En tiempos en los que la transgresión parece "patrimonio" de los que insultan o sólo hablan de cuestiones sexuales, escatológicas o relacionadas con las drogas o la marginalidad, a Esteban Charpentier y Marcelo Marengo ("Nunca digas nunca", FM Cadena Sol, 89.5, sábados a las 20, producido por Gaby Salomone) se les ocurrió otra cosa. "Lo que iba a ser un programa de fanáticos de Ferro, pasó a ser un espacio de literatura, poesía, música y cultura -se sincera Esteban-. Buscamos darle poder a la gente a través del conocimiento. Aprendiendo juntos, por ejemplo, cómo es una ópera. Así como también ponemos a los Beatles, Tom Waits o Gieco, y leemos desde Tejada Gómez a Borges. Esto le permite, a la gente que no tiene guita, tener acceso a cosas que de otra manera las tendría vedadas".
(M.M.)-Es lamentable, pero en estos tiempos nosotros somos rebeldes. Si esto que hacemos es revolucionario... ¡Qué mal estamos! Porque en definitiva, lo nuestro es sólo usar el medio como lo que es. Vemos que en la radio se experimenta mucho con el formato, con la puteada y con el desacartonamiento. Ahora, si rascás un poquito, te das cuenta que eso es un fin en sí mismo. Los medios son para la frivolidad, la información y divertirse, sí. Pero también para transmitir cultura.
-Sin embargo, ustedes también tienen una estética "descontracturada".
(E.CH.)-Claro. Lo nuestro es parecido a la Rock & Pop. Pero programas como el de Pergolini ya se pasaron para el lado del "bardo". Igual Lalo Mir, que es un capo cayó en esa. Pero bueno, tienen que vender y a nosotros no nos importa demasiado eso. Nos dedicamos a lo nuestro.
-¿Es posible un programa como este en una radio comercial, en un horario central?
(M.M.)-Debería serlo. Tengo la teoría de que a los medios los manejan gente muy capaz y que todo es a propósito. Nos necesitan brutos para dominarnos.
-Teoría bien conspirativa.
(M.M.)-Totalmente. Conozco muchos dueños y personas que definen las políticas de medios. Son tipos que han estudiado y tienen masters en comunicación y saben mucho. No son los giles que están frente al micrófono. Sin embargo, contratan a esos.
-¿Y cuál la función de ustedes?
(M.M.)-Si tenemos el privilegio de tener aire, no lo podemos usar para "boludear". Repito, no nos importa nada.
-¿Cómo les va en lo comercial?
(M.M.)-No hemos hecho más que perder plata con el programa. Tenemos algunos auspicios, que llegaron solos, pero no sabemos venderlo.
-¿Y las editoriales, las discográficas?
(E.CH.)-También te condicionan. Yo no podría promocionar un libro de Paulo Cohecho (sic). Los libros de él, o los de Bucay valen veinticinco mangos. En cambio, el de Paco Urondo, cuesta seis. Lo compran por kilo.
(M.M.)-Es lo mismo que pasa con la música. Si el dueño de la radio se pelea con un músico, no suena más en esa frecuencia. Todos sabemos que es así. Mientras podamos mantener un márgen de libertad, lo haremos.
-¿Esto los encasilla en la marginalidad?
(E.CH.)-Sí. Pero uno se ubica ahí. A mí no me interesa el equilibrio. La gente que está en el margen me interesa más que la que escucha a Los Nocheros.
-Pueden mantener esa postura porque no dependen de eso para vivir.
(E.CH.)-Desde luego. Aunque no sólo por eso, hace falta compromiso.
-¿En ese contexto, "Nunca digas nunca"es una válvula de escape de su profesión de abogados?
(M.M.)-La guita que nos ahorramos en terapia no se puede creer.
(E.CH.)-Tendrías que vernos cuando terminamos el programa. Estamos tirados como si nos hubiesen pasado por encima cuarenta camiones con acoplado.
(M.M.)-Como ver una final del mundo desde la tribuna. No jugaste, pero quedás reventado igual.
(E.CH.)-Cómo será, que grabamos el programa y lo escuchamos después, porque cuando finaliza no tenemos ni idea de lo que dijimos.
(M.M.)-Aunque no nos reprochamos demasiado porque el clima debe ser el de una charla de amigos. Y no tenemos baches.
(E.CH.)-A mí, que hace años que estoy en el ambiente de la poesía, también me sirve para mostrarle mis obras a gente que no se atreve a venirme a ver a otros lugares que les meten miedo. Es bueno que se sepa que tengo otras inquietudes. Otra cara, que va más allá del código aeronáutico. Por eso me duele cuando le dedicás el programa a un amigo y no te escuchó. Porque es un laburo. Llevamos cuarenta CD a la radio, para pasar unos pocos.
-¿Hacen reportajes?
(E.CH.)-Pocos. Hemos sacado al aire a Eduardo Aute, Victor Hugo Morales, Dalmiro Sáenz, Ana María Campoy y hasta Pedemonti.
-¿A quiénes escuchan en radio?
(M.M.)-Más allá de si coincidís o no con su ideología, yo rescato como un capo del micrófono a Quique Pesoa. Es un fenómeno. Otro es Lalo.
(E.CH.)-La radio me ha desencantado un poco. Sobre todo la Rock & Pop, que era la que escuchaba. Hoy pongo Radio Clásica porque prefiero la música de fondo.
-¿Qué les parece Alejandro Dolina?
(M.M.)-¡Qué personaje! Tengo que reconocer que es mi compañero de todos lo veranos. Cada vez que voy a Uruguay lo escucho desde allá. Me parece muy bueno. Porque cuando empieza a hablar te parece que va a ser difícil de entender, por los temas que toca. Pero después te lo cuenta tan bien que cualquiera disfruta de la historia y la mitología. Claro, podría jugarse un poco más. Porque él ya es una marca registrada. Igual, lo respeto mucho.
(E.CH.)-Para mí mostró la hilacha cuando se hizo eso en la cara. Porque parece el "Fantasma de la Opera". La gente lo esperaba a la salida y se encontraba un monstruo. Ahora es dos veces monstruo y perdió el encanto del tipo feo, pero culto e inteligente. ¿Quién no se ratoneó con la voz de Betty Elizalde. Y ella sigue orgullosa con sus arrugas.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires, Argentina
Septiembre de 2003
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martes, 30 de septiembre de 2003
domingo, 28 de septiembre de 2003
José Luis Serrano - Doña Jovita: "Luis Juez es el mejor humorista cordobés"
Cada tanto, Buenos Aires mira a Córdoba para buscar talentos en el difícil arte de divertir. Así, de pronto "descubre" artistas como Rodrigo, "La Mona" o Piñón Fijo, que "arden" en el interior, pero llegan a la Capital en silencio. En esa categoría está José Luis Serrano, un nombre que suena poco, pero cuyo personaje, "Doña Jovita", tiene un lugar de privilegio en muchos corazones. La novedad es que se presenta por primera vez en la calle Corrientes con su espectáculo "Mediopollo y otros sucedidos". Pero los porteños ya la conocían gracias a la radio. "Ahora -la voz con tonada cordobesa llega por teléfono desde su teatro de Mina Clavero- estoy fijo en Radio Belgrano (AM 950) los lunes miércoles y viernes a las 9,30 con unos micros, y soy invitado habitual e informal, una o dos veces por semana de "Rapidísimo" (Rivadavia, lunes a viernes de 11 a 13) y, por la tarde, de "Viva la Radio" por Cadena 3 de Córdoba (que en Buenos Aires sale por la FM 99.1)"
-¿Quién es Doña Jovita?
-Es una "viejita con ideología" a la que interpreto desde hace diecisiete años. Te enumero sus adversidades: es pobre, iletrada, abuela, vive en la montaña, es mujer y del interior. Pero tiene la gran ventaja de la sabiduría de quien puede mirar las cosas desde lejos. La "contaminación cultural" le llega, pero ella la digiere reflexionando.
-¿Planteás diferencias al hablar para un oyente de Córdoba o Buenos Aires?
-No, las características del personaje son claras y muy fuertes. Sí tengo que modificarlo cuando voy, cada tanto, a Radio Panda, porque el público es infantil. Pero trabajo siempre con libertad, y como la vieja es verborrágica, siempre se termina entendiendo todo. Además, cuando estoy en la Capital, la sitúo a Jovita ahí, y eso me permite contar sus sensaciones y observaciones sobre la ciudad.
-¿Cuáles son tus reflexiones sobre una ciudad grande?
-Me preocupa que ante la falta de espacio se vayan generando otros
cada vez más pequeños. Me da pena porque me siento agraciado por tener tanto sol y espacio, a la vez que disfruto de la TV satelital y la banda ancha de Internet. Me entero de lo que pasa en el living y a una cuadra y media tengo un caballo para montar.
-¿Jovita es hermitaña?
-No, tiene una radio y todas las mañanas se entera del precio de la lana. Así sabe si puede vender sus ovejas.
-Hablás de ella como si existiera en la realidad. ¿Conocés muchas como ella?
-Desde luego, y no necesariamente son mujeres, porque las vivencias también te las pueden contar los hombres de la montaña. El año pasado conocí a Doña Rita. Para llegar a su casa (buscábamos locaciones para una película de bajo presupuesto) tuvimos que "arruinar" una 4 x 4 porque no hay camino y hubo que avisarle que íbamos un mes antes.
-¿Estuvo en una ciudad alguna vez?
-Rita fue una vez a Villa Dolores (30.000 habitantes) y lo cuenta como quien fue a New York o París. Le compré unas gallinas porque eran
medio salvajes y resistentes al clima y las enfermedades, y me advirtió: "no las vaya a matar, eh". No me recibió el pago porque a los setenta y cinco años no conoce la plata. Tuve que ir "al pueblo" (cuatro casas) y pagarle al "Gringo", del almacén, porque "él sabe". Si vieras la belleza del valle en el que vive... Le pregunté hasta dónde llegaban sus tierras y me contestó: "Vaya para el Norte hasta el sol. A partir de ahí es de otra gente". Fijate la manera de decirme que no me hiciera problemas por eso. Te digo más, cuando nos vio con las cámaras nos pidió: "tráiganme la foto, por favor. Porque nunca en mi vida me vi de cuerpo entero". Claro, si en la casa tiene un espejito para la cara, nomás. De esos personajes de la vida real me nutro para componer a la Jovita.
-Cambiando de tema, hablame de "Mediopollo..."
-Son sucedidos o cuentos muy propios del personaje . No es la misma obra que presentamos en el interior, donde se puede ver "Jovita Super Star", una comedia musical en la que Jovita está en una FM, pobre y comunitaria, que funciona en la Sierra. Uno nunca termina de mostrar algo que gusta y convoca, pero estoy obligado a renovarlo cada dos años porque mucha gente lo ve en Mina Clavero en el verano.
-¿Ese es tu teatro?
-Sí. Es para quinientas personas y los días de calor abrimos el techo y actuamos a la luz de las estrellas. Yo vivo en Traslasierra, que es más chiquito, y está a cuarenta kilómetros.
-Por último, ¿qué explicación le encontrás a que las expresiones culturales que salen de Córdoba y trascienden, pasan siempre por la alegría (el humor, el cuarteto)? ¿No hay drama en tu provincia?
-Indudablemente sí, pero elegimos expresarnos de otra manera. Yo le encuentro la explicación por el lado del carácter contestatario del cordobés.
-¿Que origen tiene?
-simplemente el "bajarle los humos" al facultativo. La Universidad de Córdoba tuvo y tiene mucho peso en la provincia y todo el interior. Y sus estudiantes y egresados tendían a ostentar sus saberes y títulos. Al indio, al que no podía ir o al que vivía en el interior de la provincia no le quedaba otro recurso para defenderse que el chiste. Así, el "negro" reacciona con humor ante la solemnidad del "leido". Y está bien, porque la gente sabia no necesita atropellarte con libros, citas o datos, sino que, por el contrario, suelen ser humildes.
-¿Quién es el humorista más grande que tiene Córdoba en este momento?
-Fijate qué curioso, es Luis Juez, un secretario anticorrupción que puso De la Sota y que se tomó en serio su trabajo. Es graciosísimo a pesar suyo, aún siendo un doctor, y tiene tanta chispa a la hora de hablar que podría decirse que logró sintetizar las dos corrientes que te conté.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Septiembre de 2003
jueves, 4 de septiembre de 2003
Eduardo Colombo: "El Che Guevara fue la personalidad más importante del Siglo XX"
Dice el vehemente Eduardo Colombo, locutor desde 1966: "Ya hace doce años que conduzco 'Despertando con el Gallo Loco' (AM 630, Lunes a viernes de 5 a 7) y cada vez que puedo reivindico la libertad que tenemos en Radio Rivadavia. Sigo pensando, por ejemplo, que el Che Guevara fue la personalidad más importante del Siglo XX y lo digo".
-¿Cómo fueron los inicios?
-Me decían: "¿Quién te va a escuchar a esa hora?". Pero me interesaba porque veía que terminaba mi turno de locutor a la una de la mañana, y hasta las seis no había nada. Y me preguntaba: "¿Qué hace el tipo que se levanta a las cuatro o a las cinco de la mañana para ir a laburar?". Son muchos, sobre todo los que viven en el Gran Buenos Aires. Esa gente, si quería saber si llovía, tenían que asomarse por la ventana. Era como si hubiese ciudadanos de primera y de segunda. Quería que mi programa atendiera tanto al proletario como al ejecutivo (que se levanta a las seis), pasando por la empleada doméstica y el directivo.
-¿Tiene una carga ideológica ese planteo?
-Sí. El programa no es ni partidario ni tendencioso, pero tiene una ideología clara: está al servicio del trabajador. Además, arremetemos siempre contra la hipocresía, porque nos hizo mucho daño como sociedad. No somos los dueños de la verdad, pero planteamos la otra verdad y no practicamos el periodismo del rumor.
-¿Estás en un horario marginal?
-No para la gente, pero sí para los tilingos que manejan las empresas de publicidad, que lo desprecian. Como si nadie comprara yerba o shampoo en ese horario. Mi programa marcó un éxito de público y ahora nos miran ellos y las emisoras colegas, que adelantaron el horario fuerte a las seis, en lo que es la "primera mañana". Con nuestro esquema: humor, información y música. Pero no critico, porque las empresas buscan su negocio.
-¿En lo cultural también?
-No se puede responsabilizar a las discográficas por ser comerciales. ¿Por qué si cuando vendía, en la década del sesenta, tenían mucho folclore y tango? Sí hay que culpar a los gobiernos que permiten una tremenda penetración cultural extranjera y no defienden a lo nuestro. Cuando yo era joven bailábamos rock & roll pero escuchábamos a Cafrune y a Yupanki e íbamos a ver a Pugliese. La década infame de la dictadura no sólo dejó a los desaparecidos sino también un gran hueco en lo cultural, con las prohibiciones.
-¿Cómo se encara un programa a las cinco de la mañana?
-Igual que en cualquier horario, porque hay que ser auténtico. Puedo mantener mi ritmo a la tarde, la mañana, la trasnoche o la madrugada. Lo hice sin caer en exceso, ni la locura frenética, ni hacer FM en AM. Si el éxito de Cacho Fontana fue que hablaba con el idioma de la calle, del promedio. No se disfrazó y fue un gran vendedor, como buen locutor que era.
-¿Cuál es el panorama de la locución actual?
-Cambió a partir de la TV. Los chicos quieren ser divos como Susana, Tinelli o Pergolini. La locución es más humilde y seria: tiene que vender y para eso debe saber cómo y de qué manera decir. Para eso hay que capacitarse. Pero en la conducción de programas, perdimos espacio frente a los periodistas. Y por ley deberían conducir los locutores.
-¿Cómo es eso?
-Vino la moda de los "grandes" periodistas que hacen todo y se pusieron a conducir. Antes los que presentaban las noticias en los noticieros eran locutores: Repetto, Rousselot, Mentesana y tantos. De buenas a primeras aparecieron los periodistas estrellas y las modelitos de turno. Sobre todo en la época menemista, donde se desrreguló casi todo y nos quedamos sin pelea.
-¿Entonces?
-El locutor tiene las mismas obligaciones de hace veinte años, aunque tiene menos lugares para hacerlo. La carrera es más difícil porque se acotó.
-No hay locutores de avisos.
-El de tanda se perdió. Ahora va todo grabado o bajan el audio del aviso de TV. También se perdió el de turno. Antes había cuatro locutores cada ocho horas.
-¿Cuánta gente perdió el trabajo?
-Habría que sacar la cuenta. Cuando estaba en radio Splendid eramos doce locutores por día, más los suplentes. En todas las radios igual.
-¿Por qué ya no hay locutores estrella?
-Perdimos espacio ante los periodistas. Debe ser porque ante la improvisación, gana en naturalidad el que conoce el tema por sobre el que tiene que leer. Es la ley de mercado. El tema es que la ley de radiodifusión marca muy bien cuáles son las funciones del locutor y eso se bastardeó. No entiendo por qué los periodistas vinieron a ocupar nuestro lugar de conductores. Nosotros tenemos quince años de instrucción, nunca vas a escuchar a un locutor puteando.
-¿Los locutores no hacen de periodistas?
-Nooo. Yo puedo hacer una nota o hablar con un invitado. Y tengo seis o siete periodistas en mi programa, a los que les doy el lugar y respeto. Y todos dicen lo que les da la gana. Claro, antes a los canales los manejaba gente de radio. Ahora lo hacen empresas que buscan ganar plata y no les importa si en la pantalla hay un tartamudo (con todo respeto).
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Septiembre de 2003
-¿Cómo fueron los inicios?
-Me decían: "¿Quién te va a escuchar a esa hora?". Pero me interesaba porque veía que terminaba mi turno de locutor a la una de la mañana, y hasta las seis no había nada. Y me preguntaba: "¿Qué hace el tipo que se levanta a las cuatro o a las cinco de la mañana para ir a laburar?". Son muchos, sobre todo los que viven en el Gran Buenos Aires. Esa gente, si quería saber si llovía, tenían que asomarse por la ventana. Era como si hubiese ciudadanos de primera y de segunda. Quería que mi programa atendiera tanto al proletario como al ejecutivo (que se levanta a las seis), pasando por la empleada doméstica y el directivo.
-¿Tiene una carga ideológica ese planteo?
-Sí. El programa no es ni partidario ni tendencioso, pero tiene una ideología clara: está al servicio del trabajador. Además, arremetemos siempre contra la hipocresía, porque nos hizo mucho daño como sociedad. No somos los dueños de la verdad, pero planteamos la otra verdad y no practicamos el periodismo del rumor.
-¿Estás en un horario marginal?
-No para la gente, pero sí para los tilingos que manejan las empresas de publicidad, que lo desprecian. Como si nadie comprara yerba o shampoo en ese horario. Mi programa marcó un éxito de público y ahora nos miran ellos y las emisoras colegas, que adelantaron el horario fuerte a las seis, en lo que es la "primera mañana". Con nuestro esquema: humor, información y música. Pero no critico, porque las empresas buscan su negocio.
-¿En lo cultural también?
-No se puede responsabilizar a las discográficas por ser comerciales. ¿Por qué si cuando vendía, en la década del sesenta, tenían mucho folclore y tango? Sí hay que culpar a los gobiernos que permiten una tremenda penetración cultural extranjera y no defienden a lo nuestro. Cuando yo era joven bailábamos rock & roll pero escuchábamos a Cafrune y a Yupanki e íbamos a ver a Pugliese. La década infame de la dictadura no sólo dejó a los desaparecidos sino también un gran hueco en lo cultural, con las prohibiciones.
-¿Cómo se encara un programa a las cinco de la mañana?
-Igual que en cualquier horario, porque hay que ser auténtico. Puedo mantener mi ritmo a la tarde, la mañana, la trasnoche o la madrugada. Lo hice sin caer en exceso, ni la locura frenética, ni hacer FM en AM. Si el éxito de Cacho Fontana fue que hablaba con el idioma de la calle, del promedio. No se disfrazó y fue un gran vendedor, como buen locutor que era.
-¿Cuál es el panorama de la locución actual?
-Cambió a partir de la TV. Los chicos quieren ser divos como Susana, Tinelli o Pergolini. La locución es más humilde y seria: tiene que vender y para eso debe saber cómo y de qué manera decir. Para eso hay que capacitarse. Pero en la conducción de programas, perdimos espacio frente a los periodistas. Y por ley deberían conducir los locutores.
-¿Cómo es eso?
-Vino la moda de los "grandes" periodistas que hacen todo y se pusieron a conducir. Antes los que presentaban las noticias en los noticieros eran locutores: Repetto, Rousselot, Mentesana y tantos. De buenas a primeras aparecieron los periodistas estrellas y las modelitos de turno. Sobre todo en la época menemista, donde se desrreguló casi todo y nos quedamos sin pelea.
-¿Entonces?
-El locutor tiene las mismas obligaciones de hace veinte años, aunque tiene menos lugares para hacerlo. La carrera es más difícil porque se acotó.
-No hay locutores de avisos.
-El de tanda se perdió. Ahora va todo grabado o bajan el audio del aviso de TV. También se perdió el de turno. Antes había cuatro locutores cada ocho horas.
-¿Cuánta gente perdió el trabajo?
-Habría que sacar la cuenta. Cuando estaba en radio Splendid eramos doce locutores por día, más los suplentes. En todas las radios igual.
-¿Por qué ya no hay locutores estrella?
-Perdimos espacio ante los periodistas. Debe ser porque ante la improvisación, gana en naturalidad el que conoce el tema por sobre el que tiene que leer. Es la ley de mercado. El tema es que la ley de radiodifusión marca muy bien cuáles son las funciones del locutor y eso se bastardeó. No entiendo por qué los periodistas vinieron a ocupar nuestro lugar de conductores. Nosotros tenemos quince años de instrucción, nunca vas a escuchar a un locutor puteando.
-¿Los locutores no hacen de periodistas?
-Nooo. Yo puedo hacer una nota o hablar con un invitado. Y tengo seis o siete periodistas en mi programa, a los que les doy el lugar y respeto. Y todos dicen lo que les da la gana. Claro, antes a los canales los manejaba gente de radio. Ahora lo hacen empresas que buscan ganar plata y no les importa si en la pantalla hay un tartamudo (con todo respeto).
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Septiembre de 2003