintonizar.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Noviembre de 2005
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