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domingo, 28 de octubre de 2001

Luis Landricina: "Voy a morir con las botas puestas"




No hay dudas de que Luis Landricina ya es una marca registrada. Y después de casi dos décadas, su personaje Don Verídico ya se hizo un lugar en la historia de la radiofonía. Hoy se lo puede encontrar en Colonia (AM 550, lunes a viernes "...después del noticiero de las diez y dura entre cinco y diez minutos") con unos micros en los que la radio, por un ratito, se viste de gaucho. "Hacía dos años que no tenía aire porque la última vez fue en Radio 10, los sábados por la mañana" , aclara. "Era distinto porque se trataba de un programa mío. Ahora Julio (Maharbiz) me convocó para repetir el personaje en Colonia. Aunque nunca me fui del todo. Porque el año pasado estuve con Don Verídico en una importante FM de Montevideo".
-¿Siempre con el mismo libretista?
-Sí. Ya llevo 28 años con Julio César Castro (Juseca). El le da la magia de pasar de la risa a la ternura o a los planteos filosóficos.
-¿Tiene algo diferente esta vuelta?
-No. El humor de Don Verídico está basado en el absurdo. Lo que los franceses llaman el surrealismo. El partenaire es el locutor corondino Rodolfo Pintos Rodriguez, con quien trabajé en Cosquín.
-La radio cambió en su forma en treinta años. ¿Cómo se adaptó el personaje?
-Mi experiencia como humorista indica que lo único que cambié fueron los cuentos. Nunca el estilo. Porque la gente compró en mí la parsimonia, que no me apuren los bocinazos y que no confundo ritmo con urgencia. Hay un tempo para el vals y otro para el pasodoble. Los dos se bailan pero son distintos. Don Verídico necesita sus tiempos. Y hace sus silencios aunque sea imperdonable para algunos sectores.
-Sobre todo a la mañana, que es frenética.
-Claro. Pero necesito llevar el paso porque ese es el recurso de los narradores camperos. Ellos manejan el silencio de los otros con el propio. Así generan expectativa.
-Y potencian la imaginación.
-Exacto. Cuando lo llevé a la tele, lo único que le puse al personaje fue el rostro. Nunca mostré el boliche ni a los demás paroquianos. Por ahí pasa la cosa. Por los códigos.
-Ese boliche está detenido en el tiempo.
-Sí pero existe en el campo. Cada tanto lo busco para nutrirme y escuchar a los gauchos. En Uruguay están más intactos todavía. La globalización fomenta eso: que la gente se aferre a sus tradiciones para no perder la identidad. En Europa tienen una sola moneda pero lo italiano es italiano, lo catalán es catalán y lo vasco es vasco.
-¿Intenta que Don Verídico sea un bastión de la vieja radio, de la antigua manera de contar?
-Sí. Lo sostengo como parte de mi filosofía de creer en lo que hago. Y voy a morir con las botas puestas. Porque donde voy tengo la suerte de que el público me responde. A pesar de que un chico de quince años no me escuchó contando cuentos. Hace poco una periodista me aconsejó: "Usted tendría que aggiornarse". Le pregunté si tenía que ponerme un poncho de nylon.
-¿Cómo se define, entonces?
-Soy un narrador de usos y costumbres. Las costumbres cambian vertiginosamente y debo estar para recordarles lo que hacían hace cuatro o cinco años nomás.
-¿Su público se sentiría traicionado si usted se aggiornara?
-Pienso que sí. Y me daría la espalda. En la película "La cigarra no es un bicho" Luis Sandrini dijo una mala palabra. Fue el comentario del pueblo, aunque la película se olvidó pronto. Hace poco escuché a un locutor que contó que en su pueblo había pasado lo mismo. Se ve que ocurrió lo mismo en todo el país. Fue un baldazo de agua fría. Me preguntaron si le tenía miedo a las malas palabras. "Vení conmigo en el auto y vas a ver", contesté.
-Pero nunca sobre el escenario.
-Es que el paisano puede decir una mala palabra pero nunca la premedita. Si estás arriba del escenario todo es premeditado. Y si metés una grosería vas contra le esencia del paisano. A menos que se le caiga una rueda de tractor en el pie, y en ese caso, de inmediato busca si hay mujeres para disculparse. Porque tienen intacto el pudor. Para ser efectista no podés ponerle palabras que nunca saldrían de su boca. Y, cuando me pongo su ropa, soy él. Esa es la tarea de un narrador de costumbres.
-¿Los medios perdieron el pudor?
-En la televisión hasta putean las mujeres a las cuatro de la tarde. Y los muchachos se tientan a parecerse. No hace mucho una mala palabra en boca de una mujer podía provocar el cierre de una radio. Hoy si no las decís parecés desfasado. Son criterios. No opino porque no tengo derecho ya que hay gente que estudia y sabe si es negocio o no. Si me gusta o no son veinte pesos aparte. Lo mío es distinto. No digo que sea mejor.
-¿Consume radio?
-En el auto. Busco a Llamas de Madariaga porque es criterioso. Después pongo música: Falú, Agri o Pablo Casals. Me gustan las cuerdas, el celo.
-¿Qué le parece el humor que se escucha en radio?
-Sin dar nombres, tiene que ver con estos tiempos. Algunos, para mi gusto son muy atrevidos para el horario en que van. Pero hay público para consumir eso. Por eso, el respeto que le tengo a los demás hace que acepte las reglas del juego. Mi norma es que para hablar bien de mi hijo no hace falta hablar mal del del vecino. Ese es su problema.
-¿No hay mucha agresividad en los humoristas?
-Estoy de acuerdo. Cuando me preguntan si los argentinos tenemos sentido del humor digo que no, que somos ocurrentes.
-¿Cuál es la diferencia?
-La ocurrencia es la puesta en ejercicio de la inteligencia para aprovechar un hecho circunstancial. Y se usa para reírse del otro, nunca de uno. El que se ríe de sí mismo tiene sentido del humor. Como hace el gordo (Juan Carlos) Mesa que cuenta cómo le cuesta entrar en un lugar angosto.
-¿Quiénes lo hacen reir por la radio?
-Escucho poca radio. Veo más televisión. Mis elegidos de siempre son Doña Jovita, de Córdoba y de los nuevos, El Trio Laurel, que hacen lo suyo musical y tienen mucho ingenio. En otro ámbito me gusta Hugo Varela, Les Luthiers, los Midachi, Artaza y Cherruti. Y Pinti y Gasalla son los críticos sociales más agudos que tenemos.



Gustavo Masutti Llach
Diario Crónica Revista Ahora
Buenos Aires
Octubre de 2001

lunes, 22 de octubre de 2001

Mario Mactas: "La de España es una radio para escuchar"

El periodista Mario Mactas viene de tener un par de años bastante incómodos en su relación con la radio. Con cambios de horario, programas levantados y peregrinaciones por diferentes horarios en la grilla de Continental. Sin embargo, encara el último cuarto del 2001 mucho más tranquilo. Estabilizado en sus participaciones con Rolando Hanglin en "El gato y el zorro" y, desde hace dos fines de semana, con un proyecto novedoso: "El puente" (AM 590, domingos de 12,00 a 13,00). "Se trata de una idea inédita -se entusiasma-. Es la primera experiencia de comunicación interoceánica. Sale en dúplex con la radio Onda Cero, de Madrid y allá está Tico Medina, un periodista casi vinculado a la leyenda en España. Y de gran vigencia. Es un gran entrevistador y un tipo muy diestro para pintar colores y personajes. Y conoce desde reyes hasta toreros".
-¿A quién se le ocurrió?
-A las autoridades de la radio. A mí me produjo una gran alegría porque mi relación de amor con España nunca quedó del todo saldada. Además, tiene una gran repercusión porque Onda Cero tiene trescientas emisoras y aquí, nosotros, ochenta. Es un poder de comunicación muy grande.
-¿Cómo se lleva con Medina?
-Favorece que ya nos conocíamos de allá. Somos afines. Hemos estado en las mismas calles, los mismos barrios y frecuentamos la misma gente. Tenemos un sentido del humor parecido y todo eso hace que dos personas comulguen a la hora de la comunicación.
-¿Cuál es la agenda?
-No es un programa de tangos y castañuelas. No porque estemos en contra, de hecho podrían incluirse. Establecemos temas y personajes. No es para nada costumbrista ni pintoresquista, se trata de cosas que suceden hoy allí y aquí. Para eso, toda la semana estamos en contacto, vía telefónica, fax o e-mail. Si se estrena el film de Fito Paez en San Sebastián, con la almodovariana Cecilia Roth, es un tema común. Si la noticia pasa por Su Majestad el Rey Juan Carlos no es común pero nos atañe.
-¿Sí?
-Sí. Por la vinculación de la corona y el Estado Español con América Latina.
-¿Cómo se resuelve el problema de hablar en simultaneo para dos públicos diferentes? No es la misma presencia de ánimo la de un madrileño que la de un porteño, por ejemplo.
-Todos somos distintos. Vos y yo y una persona que vive en Catamarca lo es de alguien de Rio Grande. Es la materia prima de la condición humana.
-Pero tenemos visiones globales de la realidad diferentes. Para ellos una foto del rey desnudo es un escándalo y para nostros una nota de color.
-No estoy de acuerdo. Acá también sería un escándalo porque la figura del rey se respeta y preserva porque tutela el proceso histórico español. Del mismo modo que los escándolos de aquí, lo son allá también. Yo viví allá en los años difíciles de la transición, cuando no formaban parte de la Comunidad Económica Europea ni de la OTAN, por ejemplo. Y creo que la diferencia pasa, sobre todo porque los españoles, en general, tienen una actitud mucho más regocijada ante la vida.
-¿Cuáles son las diferencias entre la radio española y argentina?
-La de ellos es una radio para escuchar. En gran medida responde a la necesidad del español de sentarse a hablar. De irse a los bares a juntarse con los amigos a discutir.
-La actitud del oyente argentino frente a la radio es la de esperar recibir noticias y "compañía".
-Estoy de acuerdo. El de allá no difiere tanto. La radio es bastante emocional. Y la gente busca más o menos lo mismo. En Argentina desarrollamos una radio de mucha calidad.
-Somos más informales que ellos frente al micrófono.
-Correcto, esa es una diferencia. Tenemos menos distancia entre el lenguaje de la calle y el de los medios. Por eso ellos, al elaborar más el discurso, tienen una actitud diferente, más alquímica.
-¿Estas diferencias se notan en "El Puente"?
-Tico Medina conoce muy bien Argentina y América. Mejor que muchos de nosotros. Es españolísimo pero un poco como de aquí.
-¿Tienen la misma participación al aire los oyentes allá que aquí?
-Allá no se concibe una radio sin la voz de los oyentes. Ni se les ocurre que haya una radio a la que no puedan llamar. Aquí el problema es la falta de represenatación en la época del proceso y en la crisis de representación de los partidos políticos. Creo que tanto los periodistas como los oyentes lamentamos que los partidos políticos funcionen mal y que las próximas elecciones sean vergonzantes. Y la gente busca verse representada por los medios.
-¿Reciben mensajes "anti-sudaca"?
-Los españoles son un pueblo completamente hospitalario. Soy testigo y desmiento que los españoles sean xenófobos. No están dadas las condiciones para eso, tampoco. Porque su economía crece y el desempleo baja.
-¿Y de dónde sale esa idea?
-De que los argentinos piensan que los van a recibir con la alfombra roja porque son los mejores del mundo. Van allí y se sorprenden de que les paguen poco. Pero ellos no ganan como se sospecha aquí.
-Económicamente las radios argentinas están en franca contricción. ¿En España?
-En expansión, desde luego. El mercado publicitario es mucho mayor. Ante una población que no es estruendosamente mayor que la nuestra ellos invierten en publicidad un porcentaje infinitamente mayor. Y eso que España no es un país con hábitos consumistas. Recién ahora empieza a serlo.
-¿Qué los preocupa?
-Los atentados de la ETA (los terroristas separatistas vascos). Y como a todo el mundo, la nueva situación de tensión global. Los afecta porque los europeos son occidentales. Sin embargo se muestran prudentes y expectantes.
-La última: ¿Cuándo sale el libro del "Gato y el Zorro?
-En diciembre por editorial Sudamericana. Y para mayo espero que salga la próxima novela mía. Que ni siquiera está en proceso de escritura, para ser sincero.
-...
-Recién va en la etapa de elaboración de situaciones. Una vez que decanta, escribirla es un acto menos penoso. Aunque es un esfuerzo considerable.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica - Buenos Aires
Octubre de 2001

sábado, 20 de octubre de 2001

Enrique "Quique" Pesoa: "La de la Ciudad es una emisora pobre y que ha sido devastada"


"Los programas mutan todo el tiempo. Aunque, con un año en el aire ya tiene una forma definitiva. Se lo puede toquetear pero su jeta está definida. Pienso que es redondo y, sin pudores, digo que es el más lindo que hice. Es el más completo y lo que falta vendrá con el tiempo". Así, como él dice, "sin pudores", define Enrique "Quique" Pesoa a "En la vereda" (Once Diez, AM 1110, lunes a viernes de 9,00 a 13,00), el envío que marcó su vuelta al éter porteño después de una larga ausencia.
-¿Está cambiando el paisaje de la mañana en radio? Ya no hay únicamente clásicos programas "a toda velocidad".
-No sé lo que pasará en otras radios. Acá me di cuenta de que podía aprovechar de tiempos que en otros lados no existen pues la tanda te invita y te empuja a la velocidad. Radio de la Ciudad no tiene compromisos comerciales y si una conversación con un tipo me interesa, no tengo la obligación de cortarle a los tres minutos. Si mi "tempo" me indica que va bien, sigo. Porque a veces, un reportaje de tres minutos es un plomo. No se me pide velocidad ni competir contra nadie.
-¿Tenés un oyente ideal? Sé que no te manejás con target ni otras cuestiones marquetineras.
-En el pasado me pregunté si debía. Sin embargo, determiné que debo guiarme por instinto. El me indica para dónde ir, lo escucho y ni si me ocurre darle órdenes. No me dio mal resultado.
-La radio tiene muchos problemas logísticos y técnicos.
-Esta es una emisora pobre y que ha sido devastada. Hasta perdió la frecuencia 710 y es irreversible. Hoy estamos en el 1110, con una antena alejada de la ciudad y por lo que me dicen los técnicos, la señal pasa por arriba de la ciudad. Es decir que se escucha mejor afuera de Buenos Aires.
-¿Entonces?
-Para eso se está tratando de poner una planta transmisora mucho más cercana al ejido urbano. Lo único que no se puede (me lo dijo Gustavo López, titular del COMFER) es recuperar la 710. De acuerdo a los presupuestos de la ciudad, nos la arreglamos con lo que tenemos y llevamos equipamiento propio. Yo me voy chocho a la radio con mis computadoras. Porque trabajo en paz, no me dan indicaciones y tengo un salario más que digno. Lo mínimo que puedo hacer es responder con todo. Y, despacio, me están acompañando.
-¿Con estas falencias se seguirán conformando con pelear los últimos puestos de la audiencia?
-Dependemos de la capacidad de llegada de la radio. Porque en lo artístico tiene un sonido y es una emisora. No un archipiélago de programas. Nos falta lo técnico. Pero como con eso no puedo hacer nada, arreglo lo interno: me preocupo por hacer un buen producto. De lo demás que se ocupen los otros porque no es mi área. Tal vez sea autoconvencimiento.
-Cuando estabas en Radio Rivadavia decías que "jugabas en Primera". ¿Hoy te parece que estás en la Fórmula Uno?
-No, estoy en una categoría más chica. Eso si se usa el parámetro de llegada de la radio y cantidad de oyentes. Claro, la vida se puede ver desde otro punto de vista, no sólo desde las cantidades. Porque es posible estar en una radio con gran alcance pero la programación destruida. Llena de pastores, por ejemplo. Si medís llegada, esta no es una radio de primera.
-¿Y en qué es de primera?
-En lo artístico.
-¿Cumple la radio alguna función social?
-Sí. Siempre y cuando tengan una suerte de "superyo" que les marque que se trata de un servicio a la comunidad, que vos no estás para llenar un espacio. Que tenés una misión porque los medios de comunicación modifican conductas, permiten cambios de estructura de pensamiento y educan. Si no sos consciente de eso y vas a ganarte un sueldo, o si creés que es puro entretenimiento, como se autoinventó la televisión para zafar de esta responsabilidad de reconocerse como generador de ideas, bueno. Ese es el otro enfoque.
-¿Es posible pensar en una gerencia con estas inquietudes en tiempos de multimedios y retracción económica?
-La radio en que trabajo puede porque no tiene miras de competir con nadie. O tiene una función social o estaría vacía. No hay alternativas. Pertenece al gobierno de la ciudad, a los vecinos. Eso puede ser un simple enunciado o una realidad.
-¿Seguís sin ver televisión ni escuchar radio?
-Sí. No soy un gran consumidor de medios. Apenas leo un diario a la mañana. No se puede consumir algo con lo que no estás de acuerdo. Si no estrías hablando al pedo todo el tiempo. Cuando termino con la radio me voy a casa a dormir la siesta y de ahí me voy al estudio a grabar unas cositas (las voces en "off" para el canal Europa Europa "...viene bien algo de cine europeo ante tanta hegemonía del imperio", sentencia). Y cuando tengo tiempo juego un poco en mi banco de carpintero.
-¿A quiénes admirás?
-No puedo hablar de gente que está al aire hoy porque no los escucho. Tal vez Eduardo Aliverti, que es acartonado pero es muy consecuente. Y del pasado, al principio copiaaba asquerosamente a Juan Carlos Mareco, Antonio Carrizo, Hugo Guerrero Martinheitz y Alejandro Dolina hasta que armé mi propio estilo.
-Se viene otra "Minga", la primera en Radio Municipal.
-Sí. Esta será la sexta. Las anteriores fueron en Rivadavia (AM y FM) y a la última fueron 12.000 personas. En este caso será en el Parque Sarmiento, el sábado 20 de octubre, desde las 8 de la mañana. "Mangamos" un escenario, sonido y luces y los músicos que pasan por los "conciertitos del mediodía" del programa si quieren, van.
-¿Qué tendrá de distinta?
-Poco. Es un encuentro con fines de locro y no de lucro. No habrá transmisión de radio ni es un festival. Es un día de pic-nic, para pasarlo juntos. En el que lo único que me preocupa es que la gente que viene no pague nada, ni haya nadie pasando con una alcancía, tratando de venderles nada y que no haya ningún tipo de sorteo, regalos ni premios. Debe estar limpio. La idea es el "negocio del no negocio": juntarnos en un lugar piola. No me quedo arriba del escenario sino que estaré abajo, recibiendo y dando afecto. Podemos ser veinte, dos mil o veinte mil. No importa.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora- Diario Cronica
Buenos Aires - Argentina
Octubre de 2001
 

Matías Martin: "Sí, gano menos que antes"




Tuvo un año en el que debió afrontar varias de las situaciones que más stress generan: masividad a partir del éxito de "Fugitivos", paternidad, mudanzas de casa y de radio y separaciones. Sin embargo, a Matías Martin se lo ve bien, con la mirada firme y el ánimo en alza. Uno de esos cambios redundó en que dejara la Rock & Pop para pasarse a la Metro (95.1). Allí conduce "Basta de futbol" (lunes a viernes de 14,00 a 18,00) junto a otro periodista deportivo de su generación: Juan Pablo Varsky.
-¿Se te nota el estado de ánimo cuando estás frente al micrófono?

-Creo que lo advierte sólo el que me conoce bien. Y cuando se hace indisimulable hasta para mí, porque ni me soporto, prefiero blanquearlo y decirlo al aire. Aunque suele pasar muy poco porque entrar al estudio me pone bien, me carga de energía positiva y me levanta el ánimo. Por eso no tengo problemas en decir "hoy estoy fastidioso, no me rompan..." Y la gente se copa con la sinceridad.
-¿Y cómo estás?
-Bien. Aunque tengo mis días, no te vayas a creer... (advierte). Igual mi ánimo puede cambiar por muchas estupideces. A veces depende de cosas mínimas. Desde llegar tarde a tres lugares consecutivos hasta haber tenido un percance a la mañana pueden hacerme llegar de muy mal humor a la radio.
-Se te ve firme.
-En general estoy bien. Pasé momentos difíciles en mi vida, siempre tuve que salir al aire, y eso me ayudó a estar mejor. De hecho, mi papá se murió un viernes (en 1997) y yo el lunes estaba adentro del estudio a pesar de que me dijeron que podía tomarme unos días. Lo necesitaba porque soy también un "enfermito" del trabajo.
-Y después de un buen proceso en la Rock & Pop, ahora te mudaste a la Metro.
-Sí. Estoy muy feliz, como muchas veces, de trabajar en un medio. Feliz porque la radio tiene otros tiempos, otra posibilidad de reflexionar, de pensar, de escucharme y de escuchar a los demás. El programa gira sobre un eje temático que cambia cada día, se leen algunas noticias y hay secciones fijas. Se basa sobre todo en la interacción con los oyentes, que opinan, proponen y hay mucha gente que se encuentra.
-Que es una de las marcas características de la Metro.
-Sí, es una radio muy interactiva. Venimos de "El Parquímetro", con Fernando Peña, que tiene un esquema similar. La diferencia es que ellos tiran cuatro o cinco preguntas y están los personajes, que son el corazón del programa.
-Esta es la diferencia fundamental con la Rock & Pop, donde los oyentes casi nunca salían al aire.
-Es cierto, allá había menos interacción. Además acá el público es más amplio, mas piola. Porque te puede aparecer un tipo de cincuenta años, con su hijo de veinte. La noche de Rock & Pop tenía una audiencia totalmente diferente.
-¿Es otro target el de la radio o de la tarde de la radio?
-Los dos. Y antes de que se acabe el año (?) quiero decir que la Metro tiene la mejor audiencia de la radiofonía argentina.
-¿En qué te basás para afirmar eso?
-Es gente que escucha con atención, siempre responde y desde un lugar de aportar algo. No llama ni para pedir un saludo ni para decir "aguante no se quién". Tal vez estoy discriminando pero es la sensación que tengo.
-Sin embargo, ¿no extrañás la mayor audiencia de Rock & Pop?
-¡Dejá...! para el rating ya me hago problemas en la tele (y por suerte a "Fugitivos" le va bárbaro con sus quince puntos). En la televisión es más determinante la cantidad de público. En radio, si estoy octavo o quinto no modifica demasiado. De verdad. Por supuesto que deseo que me vaya siempre bien porque laburo para eso.
-¿Entonces?
-Con la audiencia que tenemos no damos abasto a poner al aire a todos los oyentes que llaman. Quise y quiero mucho a Rock & Pop, me encantaría volver alguna vez y tal vez no haya lugar par mí o sí, no sé. Pero necesitaba dar un pasito al costado. Y La Metro fue una muy buena elección.
-Tuviste otras propuestas.
-Sí, pero entre todas las ofertas que tuve, me quedé con la Metro, era la que quería.
-Una de ellas era Radioshow, la de Marcelo Tinelli, que a su vez produce "Fugitivos". ¿Qué definió la elección de la Metro?
-Me gusta mucho la Metro. Soy oyente y fanático de la radio como medio y tengo mucho gusto por ella. Hay una diferencia entre las dos. Pero no quiero parecer cruel...
-Dale...
-Venía de la Rock & Pop, donde antes que yo estaba Lalo Mir y le entregaba la posta a Bobby Flores. Y si llegaba a ir más temprano me pasaba lo mismo con Mario Pergolini o la Negra Eli Vernaci. Estamos hablando de íconos de la radiofonía argentina dentro del target en el que me muevo. Otra cosa es la gente de la tele haciendo radio.
-Es decir que no es lo mismo que te entregue Fabián Gianola o Pachu Peña.
-No quiero dar nombres para no crear resquemores. Pero no es lo mismo. En la Metro voy después de Fernando Peña y antes de Ari Paluch. Me siento en un ámbito más radial, más cómodo, más a gusto. Pero no es sólo el contexto. Te repito que era oyente de la Metro. Me gustaban las propuestas de los programas.
-¿Escuchás a la competencia?
-No, desde que me fui no escuché más a la Rock & Pop. Hago mucho zapping radial y pongo muy poca música.
-¿"Radioshow"?
-Sí. Me gustó.
-¿AM?
-Muy poca. Más que nada todo lo que está vinculado al fútbol: las tiras deportivas y las transmisiones de partidos.
-¿La Diez, que va primera?
-No y la verdad es que no me da ganas, tampoco. Lo pongo un poco a Marcelo por la mañana y en general escucho la Metro. Y cuando quiero un poco de música opto por Aspen, Supernova o Gen.
-El mercado radial se retrajo mucho.
-Sí es terrible.
-¿Cómo te afectó, bajaron tus ingresos?
-Sí, gano menos que antes. No lo propuse pero había que recortar y si los tocaban a los dos productores que trabajan conmigo se modificaba su nivel de vida. Entendí y asumí con mucho dolor que, si bien me rompe las pelotas y espero que vuelva "la buena", el ajuste me lo podría bancar mejor yo que ellos.

Gustavo Masutti Llach
Diario Crónica Revista Ahora
Buenos Aires
Octubre de 2001