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domingo, 12 de agosto de 2001
Jorgelina Aranda: "La gente está sobreinformada y atemorizada"
“Si alguna vez alguien me dice que el programa le hizo bien, ya me doy por servida y satisfecha. Hay gente que hasta me llama a mi casa y les pude dar mucho apoyo”
. Es que Jorgelina Aranda tiene la particularidad de que se hizo amiga de sus oyentes de “Jorgelina Aranda, directo al corazón” (Colonia, AM 550, sábados de 20.00 a 21.00), algo muy poco común en el medio. Esta bella mujer saltó a la popularidad como una de las secretarias de Roberto Galán, luego cobró vuelo propio y trabajó junto a Alberto Olmedo y Jorge Porcel, entre otros. Ahora apunta a la radio. “No pretendo combatir el ‘bajón’ del sábado a la noche sino acompañarlo. Desde ese lugar aporto mi experiencia, aportada por los golpes y alegrías que me dio la vida. De este modo entablo un diálogo con aquellos que hoy no quisieron levantarse de la cama. Tratando de echar mano al discernimiento. Una palabra en desuso”.
-¿De qué modo?
-Pensando: ¿por qué estamos así los argentinos? Desde el principio mismo del programa me plantee que nunca iba a pasar una mala noticia. Y no porque viva en una nube sino porque hay exceso de información. Prefiero pasar el dato de una persona que hace terapias gratuitas. Cosas que vas aprendiendo y se las brindás a otro Ser Humano que pueda necesitarlo.
-Alejandro Dolina marca que hay pocos programas que no sean informativos.
-La gente está sobreinformada y atemorizada. Y un pueblo con miedo se paraliza, no decide y no piensa. Se va en la tristeza y en las agresiones diarias que se sufren en un supermercado o al subir a un colectivo. Nos volvemos enemigos, unos contra otros, y quedamos paranoicos. Entonces no vas a la plaza porque temés que te roben el chico. La vida es un riesgo y está llena de esas cosas. Pero yo no las voy a promocionar. Te cuento una historia. Un hombre vendía chorizos, que él mismo hacía, al costado del camino. Lo llamó el hijo, que vivía en la capital e iba a la universidad, y le dijo : “Papá, por favor no pongas una mesa más. No lo hagas, ¿no sabés que hay crisis?” El hombre retiró una mesa, hizo menos chorizos y cuando la gente paraba, no encontraba lo que buscaba y se iba. Entonces el hombre descubrió lo que era la crisis.
-¿Es más fácil hacer programas con información ?
-No sé. Creo que la gente es un poco masoquista. Porque de otro modo no se podría mantener un programa que no escucha nadie. También noto que los programas son muy hablados. (Imposta la voz) “Yo opino sobre esta medida...” Yo, yo, yo... ¿Quién sos? Si ni siquiera estudiaste economía. Estamos desfasados. Después te para un tipo por la calle y te dice “yo sí que trabajaba”. Y yo laburo desde los 15.
-¿Te pasa?
-¡Y cómo ! ¿De qué modo les explico las noches que me pasé sin dormir y que el día que se murió mi hermana tuve que salir a escena con una sonrisa? Después lloraba.
-¿Escuchás radio?
-Poco y nada. Prefiero poner música: Caetano, la Bethania, la Negra Sosa, la Piaf, Cesárea Evora, Goyeneche, Baglieto y el folclore. De pronto me engancho con un locutor pero no quiero saturarme de información. Hubo una época en que el Negro Martinheitz me mataba. Ahora ninguno me llena.
-¿Cuándo descubriste la radio?
-Hace ocho años en Radio Argentina. Hacía un programa de bailanta todos los días de 18.00 a 21.00. Fue una experiencia. Pese a que debuté en Radio del Pueblo a los 16 años reemplazando a una señora.
-¿Cómo?
-Sí. Yo era la Tía Jorgelina y le daba consejos a la gente con mi vozarrón. Pero no lo disfruté. Nadie sabe eso. Recién en radio Argentina descubrí el poder, la fantasía y la magia del medio. Fueron dieciocho meses y quedé enamorada.
-¿Sufriste mucho el fallecimiento de Galán?
-Todas las muertes en mi vida fueron importantes. Porque perdí a casi toda mi familia: madre, padre, hermana, abuelos... y es muy doloroso. Algunas en muy corto tiempo y de un modo muy traumático. Pero Roberto vivió diez o veinte vidas maravillosas. Y eso hizo que no me perturbara tanto. Se dio tantos gustos, se casó, tuvo trabajo y estuvo bien hasta último momento. Era un dandy y un bohemio que viajó desde chico y tenía miles de anécdotas. Un exitoso. En cambio, la de Alberto Olmedo fue diferente.
-Fue más dolorosa.
-Nos dejó sin risa. Cuando pasó estaba recomponiéndome de un accidente serio, que había tenido en Rosario mientras trabajaba con él, y por eso dejé de verlo. Me enteré en una Farmacia y me desmayé.
-A veces cuesta creer que pasaron catorce años.
-Recién ahora puedo ver los programas suyos que repiten. La gente me preguntaba si había visto los episodios que repetían en los que aparecía yo. No podía porque me ponía a llorar. Es que él era el prototipo del argentino. Y una persona extraordinaria. Solidario con su gente, respetuoso de sus compañeros y gran profesional. Por eso digo que esa muerte me marcó más. Roberto vivió una vida tan maravillosa que no fue doloroso. En fin, hay que permitirse un poco de nostalgia.
-Te llevo a la otra punta. Tus nietos.
-Arranqué muy chiquita en esta profesión, recién salida del colegio de monjas. Caí en un ambiente artístico que no es mejor ni peor que ninguno (hay otros, como la política, que son más complicados) aunque antes era un poco más tranquilo. Cuando nació Eduardo, mi primer hijo, sentí que recién empezaba a vivir. A pesar de que lo llevaba a los desfiles y al estudio donde grababa “La tuerca” y hacía parar el rodaje para darle la teta. Me dio vida. Y con Mariana me pasó lo mismo. Y cuando la casa me quedó grande y los brazos vacíos por la falta de mis hijos, llegaron los nietos. Primero Lucía (7) y después Manuel (6) y ahora Mariana me “regaló” a Felipe, que tiene seis meses. Veo con horror cuando los padres retan a sus chicos para que no se muevan ni hagan ruido. No tienen idea del silencio que van a tener cuando sus hijos se vayan de la casa. El placer de sentir dos bracitos alrededor del cuello no tiene precio.
-Susana Giménez es tu consuegra. ¿Cómo es como pariente?
-Apenas si pasamos las Navidades juntas. Porque nos vemos muy poco. Ella labura mucho y yo también así que casi no tenemos tiempo para juntarnos. Creo que la veía más seguido a Susana cuando las dos trabajábamos en el ambiente que ahora. La mala calidad de vida que llevamos te separa de los amigos y a veces hasta de la familia. Más con alguien como ella que es un mito y un generador de programas, trabajo y multitudes. Yo, en una menor medida tengo lo mío y por eso no podemos juntarnos. Pero a los chicos sí que los veo. Y son una bendición.
-Ella dice lo mismo.
-No creo que ningún abuelo diga otra cosa. Porque vienen a una altura de la vida en la que uno siente que más necesita ser mimada y abrazada por los hijos y es al revés, porque se independizan. Y los nietos cierran el círculo porque llenan el hueco del afecto incondicional.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
Agosto de 2001
sábado, 11 de agosto de 2001
Rolando Hanglin:"La idea es cambiar todo el tiempo para que sea siempre lo mismo".
Radio Continental (AM 590) es una usina de rumores. Se habla de que algunos se van y otros vienen. Y uno de los comentarios más escuchados es aquel que dice que el Cholo Gómez Castañón "enrocaría" el horario de su programa con el de Rolando Hanglin. Sin embargo, en los pasillos de la emisora no se respira nerviosismo. Y Rolando conduce "R.H. Positivo" (de lunes a viernes de 13.00 a 19.00) con total tranquilidad. Bromea con Mario Mactas en la sección "El Gato y el Zorro", cuyos delirios transformados en libro están a punto de ser publicados por Editorial Sudamericana antes de fin de año, y se ríe con ganas. Luego, se entrega a la charla con AHORA demostrando tranquilidad.
-¿Cuál es la fórmula para que el programa perdure durante tanto tiempo sin perder vigencia ?
-La idea es cambiar todo el tiempo para que sea siempre lo mismo. De este modo, la esencia se mantiene a la vez que van cambiando las secciones y los momentos.
-¿Tenés alguna sección preferida?
-Supongo que "El Gato y el Zorro", la que hacemos con Mario Mactas. Disfruto mucho de reírme. Y también me divierte Encuentros cercanos.
-¿De dónde salen las ideas de las secciones?
-Tengo que pensarlas porque no me gusta mucho hablar con los famosos al aire. Mi motivación a la hora de hacer un reportaje es que la persona entrevistada tenga algo para contar. Y, por ejemplo, un argentino que vive en el exterior seguramente tiene mucho para compartir. Del mismo modo que alguien que hizo un muy buen viaje. Entonces opto por ellos.
-¿Qué tiene de diferente una entrevista con un desconocido?
-Yo las encaro igual. Mi técnica es la misma. La diferencia es que en un desconocido tenés que empezar por lo elemental hasta que encontrás el punto de interés. Lo que da leche. Sea famoso o no, siempre empiezo con ¿Dónde naciste?. De ahí los hago hablar de los padres, de la infancia, el colegio y el barrio, para luego hacerlos pasear por su carrera hasta llegar al momento actual. El nudo puede estar en cualquier lado. La intención no es hacer preguntas brillantes sino dar un pie para que el otro pueda contar lo suyo.
Una buena parte de "R.H. Positivo" la ponen los oyentes con su participación activa. Ellos llenan la mayoría de las secciones tradicionales del programa con sus anécdotas, comentarios u ocurrencias que pueden llegar vía telefónica, postal o e-mail. A partir de allí las secciones como "Encuentros cercanos", "El viaje a los abuelos", "La Osa" o "argentinos por el mundo" brillan.
-¿Tenés un oyente ideal a quien dedicarle el programa? ¿Pensás en alguien cuando hacés los comentarios ?
-No. Nunca pienso en oyente porque nos escucha todo tipo de público. Me expreso yo. Trato de hacer algo entretenido y divertido porque si la paso bien, el oyente la pasa bien. A mi ritmo.
-Se dice que pasarías con tu programa a la mañana. ¿De ser así, qué tendrías que cambiar para adaptarlo al nuevo horario?
-Debería ir un poquito más rápido. Hay que aclarar que no es lo mismo la primera (que va desde las 6,00 a las 9,00) que la segunda mañana (que arranca a partir de las 9,00). En esta, en lo que hace al contenido, con incorporar unos pocos toques de actualidad alcanza.
-¿Te gustaría encarar ese desafío? Es el segmento más competitivo y de mayor audiencia.
-Me gustan todos los horarios de la radio, desde la primera mañana a la trasnoche. No tendría problemas en ninguno de ellos si se da el caso. Aunque hace como quince años que no hago radio por la mañana de la semana. Me considero que un clásico de la tarde porque estoy estabilizado, pero me encantaría hacer la mañana. Y la haría incorporando lo que aprendí en este horario vespertino en materia de ritmo, profundidad y desarrollo humano.
-¿La tarde radial es más humana?
-Sí. Porque las noticias están gastadas. A veces pasa, pero es raro que te coma la actualidad en la mitad del envío. Además, ya vas por la página veinte del diario y no por la primera plana como a la mañana.
-¿Escuchás radio ?
-A Víctor Hugo Morales y a Daniel López con Mariano Grondona.
-¿No sintonizás a nadie de la competencia?
-No. Vivo en una burbuja que es Radio Continental. La verdad es que no lo hago porque no me hace bien escuchar a la competencia.
-¿Cómo afecta la crisis a un programa como el tuyo?
-Tratamos de llevarle un bálsamo a la gente. Hay días que algo comentás al respecto, pero siempre eligiendo el momento y tratando de no repetir lo que ya se dijo tantas veces. No hace falta sumar angustia. Pero cuando pasa algo dramático espectacular en la calle o donde sea, lo seguimos. Porque somos periodistas y no te podés olvidar de eso. No nos aislamos.
-Sos inquieto. ¿Por dónde pasa tu búsqueda espiritual hoy?
-Es muy personal. Pasé por muchas escuelas, hermandades y tendencias. Hoy busco dentro mío y leo mucho. Sobre todo los clásicos.
-¿Homero, Sófocles, Platón... ?
-No, no. No soy lector de filosofía ni de clásicos griegos. No me gustan. Cuando hablo de clásicos me refiero a Ernest Hemingway, Ricardo Güiraldes, Mark Twain o Lucio Mansilla.
-Si escribieras un libro sobre tu fe. ¿A qué sección de la biblioteca iría a parar?
-A la de ficción (sonríe). Porque no tengo ni creo en ninguna fe. Para mí hay que ver, no creer, como dicen los budistas. No hace falta creer en nada, porque todo lo tenés que percibir por medio de los sentidos. Aunque tal vez sea válido aclarar que no soy budista pero tampoco estoy cerca de la pasión de Cristo.
-¿Eso quiere decir que no te entregás?
-Sí, pero sólo a mi mujer y a mis hijos. A mis afectos. Pero no soy creyente y no creo en el creer. Tampoco en las iglesias. No me interesa.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica - Buenos Aires
Agosto de 2001
-¿Cuál es la fórmula para que el programa perdure durante tanto tiempo sin perder vigencia ?
-La idea es cambiar todo el tiempo para que sea siempre lo mismo. De este modo, la esencia se mantiene a la vez que van cambiando las secciones y los momentos.
-¿Tenés alguna sección preferida?
-Supongo que "El Gato y el Zorro", la que hacemos con Mario Mactas. Disfruto mucho de reírme. Y también me divierte Encuentros cercanos.
-¿De dónde salen las ideas de las secciones?
-Tengo que pensarlas porque no me gusta mucho hablar con los famosos al aire. Mi motivación a la hora de hacer un reportaje es que la persona entrevistada tenga algo para contar. Y, por ejemplo, un argentino que vive en el exterior seguramente tiene mucho para compartir. Del mismo modo que alguien que hizo un muy buen viaje. Entonces opto por ellos.
-¿Qué tiene de diferente una entrevista con un desconocido?
-Yo las encaro igual. Mi técnica es la misma. La diferencia es que en un desconocido tenés que empezar por lo elemental hasta que encontrás el punto de interés. Lo que da leche. Sea famoso o no, siempre empiezo con ¿Dónde naciste?. De ahí los hago hablar de los padres, de la infancia, el colegio y el barrio, para luego hacerlos pasear por su carrera hasta llegar al momento actual. El nudo puede estar en cualquier lado. La intención no es hacer preguntas brillantes sino dar un pie para que el otro pueda contar lo suyo.
Una buena parte de "R.H. Positivo" la ponen los oyentes con su participación activa. Ellos llenan la mayoría de las secciones tradicionales del programa con sus anécdotas, comentarios u ocurrencias que pueden llegar vía telefónica, postal o e-mail. A partir de allí las secciones como "Encuentros cercanos", "El viaje a los abuelos", "La Osa" o "argentinos por el mundo" brillan.
-¿Tenés un oyente ideal a quien dedicarle el programa? ¿Pensás en alguien cuando hacés los comentarios ?
-No. Nunca pienso en oyente porque nos escucha todo tipo de público. Me expreso yo. Trato de hacer algo entretenido y divertido porque si la paso bien, el oyente la pasa bien. A mi ritmo.
-Se dice que pasarías con tu programa a la mañana. ¿De ser así, qué tendrías que cambiar para adaptarlo al nuevo horario?
-Debería ir un poquito más rápido. Hay que aclarar que no es lo mismo la primera (que va desde las 6,00 a las 9,00) que la segunda mañana (que arranca a partir de las 9,00). En esta, en lo que hace al contenido, con incorporar unos pocos toques de actualidad alcanza.
-¿Te gustaría encarar ese desafío? Es el segmento más competitivo y de mayor audiencia.
-Me gustan todos los horarios de la radio, desde la primera mañana a la trasnoche. No tendría problemas en ninguno de ellos si se da el caso. Aunque hace como quince años que no hago radio por la mañana de la semana. Me considero que un clásico de la tarde porque estoy estabilizado, pero me encantaría hacer la mañana. Y la haría incorporando lo que aprendí en este horario vespertino en materia de ritmo, profundidad y desarrollo humano.
-¿La tarde radial es más humana?
-Sí. Porque las noticias están gastadas. A veces pasa, pero es raro que te coma la actualidad en la mitad del envío. Además, ya vas por la página veinte del diario y no por la primera plana como a la mañana.
-¿Escuchás radio ?
-A Víctor Hugo Morales y a Daniel López con Mariano Grondona.
-¿No sintonizás a nadie de la competencia?
-No. Vivo en una burbuja que es Radio Continental. La verdad es que no lo hago porque no me hace bien escuchar a la competencia.
-¿Cómo afecta la crisis a un programa como el tuyo?
-Tratamos de llevarle un bálsamo a la gente. Hay días que algo comentás al respecto, pero siempre eligiendo el momento y tratando de no repetir lo que ya se dijo tantas veces. No hace falta sumar angustia. Pero cuando pasa algo dramático espectacular en la calle o donde sea, lo seguimos. Porque somos periodistas y no te podés olvidar de eso. No nos aislamos.
-Sos inquieto. ¿Por dónde pasa tu búsqueda espiritual hoy?
-Es muy personal. Pasé por muchas escuelas, hermandades y tendencias. Hoy busco dentro mío y leo mucho. Sobre todo los clásicos.
-¿Homero, Sófocles, Platón... ?
-No, no. No soy lector de filosofía ni de clásicos griegos. No me gustan. Cuando hablo de clásicos me refiero a Ernest Hemingway, Ricardo Güiraldes, Mark Twain o Lucio Mansilla.
-Si escribieras un libro sobre tu fe. ¿A qué sección de la biblioteca iría a parar?
-A la de ficción (sonríe). Porque no tengo ni creo en ninguna fe. Para mí hay que ver, no creer, como dicen los budistas. No hace falta creer en nada, porque todo lo tenés que percibir por medio de los sentidos. Aunque tal vez sea válido aclarar que no soy budista pero tampoco estoy cerca de la pasión de Cristo.
-¿Eso quiere decir que no te entregás?
-Sí, pero sólo a mi mujer y a mis hijos. A mis afectos. Pero no soy creyente y no creo en el creer. Tampoco en las iglesias. No me interesa.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica - Buenos Aires
Agosto de 2001
Marcelo Longobardi: "Si fuera un vocero de las multinacionales y del FMI como dicen, me iria mucho mejor"
A Marcelo Longobardi le tocó un desafío complicado. Debía reemplazar a su ex-compañero Daniel Hadad en la mañana de Radio Diez, que hasta entonces lideraba cómoda uno de los horarios más competitivos. Y pasó el examen. No sólo mantuvo los niveles de audiencia sino que se adaptó a la inserción en un equipo armado."'Cada mañana' (lunes a viernes de 6,00 a 9,00) es una combinación equilibrada de información y entretenimiento. La fórmula clásica de Radio 10", define. Y agrega: "Se supone que soy el tipo más escuchado de la mañana y González Oro me gana por un poquito en la general, pero no pienso en eso. En todo caso no me parece que sea un mérito propio".
-¿Y de quién es?
-De la radio, que se impuso antes de mi llegada. En la Diez todos los programas lideran sus segmentos. Por eso no creo que lo mío sea un éxito personal.
-Tu estilo es formal, ¿tuviste que adaptarlo?
-Sin dudas. Me pasé años presentando columnistas económicos. Darle entrada a un humorista como Rolo Villar me parecía imposible. De hecho, cuando la radio me convocó, les pregunté varias veces si estaban seguros de lo que me pedían. Pensaba que estaban locos.
-¿Por qué?
-Porque venía de experiencias más formales en América y Del Plata. Ahora somos seis personas al aire con mucho ritmo y la presencia clave de Rolo y de Estela Montes en el humor. Nos adaptamos mutuamente. Me tuvieron una paciencia enorme.
-En los primeros programas, después de un chiste subido de tono te quedabas en silencio ¿estabas shockeado?
(Se ríe)-Un poco. Puede ser que ahora el humor sea menos "border". No es ni mejor ni peor, va más con mi estilo. Por otro lado, Rolo ha desarrollado una técnica de improvisación extraordinaria. Ahora usa menos libretos y eso suma porque es más genial creando climas que contando un chiste desde la imitación.
-Llegaste a un horario que Daniel Hadad dejó "caliente" y te insertaste en ese grupo.
-Se sumaron Ariel Donatucci en deportes y Roberto Quirno es espectáculos, pero en sí es el mismo equipo. Sé que no refundé un programa y, con algunas correciones (que se fueron dando), me adapté. Me siento el mismo de antes con un programa más amplio. Sigo siendo serio.
-¿Cómo hacés para no angustiarte ante las noticias?
-Trato de abstraerme como los médicos, te vas endureciendo. Si no mantenés cierta distancia con los temas, te morís. Pero con esta última crisis no pude. Me invadió también. Porque la crisis no era lo que estábamos viviendo sino lo que se venía si no se tomaban esas medidas. Cualquier coto para evitar el default era barato. A pesar de que hoy el recorte del gasto público es muy fuerte y toca a sectores muy vulnerables. Una devaluación y una corrida bancaria significan una década sin crecer, con una desocupación del 30 por ciento y un producto bruto de la mitad del actual. Invivible.
-Por estas opiniones los empleados del estado pusieron un cartel en la calle donde dicen que sos un vocero de las multinacionales y del FMI.
-Hay una Argentina irracional que piensa así. (Sonríe) Ojala fuera como dicen, me iría mucho mejor. Pero es una cuestión política. Mi posición ha sido suave en comparación, por ejemplo, con la de Mariano Grondona. Es obvio que amputar una pierna es doloroso. Pero a veces hay que hacerlo para salvar la vida del paciente. No tengo dudas de que es más fácil agarrar el micrófono y hablar de cómo sufren los pobres, los empleados y los jubilados. ¿Pero cómo lo arreglás?
-Es curioso que esa línea de discurso tenga eco en una radio con una audiencia tan popular.
-Porque es sincera. Y guarda que popularidad no es sinónimo de irresponsabilidad o disparate. Tal vez la sociedad argentina todavía no pudo demostrarlo desde el voto. Hay mucha gente racional en lo económico que no tiene a quién elegir. ¿Van a votar a Duhalde o a Chacho?
-¿Escuchás radio?
-A todos menos a mis competidores, porque no los grabo. A la mañana hago zapping entre el "Negro" González Oro, Néstor Ibarra y Gómez Castañón. A la tarde pongo "Buenos Muchachos", que es extraordinario y llenó una carencia en un dial que era Hanglin o nada. Después un poco del principio del programa de Chiche Gelblung y a las seis cambié a Pepe Eliaschev por Mariano Grondona en el resumen de Continental.
-Nada de FM.
-Nada.
-Estuviste en América, en Del Plata y en la Diez. ¿Eso habla de tolerancia ideológica de las radios o de versatilidad tuya?
-Me costó mucho más adaptarme a Del Plata que ahora a la Diez. A pesar de que pensé lo contrario. Llegué a Del Plata en la época que la dirigía Santo Biasatti y creía que iba a ser facilísimo. Todo lo contrario porque tiene un oyente muy difícil.
-¿Y en la Diez?
-Tenía miedo. Por cómo me iban a tratar. Y respeto por conducir un programa que estaba armado. El fenómeno de esta radio es extraordinario. Nunca vi nada igual.
-Quedó la pregunta anterior sin respuesta sobre la tolerancia o la versatilidad.
-Habla un poco de las dos cosas. Porque una radio que sería "de izquierda" se bancó a alguien como yo y ahora estoy en la Diez, que algunos la consideran de derecha, y tampoco represento eso. Voy por el medio y no cambio aunque me salga mal. Sin embargo, tengo que reconocer que hay mucho mito con respecto a la ideología de la Diez. Lo digo porque hasta tuve algún prejuicio, pero no veo nada de lo que se dice. De hecho, vengo de entrevistar al aire a Mario Firmenich. Y no pasa nada. Eso habla de amplitud.
-¿Y la TV?
-Se volvió esquiva para mí. El año pasado hice en Canal 7 un programa político muy serio. Pasaron todos los temas y no me callé nada. Dije que el presidente no tenía liderazgo y el plan económico se iba al tacho. Y que lo podía decir en un canal oficial: eso marcaba un cambio. Pero no debe haber sido tan así porque no me renovaron el contrato. Me gustaría volver a hacer algo en horario central porque el año viene muy caldeado. Cómo será que hasta Grondona retomó el rumbo. A mí me venía bárbaro que él se ocupara de Susana Giménez y de Moria Casán. Eso me daba pena. Pero cómo estará el país que "Hora Clave" se convirtió en un programa de cierta intensidad política.
Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica - Buenos Aires
Agosto de 2001
Foto: Infobae.com